La reforma puede considerarse como un estado de preparación espiritual que responda u obedezca las exigencias del Principio divino al satisfacer las necesidades que se presenten a cada momento. Aquellos que son estudiantes de Ciencia Cristiana y han atestiguado que influye para bien el pensamiento humano, reconocen que la inquietud social de este siglo tiene un profundo significado. La consideran como el efecto de la eterna verdad del ser, que esta Ciencia establece en la consciencia humana y que cada vez se comprende más generalmente.
El concepto de nuestro propósito en la vida ha cambiado, y día a día nos presenta exigencias espirituales más elevadas. Esta intranquilidad continuará hasta que todo lo falso en las esferas cívicas, sociales y religiosas de nuestros tiempos, tan agobiados por los disturbios, ceda a la comprensión espiritual más elevada de la totalidad de Dios y a la unidad científica que existe entre Dios y el hombre, hasta que la voluntad de Dios sea más generalmente reconocida y obedecida, como se nos explica en la Biblia y en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy.
Las inagotables fuerzas espirituales que emanan de Dios, tienden, mediante el progreso continuo, a renovar espiritualmente el punto de vista que la humanidad tiene del mundo, asegurando de este modo la paz, y guiando al mundo hacia un futuro mejor. En todas partes existe hoy en día el deseo de trabajar para resolver los problemas sociales existentes desde hace mucho tiempo.
En vista de la tendencia destructora de los mortales, es necesario un renacimiento espiritual, un nuevo orden para lograr un futuro mejor. La manera de pensar humana de hacer su propia voluntad, debe transformarse en una consciencia espiritual más elevada, y el Principio divino del cristianismo, comprenderse y aplicarse.
¿Es pertinente esto en nuestros días, o es meramente un vestigio del pasado proyectándose en el presente? Cada era parece propender a considerarse como la cumbre del desarrollo humano. Toda evolución futura se ve con incredulidad, y se defiende inflexiblemente el estado actual de las cosas. Las personas no iluminadas espiritualmente piensan que fuerzas desconocidas las han empujado a este mundo donde les parece estar constantemente en peligro. La insensibilidad, el egoísmo y la falta de valor moral impiden el progreso que podría resultar de reformas necesarias. Es por ello que decisiones contrarias a la razón y a la lógica están plagando la humanidad.
Un Científico Cristiano aprende a buscar la voluntad de Dios y a subordinarse a ella en todos sus asuntos. No busca soluciones puramente materiales para llevar a cabo un esquema humano, sino que espera la operación del Espíritu divino, de la inteligencia divina. Está consciente de las leyes espirituales por las cuales opera la perfección absoluta de la voluntad divina, y se aferra a ellas al mismo tiempo que se declara a favor del bien.
La propensión actual a criticar ni siquiera ha perdonado a la religión. La exigencia por la reforma en las iglesias cristianas ayuda a eliminar de las instituciones religiosas lo inservible haciéndolas volver al cristianismo primitivo que Cristo Jesús enseñó y que sus discípulos aplicaron.
Deben sacarse a la luz algunos aspectos de la verdad; las palabras zalameras son inútiles. Si hoy en día mucha gente no da ningún valor a los asuntos religiosos, es porque no hay suficientes pruebas de los hechos espirituales. No debe hacerse mal uso del oficio de exponer y explicar la ley divina, ya sea por ignorancia o intencionalmente. Las enseñanzas de Jesús no pueden ser atenuadas a discreción humana. Las religiones deben tener el valor de liberarse de las prisiones de teorías místicas medioevales que se han impuesto a sí mismas y adherirse genuinamente a las puras y claras enseñanzas de Jesús, que demuestran un cristianismo prácticamente aplicable. El descubrimiento de la Ciencia del cristianismo por la Sra. Eddy, reveló en esta era las leyes absolutas y espirituales cuya aplicación correcta responde a las necesidades de la humanidad.
Aplicándolas a los problemas humanos, la Sra. Eddy probó la eterna presencia y el poder de las leyes divinas que ella percibió, obteniendo así reglas definitivas que escribió en el libro de texto de la Ciencia Cristiana. Nos dice: “Nuestro Maestro no enseñó meras teorías, doctrinas o creencias. Fue el Principio divino de todo ser real lo que él enseñó y practicó. Su prueba del cristianismo no fue una forma o un sistema de religión y de adoración, sino la Ciencia Cristiana, demostrando con obras la armonía de la Vida y el Amor”.Ciencia y Salud, pág. 26; Lo que él legó al mundo fue la revelación de que todo hombre es el hijo amado de Dios, y la prueba de que el mal es completamente impotente e irreal.
El abandono de conceptos a los cuales estamos acostumbrados puede crear al principio un aparente vacío. No obstante, la renuncia al viejo mundo de dogmas y falsos conceptos nos da libertad espiritual. Mediante esta purificación del pensamiento, todo lo que se halla encubierto sale a luz, y la nueva comprensión liberada viene a ser un arma contra los sofocantes y esclavizantes mitos del pasado. El escéptico recobra su fe — no una fe intelectual, sino una fe práctica e iluminadora de su propia y libre elección, y una comprensión de la Verdad divina.
Si estudiamos sinceramente la Ciencia Cristiana y despertamos a las exigencias del Cristo, la Verdad, encontramos que la religión no ha perdido nada de su primitivo poder de atracción. Todos aquellos que están luchando con problemas de cualquier índole, se acercarán nuevamente a Dios si saben que una comprensión de Dios y del hombre, a la manera del Cristo, puede liberarlos de sus problemas.
La Sra. Eddy nos dice: “Debiera entenderse claramente que todos los hombres tienen una misma Mente, un Dios y Padre, una Vida, Verdad y Amor. El género humano se perfeccionará en la proporción en que se comprenda este hecho; las guerras cesarán, y la verdadera hermandad de los hombres quedará establecida”.ibid., pág. 467; Y Jesús dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32; El poder irresistible de la Verdad y la fuerza atractiva de su ejemplo, une a los hombres.
Mediante la aplicación de la Ciencia Cristiana, vemos que somos servidores de la voluntad de Dios, el bien. Abandonamos los conceptos destructivos y desarrollamos los constructivos. Al percibir la influencia dinámica del Espíritu divino y omnipresente, toda necesidad legítima se satisface mediante una reforma comprensiva y buena. La Biblia nos aconseja: “Escojamos para nosotros el juicio, conozcamos entre nosotros cuál sea lo bueno”. Job 34:4; Y “no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios”. 1 Juan 4:1; Al respecto, la Sra. Eddy nos dice: “Los móviles rectos dan alas al pensamiento, y fuerza y soltura a la palabra y a la acción”.Ciencia y Salud, pág. 454.
El basar toda decisión en la bien entendida voluntad del perfecto Dios, lleva a resultados positivos. El reconocimiento de los derechos y de la libertad del hombre como idea misma de Dios, acaba con toda opresión.
Nuestra contribución para llegar a esto, debiera ser el compartir la Ciencia Cristiana, que está representada en muchas partes del globo y que, mediante sus cultos, conferencias, publicaciones periódicas y un diario presenta a los hombres un vivo y claro concepto del Principio divino, Dios, para que Su influencia en la operación de los asuntos humanos en todas partes pueda ser aumentada y fortalecida.
