Con un corazón rebosante de gratitud hacia Dios por el maravilloso regalo de la Ciencia Cristiana, escribo este testimonio.
Yo era muy deforme. Todo mi cuerpo parecía haber crecido hacia la izquierda. Mi pierna derecha estaba torcida. Las radiografías mostraban una curvatura en mi espina dorsal. Los quiroprácticos decían que tenía algo mal en mi cuello. Los médicos decían que mi corazón estaba apiñado. Todo esto parecía ser la causa de vértigos momentáneos, jaquecas, vómitos, nerviosidad y depresión. Muy a menudo tenía que pasar dos o tres días en cama.
Cuando empecé a leer por primera vez Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, no lo comprendía, pero me sentí elevada, y sabía que en este libro estaba la respuesta para cada problema.
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