Dios es la Mente omniactiva y omnipresente, y el hombre, la imagen y semejanza de Dios, es la idea perfecta y activa que emana de esta Mente.
Cuando Cristo Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”, Juan 5:17; se refería a Dios, el Padre, como el origen de toda acción verdadera, y al Cristo, su verdadera identidad, como expresando y reflejando eternamente esta acción. Él indicó, en esta forma, que el hombre no puede tener acción aparte de Dios, que la acción de Dios nunca finaliza y que, por lo tanto, el hombre, como imagen y semejanza de Dios nunca deja de expresar su Principio divino o Mente omniactiva. Estas verdades espirituales capacitaron al Maestro para devolver la actividad y utilidad a la vida de los enfermos cuyos cuerpos habían sido paralizados por la creencia de vida en la materia.
Nosotros también podemos probar el poder sanador del Cristo, la Verdad. Podemos rechazar como irreal la pretensión de la mente mortal de que los músculos pueden quedar inmóviles o de que ciertas clases de enfermedades orgánicas o funcionales pueden paralizar partes del cuerpo humano. En realidad no hay mente mortal que pueda tener existencia, poder o acción contrarias a Dios.
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