Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La norma de la Ciencia Cristiana respecto a la moralidad sexual

Del número de marzo de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nuestra Guía, Mary Baker Eddy, identifica la moralidad con la ley de Dios. Tanto la moralidad como la espiritualidad derivan su poder y consistencia del Espíritu. “La ley de Dios es la ley del Espíritu, una fuerza moral y espiritual de la Mente inmortal y divina”.Miscellaneous Writings, pág. 257; La moralidad, por tanto, no es sólo una virtud personal que se obtiene por elección humana. Es el efecto del poder espiritual que opera en nosotros y en el mundo.

Las cualidades morales son en esencia las cualidades absolutas de la Verdad divina que se hacen aplicables en la experiencia humana. El código moral, partiendo de los Diez Mandamientos en adelante, es algo más que opiniones humanas, costumbres y ajustes sociales; en el grado en que exprese la Verdad divina, es válido en toda época y sociedad. Aunque algunos puedan poner en tela de juicio esta validez perdurable, los Científicos Cristianos están profundamente convencidos de que la inspiración divina entra por cierto en la experiencia humana y resulta en una guía definida y elevadora, moral y espiritual, para la humanidad. Este códlgo moral es tanto cristiano como científico. Siendo cristiano, es justo y compasivo. Siendo científico, es práctico, demostrable, y universal.

La moralidad deriva de la Mente y Verdad divinas, cuyas leyes son reflejadas por la identidad espiritual del hombre. La Sra. Eddy escribe: “El hombre tiene una individualidad perpetua; y las leyes de Dios y su acción inteligente y armoniosa, constituyen su individualidad en la Ciencia del Alma”.No y Sí, pág. 11; Puesto que las leyes de Dios caracterizan nuestra naturaleza verdadera, nuestra identidad e individualidad mismas, toda evidencia de su expresión — toda evidencia de moralidad y espiritualidad — que aparece en la escena humana necesita que se la alimente y ame. La moralidad, así entendida y practicada, no depriva ni empobrece; sino que enriquece y satisface. No confina; sino que libera las aptitudes humanas para que alcancen su pleno potencial. Y ayuda a desarrollar nuestra habilidad para curar espiritualmente.

Iniciar sesión para ver esta página

Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / marzo de 1974

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.