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Dios es el Principio divino

Del número de abril de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Actualmente miles de personas en muchas partes del mundo que buscan sinceramente la Verdad, creen en el Ser Supremo a quien llaman Dios, pero tienen un concepto bastante vago de lo que Dios realmente es y de la relación que tienen con Él. Bien puede ser que una de sus dificultades sea que tratan de visualizar a Dios como un ser humano glorificado que juzga sus pensamientos y actos. La Ciencia Cristiana define a Dios con siete vividos sinónimos: Principio, Mente, Espíritu, Alma, Verdad, Vida, Amor. Cada una de estas palabras al ser escrita con mayúscula es elevada para que transmita su significado deífico.

A través de los siglos, la humanidad, a menudo, ha adorado muchos dioses o ha aceptado a tal punto el concepto de Dios como el de una persona glorificada semejante al hombre, que encuentra difícil ajustarse a la idea de Dios como el Principio divino, infinito y omnipresente del universo, incluso el hombre. Pero si hemos de entender el cristianismo en su Ciencia y comprender cómo Cristo Jesús efectuó sus maravillosas obras de curación, es necesario conocer a Dios como el Principio divino de esta obra sanadora. Sólo entonces podemos cumplir la promesa de Jesús de que aquellos que crean en él harán las obras que él hizo. Cada uno de los siete sinónimos para Dios se convierte para nosotros en algo más absoluto y de mayor significación cuando se comprende la relación que guardan entre sí.

La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Dios es lo que las Escrituras declaran que es, — la Vida, la Verdad y el Amor. El Espíritu es el Principio divino, y el Principio divino es el Amor, y el Amor es la Mente, y la Mente no es buena y mala a la vez, porque Dios es la Mente; por tanto no hay en realidad sino una sola Mente, porque no hay sino un solo Dios”.Ciencia y Salud, pág. 330;

La Ciencia Cristiana revela a Dios como el Principio divino creador, que gobierna y sostiene; el Amor, que mantiene la ley y el orden divinos y expresa en Su creación la pureza espiritual, integridad, armonía y perfección. Esta Ciencia trae a luz la valiosa relación de Dios y el hombre y prueba, mediante la curación, que no existe ningún momento en el ser eterno de la Vida, en que el hombre sea menos que la expresión activa del bien. La Sra. Eddy da importancia a la unidad inseparable de Dios y el hombre cuando escribe: “En la Ciencia divina, Dios y el hombre verdadero son inseparables como Principio e idea divinos”.ibid., pág. 476;

El inmutable Principio divino es el origen del hombre, y el hombre, el efecto de este Principio divino, su idea, eternamente manifiesta la naturaleza inmutable y eterna de su origen. Por lo tanto, la vida y el ser del hombre como la manifestación del Principio divino no están sujetos a ninguna otra causa, porque no hay ninguna otra causa.

En la Ciencia, Dios y el hombre coexisten y son coeternos. El uno sin el otro sería incompleto y no tendría entidad ni razón de ser. Dios es el Único “del todo amable” en quien no existe la discordancia ni el mal. Por ende, no existe elemento destructivo en el hombre, cuyo ser ha sido constituido por Dios. Más aún, no existe fuerza material, ni de origen exterior o interior, opuesta a Dios, que pueda atacar la individualidad del hombre, su salud, armonía y perfección, porque Dios es Todo-en-todo.

Cuando Jesús sanó al hombre de la mano seca en la sinagoga, no sanó la mano para luego darle órdenes que la extendiera. Le ordenó que extendiera una mano aparentemente seca y se nos dice que el hombre “la extendió, y le fue restaurada sana como la otra”. Mateo 12:13; Jesús reveló el poder absoluto del Principio divino de producir y gobernar toda acción sin prestar atención alguna a la creencia del sentido material en lo que respecta al estado de huesos, músculos y carne. Él sabía que la materia o el cuerpo no tiene poder para impedir u obstruir la acción gobernada por Dios. Él probó que la comprensión, a la semejanza del Cristo, de la unidad del hombre con Dios deja al hombre libre para demostrar y disfrutar su salud, libertad, armonía y perfección otorgadas por Dios.

Jesús era hábil en discernir y señalar la acción que se necesitaba en cada caso para liberar a una víctima presa de la ilusión del sentido material. Muchas veces sus curaciones eran precedidas por una orden bien definida que despertaba al paciente — mesmerizado por un sentido falso de vida en la materia — a la acción que expresaba la fuerza y el vigor del Espíritu. Sabiendo que la identidad verdadera del hombre como hijo de Dios expresa por siempre la operación infalible de su Padre, o Principio divino, el Amor, el Maestro afirmó: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17; De inmediato, a la luz de este discernimiento espiritual, el enfermo era liberado a la vida activa y la salud. De este modo destruyó la aparente facultad de la materia de restringir, limitar, encadenar o trabar.

La Ciencia Cristiana nos capacita para adquirir la comprensión verdadera de Dios como Principio divino. Comprensión que puede lograrse rápida o gradualmente. Pero podemos comenzar por aceptar la verdad eterna, expuesta en la Biblia, de que Dios es supremo, Espíritu invariable, el único creador. Este despertar aporta el reconocimiento de que, en realidad, el hombre es la semejanza de Dios, eternamente sostenido por el Principio divino, el Amor. Y ¿quién es este hombre? Es vuestra identidad verdadera y la mía, un reflejo perfecto, espiritual e individual de Dios.

A medida que reconocemos la verdad de que Dios cuida constantemente de Su idea, el hombre, vamos comprendiendo por qué no puede prevalecer en nuestra experiencia el temor, la enfermedad ni la limitación. Rechazamos la creencia de que la vida del hombre depende de la estructura física, porque sabemos que la Vida es Dios, el Espíritu, y que el verdadero ser del hombre es espiritual no material. En la proporción en que comprendemos más el gobierno de Dios, el Principio divino, sobre Su creación, dejamos a un lado la creencia de que el ser del hombre puede detenerse, dañarse, enfermarse, estar expuesto al mal funcionamiento, o hasta estar en peligro. Es así como llegamos a comprender que la curación es el resultado de percibir a Dios y al hombre como verdaderamente son: creador perfecto y creación perfecta, Principio perfecto e idea perfecta — Dios, el tierno Padre-Madre, todo amor, y el hombre, Su hijo bienamado ahora y por siempre.

La importancia de comprender a Dios correctamente se pone de relieve en estas líneas del libro de texto de la Ciencia Cristiana: “Es nuestra ignorancia de Dios, el Principio divino, lo que produce la discordancia aparente, y el entendimiento correcto de El restaura la armonía”.Ciencia y Salud, pág. 390; Esta verdadera comprensión espiritual de Dios nos da un concepto claro de Su amor invariable y del cuidado que prodiga a Sus hijos. No tenemos que esperar una época futura para encontrar este estado elevado de pensamiento. Se logra a través del despertar espiritual, y siempre está a nuestro alcance. Como Jesús lo dijo: “El reino de Dios está entre vosotros”, Lucas 17:21. en otras palabras, el reino de Dios es un estado de comprensión espiritual que debe alcanzarse aquí y para siempre. Esta comprensión verdadera sana y transforma.

El Principio divino, Dios, es, pues, la causa y fuente de nuestra identidad, la eterna substancia de nuestro ser, el poder o la energía por el cual actuamos, el origen de todas nuestras facultades espirituales, el dador de todo lo que necesitamos y de todo el bien que poseemos, la inteligencia que gobierna y mantiene por siempre nuestra armonía, nuestra salud, y toda nuestra existencia.

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