El teléfono de Sir Val sonó, interrumpiendo el desayuno. La persona que llamaba estaba a punto de recorrer medio mundo para cumplir con una misión de la empresa y tenía que salir temprano.
Sir Val explicó que en pocas horas este colega suyo estaría en contacto con Australia y Japón. Y el mismo Sir Val, desde Londres, coordinaría el viaje con las actividades de las filiales de la empresa Río Tinto-Zinc en California, E. U. A.
“El punto principal”, dijo, “es la necesidad actual de incluir a todo el planeta en el pensamiento”.
¿Podría usted ampliar este concepto?
“Sí. Si la Ciencia Cristiana está ofreciendo una oportunidad para afirmar que Dios, la Mente, el Principio, está presente en todas partes, entonces los negocios, que en esta época llegan a todos los rincones de este planeta, son el campo natural para que se evidencie el útil y beneficioso espíritu emprendedor humano”.
En una charla que dio durante un seminario del Consejo de Relaciones Exteriores en la ciudad de Nueva York, Sir Val destacó algunos aspectos de su convicción personal que ha mantenido por mucho tiempo.
• El objetivo de los negocios es servir a la humanidad como también obtener ganancias — “porque no se logra lo último sin lo primero”.
• Gobiernos e industriales hablan demasiado acerca del poder y no lo suficiente acerca del servicio.
• El reconocimiento de que, fundamentalmente, todos los hombres son iguales, aunque en diferentes estados de desarrollo, ayuda a elevar el nivel de las realizaciones mucho más allá de nuestras expectativas. Además, tal reconocimiento es sumamente útil como una contribución a la armonía y al bienestar de las naciones.
• Nuestros móviles en los negocios y nuestra consciencia social constituyen un elemento vital en el mundo. Vemos hoy en día en los negocios, crecientes ejemplos del hombre íntegro. Estamos viendo algunos ejemplos del industrial que prevee las necesidades del futuro, un preservador por naturaleza, interesado en conservar la salud y la prosperidad de la familia humana para que disfruten de la buena tierra que Dios les ha dado.
• Hay una gran diferencia entre una empresa que no tiene alma y una que tiene alma.
Quienes lo escuchaban, ¿no habrán pensado que esto era, en parte, “demasiado avanzado”?
“Esa charla fue interesante porque mientras la preparaba se me ocurrió decir estas cosas y basar muchas de ellas en los principios de la Ciencia Cristiana.
“Uno o dos industriales, incluyendo un francocanadiense, me escribieron después. Sin saber el origen de las ideas encontraron que éstas eran de vanguardia e interesantes”.
Pero hay algunos argumentos negativos y muy fuertes — al menos dispersos en la opinión pública — acerca de la situación mundial. ¿Cómo los encara usted?
“Tomemos un concepto económico actual como la inflación y paralización simultáneas. Se trata, en términos absolutamente materiales, de eliminar los elementos paralizantes e inflacionarios para que nuestras economías progresen.
“Ahora bien, si usted empieza metafísicamente en el otro extremo del argumento, y piensa que usted y todos reflejan espiritualmente todo el bien, y expresan cualidades humanas positivas — por ejemplo, el prestar servicio — usted está hablando un lenguaje totalmente diferente al de los que se encuentran en el frente de la inflación y paralización simultáneas. Usted ve que la verdadera riqueza de una nación está en sus hombres y en sus mujeres y no en su materia prima, maquinaria y equipo. Y lo mismo sucede con una empresa. Todo el activo material imaginable en una empresa puede desaparecer si se administra mal; mas un concepto verdadero de servicio y calidad de lo que usted está haciendo, traerá progreso y aumento aunque usted haya empezado de muy abajo en la empresa. Usted se enfrenta al problema desde el punto de vista de su fuerza básica como individuo u organización. Está reconociendo que lo más importante es la calidad de lo que hace.
“Puesto que uno está prestando un servicio, no tiene que disculparse por las ganancias que obtiene de él. Está interesado en el destino que le da a esas ganancias. Esto, insisto, es algo sobre lo cual uno tiene que pensar meta- físicamente.
“Uno se da cuenta de que es posible fijarse un rumbo, estando alerta a lo que es la creencia mortal, mas haciendo planes para derrotar los pronósticos sombríos de esa creencia.
“Uno puede hacer sentir a la gente que aunque parezca que están en medio de la neblina, pueden, mediante un ajuste de pensamiento y esfuerzo, probar la presencia de la luz del sol.
“Por ejemplo, tuve la oportunidad de hablar con el Primer Ministro de un país cuya política hacia mi empresa era juzgada por muchos de mis colegas como muy injusta. La prensa de ese país había emprendido una campaña contra una filial de nuestra empresa. Le dije al Primer Ministro: ‘Su gente parece estar bastante enojada con nosotros y lo mismo nuestra gente con ustedes. ¿Por qué no elevamos nuestra perspectiva mental sobre todo esto y hacemos algo juntos?’ Su respuesta fue cordial.
“En otras oportunidades, algo ha parecido ser bastante ofensivo. Entonces he utilizado la cita de la Sra. Eddy: ‘La misma circunstancia que tu sufrimiento considera enojosa y aflictiva, puede ser convertida por el Amor en un angel «hospedado sin saberlo»’.Ciencia y Salud, pág. 574;
“He trabajado con esto muchas veces cuando he tenido que elevar mi pensamiento solamente y decir “así sea; hay un plan más amplio del que yo puedo ver ahora’.
“Estoy absolutamente seguro de que nada sino la confianza en el plan de Dios es lo que realmente lo tranquiliza a uno — la humilde cooperación, por así decirlo. La Sra. Eddy tiene mucha razón y es muy persuasiva en advertirnos acerca de la obstinación, la justificación de sí mismo y el egoísmo (ver Ciencia y Salud, pág. 242). Éstas son fuerzas que necesitan en realidad ser sofocadas. Y esto no es siempre fácil. Pero tenemos que verlas como sugestiones impersonales”.
Un día, hace ya algún tiempo, Sir Val tuvo que enfrentar una situación muy difícil durante la reunión anual de accionistas de su empresa. Le había dado anticipada preferencia al poder de Dios en su pensamiento, había reconocido que es la Mente que gobierna todos los sucesos.
Como lo informaron los diarios, un hombre se levantó para quejarse de la política de la empresa en una región del mundo particularmente litigiosa. Otro accionista lo ridiculizó diciéndole: “De todos modos usted tiene solamente una acción”. Pero Sir Val los silenció diciendo: “No viene al caso si alguien tiene una acción o diez millones. Todos ustedes son accionistas y tienen derecho a opinar”.
Algunos aplaudieron. Los impugnadores insistieron. Pero así también lo hizo el presidente con sus respuestas serenas. Obtuvo tal apoyo de los presentes que los accionistas aplaudieron a pesar de que anunció que las ganancias serían reducidas. A la mañana siguiente el titular de una página financiera decía: “Sir Val apacigua a los empecinados”.
“Yo no voy diciéndole a la gente que soy Científico Cristiano”, dice él. “Pero no vacilo en decírselo si es conveniente hacerlo”. Cuando se le pidió un ejemplo, dijo: “En cierta ocasión hablé con toda franqueza con uno de los empleados que pasaba por una situación difícil con sus hijos. Creo que esto ayudó.
“Toda la experiencia que he tenido en mi vida me hace pensar que lo único importante es la calidad de lo que hacemos, y no las cifras o la cantidad. La Ciencia apoya esto. En los negocios siempre existe la tentación de progresar por el progreso mismo. Un grano de Ciencia Cristiana revela que esto es falso. Si la calidad de su trabajo es destacada, usted prosperará.
“Como usted sabe, la Ciencia Cristiana nos asegura protección y guía cuando basamos nuestro pensamiento en el apoyo que Dios da al hombre. Entonces nuestro pensamiento dice: ‘no tengas miedo’. Cuando obedezco de esta manera, nunca he lamentado las consecuencias. Siempre me dije después — ‘Gracias, Dios mío. Eso era lo justo’.
“Cuando más adelanto, más me doy cuenta de que no hay solución a los problemas del mundo a menos que se reconozca al único Dios. Vislumbro con gratitud y un poco más claramente la promesa que hay en esta maravillosa declaración de la Sra. Eddy: ‘Un Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad de los hombres; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»; aniquila aniquila la idolatría pagana y la cristiana, — todo lo que es injusto en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; establece la igualdad de los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido’ ”.ibid., pág. 340.
