Ya sea que estemos en calidad de padres o de hijos — Dios es nuestro Padre. Esta verdad es la base científica para solucionar los problemas entre padres e hijos. Es también la base para lograr protección contra la enfermedad, adversidad y accidentes, como también para obtener la curación donde sea necesaria.
En la Biblia se nos pregunta: “¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?” Mal. 2:10; Y Cristo Jesús enseñó a sus discípulos: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”. Mateo 6:9; Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., interpreta la primera línea de la oración de esta manera: “Nuestro Padre-Madre Dios, del todo armonioso”. Y la segunda línea dice: “Único adorable”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 16.
La verdadera Ciencia de las relaciones familiares nos eleva por encima del análisis de los conflictos personales, a la comprensión de la relación de cada uno de nosotros con Dios. Cuando alguno de nosotros se ve claramente como hijo del único Padre-Madre, encuentra que posee la capacidad para resolver los conflictos y disolver los errores que parecen causar discordancias y enfermedades.
Un niño ingobernable, desafiante o deshonesto, puede presentársenos como un problema extremadamente difícil, si lo enfocamos desde el punto de vista de la personalidad mortal del niño. De este modo, nuestros intentos para disciplinar o persuadir al niño, a menudo resultan infructuosos. Mas cuando encaramos el problema desde el punto de vista de un solo Padre-Madre, la tarea del padre se convierte en la de comprenderse a sí mismo.
Esto no significa que la delincuencia de un niño es necesariamente la culpa de los padres. Quiere decir que una comprensión del único
Padre verdadero de todos corregirá el error de la creencia en una personalidad material, el error que induce tanto al padre como al niño a creer que no pueden comprenderse. Y quienquiera que intente solucionar el problema hace bien comenzando por sí mismo.
Dios, el Espíritu, es enteramente bueno — “Único adorable”. El hombre es la idea espiritual de Dios y refleja la bondad divina. Un padre que tiene problemas con un hijo está experimentando algo fuera de él mismo, algo que refleja una consciencia material, no una espiritual. Los rasgos de desobediencia o de deshonestidad no se heredan del Padre Único, sino que se derivan de la creencia en personalidades materiales con padres materiales. Cuando el padre reconoce la verdad acerca de Dios y del hombre, puede identificarse como la idea espiritual de Dios. Entonces puede darse cuenta de la capacidad que tiene para reconocer al hijo como linaje del Único que es del todo armonioso.
El Padre divino siempre gobierna a Sus hijos perfectamente. El Espíritu nos motiva a cada uno con amor, porque Dios es Amor. A medida que reconocemos esta verdad, sentimos la fuerza de la sabiduría divina. Entonces nuestro deseo de hacer lo correcto en una situación entre padre e hijo pierde todo temor. Nuestra autoridad y nuestro amor proceden de la misma fuente y son efectivos.
En la verdadera humana relación humana entre padre e hijo, ninguno está por encima del otro. Este vínculo verdadero no aparece de inmediato, especialmente en las etapas más tempranas del desarrollo de un niño; pero al que procura solucionar un problema, una clara comprensión de la relación final — la verdadera — actúa como una fuerza sanadora en la experiencia consciente.
Esta comprensión es mucho más que las luchas intelectuales de una mente humana. Es el estar consciente de la totalidad y bondad del Espíritu y de nuestra propia existencia que se halla enteramente en el Espíritu y procede de él — una consciencia impartida por el espíritu mismo. En esta consciencia se evidencia claramente la impotencia de los errores. No son realidades. La armonía, la bondad, el amor — éstas son realidades.
La comprensión espiritual faculta al padre a confiar sus hijos al cuidado de Dios. Este cuidado se evidencia mediante la inteligencia y el amor que expresa el padre humano, mas todo es la obra de Dios. En la proporción que comprendamos esto, eliminamos los errores. Del mismo modo prevenimos la enfermedad. Y si pareciera que se presentan errores o si pareciera que se manifiesta la enfermedad, todo ello puede ser corregido, porque son errores de la creencia.
La relación divina de padre e hijo es inmortal. No comienza con el nacimiento ni termina en la separación o muerte. Es infinita. Esta infinitud cuando se la comprende, destruye el temor de lo que podría suceder a medida que se desarrolla una situación. Nos da una percepción consciente de la importancia suprema de nuestra relación eterna con Dios y, por lo tanto, de la unidad eterna que Él expresa en el hombre colectiva e individualmente. Esto ajusta la importancia de la situación humana por así decirlo, y nos demuestra que cuando confiamos en Dios, ningún problema humano es demasiado grande para nosotros. No existe error de la creencia humana, sea cual fuere su nombre, que no pueda ser corregido cuando se expone a las verdades inmortales del ser. Y cuando lo corregimos sobre la base de la verdad de un solo Padre-Madre Dios, se corrige en la manifestación humana.
