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Hace unos veintidós años la vida de nuestra hija menor fue salvada sólo...

Del número de mayo de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace unos veintidós años la vida de nuestra hija menor fue salvada sólo por medio de la Ciencia Cristiana, después que la encontré tendida en el fondo de nuestra piscina. Escribo este testimonio porque creo que es importante que otras personas sepan cómo ocurrió esta curación.

Un domingo por la tarde nuestros cinco hijitos estaban nadando y jugando conmigo en la piscina. Cuando llegó la hora de entrar en la casa, la niñera llevó al bebé de seis meses para darle la cena y yo mandé a los otros cuatro niños que entraran a cambiarse de ropa. Estuve ocupada en otra parte de la casa por unos quince minutos, después fui a ver qué estaban haciendo los niños. Nadie sabía dónde estaba la niña más pequeña, así es que la busqué por todos lados. Por último la encontré tendida en el fondo de la piscina con su batita de baño puesta. Nadie sabía cuánto tiempo estuvo allí. La saqué y la tendí sobre el césped, pero ni siquiera intenté usar respiración artificial porque nunca se me había enseñado a hacerlo. Entonces recordé las palabras de Cristo Jesús (Juan 5:30): “No puedo yo hacer nada por mí mismo”. Corrí a llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana y le pedí ayuda.

Después regresé a donde estaba la niña y vehementemente le declaré que Dios era su Vida, que ella era inmortal, que nunca había nacido en la materia y que, por consiguiente, nunca podía morir en ella, que su expresión de la Vida era espiritual y que no había comenzado conmigo. Le dije que la Vida no dependía del tiempo ni de organización material. A esta altura recordé dos declaraciones de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy (págs. 508–509): “La tercera etapa en el orden de la Ciencia Cristiana es de una gran importancia para el pensamiento humano, porque deja penetrar la luz del entendimiento espiritual. Este período corresponde a la resurrección, cuando se percibe que el Espíritu es la Vida de todos, Vida imperecedera, o Mente, que no depende de ninguna organización material”. Entonces, y allí mismo, la pequeña empezó a respirar, aunque con gran dificultad, y la luz le volvió a los ojos.

Ahora me gustaría interrumpir este relato para narrar brevemente una curación anterior en nuestra familia, que me ayudó a fortalecer y preparar mi pensamiento para ésta. Varios años antes de este accidente, estaba yo embarazada de cuatro meses de nuestro primer hijo cuando el flúido protector se derramó, amenazando terminar con el embarazo y con la vida del niño. Le pedí a un practicista de la Ciencia Cristiana que me diera tratamiento y mi esposo y yo leímos juntos el folleto “La ley de Dios que todo lo ajusta”, que de inmediato acalló nuestros temores. Al día siguiente estudié con la concordancia de todas las obras de la Sra. Eddy cada una de las citas sobre Vida y pronto mi pensamiento con respecto a la vida se espiritualizó tanto que supe que ninguna condición material podía, de ninguna manera, perturbar o destruir la vida y que la Vida “no depende de ninguna organización material”. Nuestro hijo nació al final del octavo mes, y aunque fue un parto prematuro y seco, fue muy fácil y armonioso. Ese hijo ha crecido y llegado a ser un joven excelente.

En mi opinión, el estudio con la concordancia, que me ayudó tanto en aquel momento con la demostración del feliz alumbramiento de mi hijo, fue absolutamente una preparación invalorable de mi pensamiento para la curación de nuestra hija en la piscina. Pude saber con gran convicción, y decírselo a ella, que no hay muerte, y que su vida real no podía tener un fin.

Después que mi hija mayor y yo llevamos a la pequeña a casa, volví a llamar al practicista para informarle del progreso. Como vivía a una cuadra de nosotros vino en seguida a ayudarme porque mi esposo estaba fuera de la ciudad en viaje de negocios. La pequeña estaba muy pesada debido al agua que había tragado en la piscina y yo no sabía qué hacer al respecto. Una vez más le dije en voz alta a la niña: “Si Dios pudo hacer lo que Él ya ha hecho, ciertamente puede finalizar Su obra”. Luego la acostamos en su cuna preparándola para que durmiese cómoda.

Ya para ese momento me sentía tan totalmente consciente de la eterna presencia y del infinito y todo poder de Dios que sabía que podía dejar a la niña confiadamente a Su cuidado. Más tarde, cuando la miré, estaba respirando sin ninguna dificultad y la preparé para la noche. A la mañana siguiente su cama estaba empapada con el agua que había tragado de la piscina. Pronto se desayunó abundantemente. La curación fue completa. Esta niñita creció sobresaliendo en la escuela y fue dirigente en todas las muchas actividades extraescolares en que participó. Ahora tiene un hogar feliz y es madre de un niño.

Por estas dos pruebas positivas del poder sanador de la Ciencia Cristiana y por todas las curaciones que hemos tenido en nuestra familia, estoy sumamente agradecida a Dios por Cristo Jesús, el Salvador, por la Sra. Eddy y por Ciencia y Salud. También deseo expresar mi gratitud por nuestros siempre fieles y confiables practicistas.


La curación de nuestra hija que fue sacada de la piscina ha sido una demostración que se ha constituido en un pilar para toda la familia. Muchas veces ha fortalecido nuestra fe cuando hemos enfrentado lo que ha parecido ser un desafío difícil.

Verifico los hechos relatados por mi esposa sobre la curación de nuestra hija.

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