Las montañas estaban cubiertas con una profunda capa de nieve. Mientras me encontraba sentado a la entrada de nuestra cabaña, mi vista se posó en las ramas de los pinos agobiadas por el peso de nuevas acumulaciones de nieve. Una ráfaga de viento sopló a través de la pradera y sacudió suavemente la nieve acumulada en los árboles. Liberadas del peso, las ramas de los pinos volvieron vivamente a su posición natural.
Muchos de nosotros hemos sentido el agobio de circunstancias difíciles, soportado el peso de una decisión ardua y buscado alivio para un problema físico. Y habiendo recurrido a Dios de todo corazón, hemos sentido la verdadera presencia del Cristo, la verdadera idea de Dios, que nos ha inspirado tanto que el peso que nos agobiaba fue levantado, y hemos conquistado así nuestra libertad.
El árbol no luchó bajo el peso de la nieve. Fue liberado por el viento. A veces nos encontramos luchando esforzadamente con algún problema cuando nuestra necesidad primordial es aceptar sencillamente la inspiración consoladora y sanadora que viene a nosotros como la iluminación del Cristo.
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