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Orientación política para el día de hoy

Del número de mayo de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A veces se dice que la esencia de la política humana consiste en determinar quién recibe, cuándo lo recibe y qué parte recibe de los “pasteles” finitos con que se representan el poder y la riqueza materiales. Por otra parte, las enseñanzas de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) — como las de Cristo Jesús — son metafísicas. Estas enseñanzas, de carácter eminentemente práctico, tienen que ver con las realidades espirituales básicas del poder, del hombre, de la sustancia y del bien — con el poder divino más que con la influencia personal; con la provisión espiritual más que con la riqueza material; con el bien divino más que con los bienes físicos; con la familia universal de las ideas armoniosas de Dios más que con las rivalidades internacionales. Estas realidades revelan la verdad espiritual en lugar de las adversas condiciones materiales.

De acuerdo con un cálculo reciente, se estima que sólo el 20% de la población del mundo vive en un ambiente de libertad política, el 35% vive en uno de libertad parcial y el 45% vive en uno carente de libertad. Debemos estar alerta a la pretensión del error según la cual las teorías políticas y sus métodos son fuerzas poderosas que moldean nuestra forma de vida, se viva en el país en que se viva. Si no oponemos una resistencia espiritual, posiblemente lleguemos a creer que las ideologías políticas pueden determinar la medida y las proporciones del sufrimiento o del bienestar, la pobreza o la abundancia, la ignorancia o el esclarecimiento que experimentamos. Las ideologías políticas, al igual que las teorías patológicas y los conceptos teológicos, pueden afectar la vida de todos nosotros.

De ahí se deriva la necesidad de que ese singular esclarecimiento de la metafísica cristiana se aplique a las situaciones y elecciones políticas. Además de aplicar la verdad del ser a los problemas físicos de salud, debemos darle atención sanadora a otros medios por los cuales se priva del bienestar humano.

El redactor de una revista, con palabras que, de hecho, destacan las oportunidades que tenemos de aplicar las verdades sanadoras de la Ciencia, se expresa así: “Después de múltiples milenios de existencia en este planeta, la especie humana todavía está acosada por problemas que no han sido solucionados que hacen que no valga tanto como debiera, vivir la vida. Los más importantes de estos problemas guardan más relación con la conducta y la filosofía que con la tecnología”. Luego de referirse a los problemas de la energía y la enfermedad, el autor agrega: “Mucho más persistentes y desconcertantes, sin embargo, son los problemas abstractos: los valores de la existencia y la forma en que los hombres se tratan entre sí. Todavía somos fundamentalmente analfabetas en lo que respecta al conocimiento de las relaciones humanas”.Saturday Review, 11 de enero de 1975, pág. 4;

La Ciencia Cristiana es, por así decirlo, el súmmum de la “ciencia política”; conduce al pensamiento humano a comprender que Dios gobierna toda realidad y a entender la relación básica — la unidad entre Dios y el hombre. Estudiar esta Ciencia no nos hace apolíticos, es decir, totalmente indiferentes a las instituciones humanas y a sus actividades. Por el contrario, esta Ciencia nos permite, con creciente pericia y efectividad, colocar a la política humana y al gobierno material en la perspectiva brillante y reveladora de la realidad pura — la omnisciencia y omnipotencia de Dios. De este modo, la eficiencia y deficiencia de específicos gobiernos humanos y de programas políticos que se proponen llevar adelante, se destacan mejor, pudiendo así nosotros votar con mejor conocimiento.

Mediante el reconocimiento de la omnipotencia de la Mente podemos apoyar un buen gobierno más eficazmente y mitigar la injusticia y el derroche del mal gobierno. Al afirmar la omnipresencia del Alma respaldamos la ejecución individual, reconociendo la impersonalidad básica del bien y atribuyendo aquellos actos de gobierno meritorios a su fuente divina, Dios. Al afirmar la omniacción del Principio comprendemos que lo indigno proviene, no de la persona, sino del sentido mortal. Esto nos ayuda a exaltar menos a este o aquel político, y a censurar menos a los políticos que fracasan.

Cuando se le preguntó acerca de su orientación política, Mary Baker Eddy respondió así: “No tengo ninguna, en realidad, que no sea la de ayudar a respaldar a un gobierno justo, amar a Dios supremamente y a mi prójimo como a mí misma”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 276; En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras y en sus otras obras podemos encontrar los medios espirituales que nos permitan “respaldar a un gobierno justo”. Aprendemos a identificar el buen gobierno como aquel que es una transparencia para los valores espirituales perdurables.

Hay multitud de problemas económicos y sociales por resolver, y que se pueden resolver. La pregunta fundamental que debemos hacernos es la siguiente: ¿Desde qué base se los resolverá? ¿Mediante la competencia de voluntades mortales? ¿O admitiendo que la voluntad divina es la única fuerza legítima que reina en los asuntos humanos? ¿Desde el punto de vista de la finitud material o desde el punto de vista de la infinitud espiritual? Por último, la humanidad probará que el poder espiritual es el único poder y la creación espiritual la única realidad.

Quizás hoy más que nunca haya una gran necesidad de percibir metafísicamente la realidad fundamental. Mientras la humanidad recurra a los sentidos físicos y a la mera razón mortal como si dependiera de ellos para conocer la verdad, se perderán fundamentalmente los aspectos primordiales del ser verdadero, y la percepción de lo que determina finalmente la vida humana. Esta época ofrece maravillosas oportunidades para captar un sentido más amplio y profundo de la naturaleza y del propósito del hombre.

Los asuntos políticos se aclararán y se resolverán en la medida en que lo metafísico atraiga más y más la atención de la humanidad. Podemos contribuir a aminorar la vacilación de la humanidad a medida que avanzamos hacia la libertad y la justicia, que son objetivos que la mayoría de los hombres anhelan alcanzar, sean cuales fueren sus inclinaciones y métodos políticos. “Una bala en el corazón de un hombre”, dice la Sra. Eddy, “nunca resuelve el problema de su vida. El ánimo mental continúa, e insiste en que la respuesta a la sublime pregunta respecto de la vida del hombre provendrá de Dios y que su ajuste se hará de acuerdo con Sus leyes”.ibid., pág. 277;

Al mejorar la política, tal como al mejorar nuestra salud, debemos comprender que el enfrentamiento importante no se plantea entre esta y aquella teoría material, sino entre la realidad espiritual y la apariencia material. Un primer paso hacia la curación en uno u otro ámbito es identificar el conflicto esencial, y seguidamente resolver el aparente choque en términos de la omnipotencia y la realidad de Dios, y la impotencia y la irrealidad de la materia.

Anticipémonos a la época en que los desacuerdos políticos se ajustarán mediante la penetración y el análisis metafísicos de los elementos de la vida humana. Todos los conflictos pueden resolverse espiritualmente. A medida que la política pública repose sobre premisas más metafísicas, la humanidad gozará de evidencias más firmes del reino de Dios en la tierra. Viendo estas posibilidades, el Salmista dijo: “Alégrense y gócense las naciones, porque juzgarás los pueblos con equidad, y pastorearás las naciones en la tierra”. Salmo 67:4.

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