A veces se dice que la esencia de la política humana consiste en determinar quién recibe, cuándo lo recibe y qué parte recibe de los “pasteles” finitos con que se representan el poder y la riqueza materiales. Por otra parte, las enseñanzas de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) — como las de Cristo Jesús — son metafísicas. Estas enseñanzas, de carácter eminentemente práctico, tienen que ver con las realidades espirituales básicas del poder, del hombre, de la sustancia y del bien — con el poder divino más que con la influencia personal; con la provisión espiritual más que con la riqueza material; con el bien divino más que con los bienes físicos; con la familia universal de las ideas armoniosas de Dios más que con las rivalidades internacionales. Estas realidades revelan la verdad espiritual en lugar de las adversas condiciones materiales.
De acuerdo con un cálculo reciente, se estima que sólo el 20% de la población del mundo vive en un ambiente de libertad política, el 35% vive en uno de libertad parcial y el 45% vive en uno carente de libertad. Debemos estar alerta a la pretensión del error según la cual las teorías políticas y sus métodos son fuerzas poderosas que moldean nuestra forma de vida, se viva en el país en que se viva. Si no oponemos una resistencia espiritual, posiblemente lleguemos a creer que las ideologías políticas pueden determinar la medida y las proporciones del sufrimiento o del bienestar, la pobreza o la abundancia, la ignorancia o el esclarecimiento que experimentamos. Las ideologías políticas, al igual que las teorías patológicas y los conceptos teológicos, pueden afectar la vida de todos nosotros.
De ahí se deriva la necesidad de que ese singular esclarecimiento de la metafísica cristiana se aplique a las situaciones y elecciones políticas. Además de aplicar la verdad del ser a los problemas físicos de salud, debemos darle atención sanadora a otros medios por los cuales se priva del bienestar humano.
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