Las leyes de Dios, las leyes que mantienen el orden armonioso de Su universo perfecto, están aquí para ser demostradas en la vida diaria. Esta demostración no es conjetural. La Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy, estudiados juntos, hacen que sus reglas sean claras. El propósito de esta demostración va más allá de la curación física, moral o ambiental, a pesar de lo importantes que éstas son, para satisfacer la necesidad más grande que tengamos. La demostración en la Ciencia Cristiana es el camino por el cual encontramos a Dios, percibimos más y más de Su perfección, nos damos cuenta de Su omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia.
El mantenerse firmemente en este propósito mas profundo sostiene al sanador en la Ciencia Cristiana. Muy frecuentemente sentimos la tentación de detenernos demasiado pronto, justo en medio de la demostración de la ley de Dios — sin profundizar o elevarnos lo suficiente, admitiendo la derrota antes de haber realmente empezado. A menudo se requiere más valor, paciencia, perseverancia y gozo para completar una demostración; pero si continuamos, la victoria es segura. La Sra. Eddy le dijo a una de sus clases: “Estoy contenta de que ustedes disfrutan del amanecer de la Ciencia Cristiana; deben alcanzar su meridiano. Vigilad, orad, demostrad”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 254;
Al conocer a Dios conocemos al hombre, hecho a Su semejanza, y esto nos capacita para demostrar en las vidas humanas la ley perfecta de Dios. Podemos preguntarnos cuál es nuestra relación con esta ley de Dios, nuestra responsabilidad en hacerla efectiva. La respuesta es una sola palabra —¡obediencia!
Muy a menudo simplemente leemos sin esmerarnos lo suficiente en poner en práctica lo que leemos. Pasamos el tiempo pasivamente esperando que la curación se manifieste, en lugar de obedecer activamente las reglas establecidas. Pero no podemos solucionar un problema en matemáticas sin seguir las reglas — sin hacer nada. No obtenemos la solución correcta si restamos cuando debiéramos sumar, multiplicamos cuando debiéramos dividir. De la misma manera, en la curación hay reglas a seguir, y debemos cumplir con ellas. Debemos en primer lugar, finalmente y siempre obedecer las reglas. Si dejamos simplemente de esperar por la curación y empezamos a actuar de acuerdo con nuestra oración, escuchando a la Mente para que nos guíe, se nos revelará el próximo paso espiritual.
Es provechoso reconocer claramente qué es lo que nosotros queremos decir con “la curación en la Ciencia Cristiana” y por qué esta curación es inevitable cuando el trabajo está hecho correctamente. La curación desde el punto de vista médico procura sanar por medio de un proceso de cambios físicos. Desde el punto de vista cristianamente científico, la curación es regeneración espiritual, por la cual toda clase de desarmonía es destruida a medida que las creencias mortales cedan a las verdades científicas.
La curación científica no es cambiar algo. Es revelar más de lo que es el hombre a la imagen y semejanza de Dios — y hacerlo, percibiendo la perfección tal como lo hizo Cristo Jesús. Jesús no cambió un hombre enfermo en uno sano; vio a través de la niebla de las creencias de la mente mortal y contempló lo perfecto, lo espiritual, lo real. Entonces el efecto sanador era instantáneo, porque la dolencia nunca estaba arraigada en la materia. Era una creencia o imagen trazada en la mente mortal proyectada en la pantalla llamada cuerpo. Lo que hizo Jesús fue romper las creencias mesmericas para que quienes creían estar enfermos o pecando no estuvieran más en ese estado de esclavitud. Ellos se volvían conscientes de estar inmediatamente libres aunque siempre estuvieron realmente libres todo el tiempo.
Pensemos en cómo Cristo Jesús sanó a los diez leprosos que se encontraron con él en el camino. Les dijo: “Id, mostraos a los sacerdotes”, y Lucas dice que “mientras iban, fueron limpiados”. Lucas 17:14; ¡En tan poco tiempo desaparecieron todas las marcas de esa enfermedad! No hubo tiempo en el trabajo sanador de Jesús para que la materia reviviese, lo que prueba que las evidencias de la enfermedad no estaban arraigadas en la materia. Eran imágenes, creencias o ilusiones proyectadas en el cuerpo como en una pantalla, y cuando Jesús dirigió la luz de la Verdad sobre ellas, las creencias delineadas desaparecieron completamente.
Puesto que la curación, entonces, no es intentar de librarse de algo real, sino únicamente de destruir falsas impresiones, podemos tener el valor de ser fieles a la ley de Dios, sea cual fuere la evidencia contraria. A medida que somos leales, aprendemos a reconocer instantáneamente las falsedades, ver a través y más allá de ellas y a ver lo real y perfecto, tal como lo hizo Jesús. Toda clase de desarmonía está basada en la supuesta realidad de la materia. Pero la materia no es real; es una ilusión. De acuerdo con la Ciencia Cristiana, cuando el sentido físico argumenta, es que la ilusión llamada materia está manifestando otra ilusión, llamada enfermedad, por medio de la instigación de la mente mortal, que es otra ilusión. La Sra. Eddy nos dice: “Lo que parece ser enfermedad, vicio y mortalidad son ilusiones de los sentidos corporales. Estas ilusiones no son reales sino irreales”.Rudimentos de la Ciencia Divina, pág. 11;
Una razón por la cual algunas curaciones parecen ser lentas y la creencia de enfermedad se transforma en lo que creemos es un estado crónico, es que no resistimos con suficiente fuerza desde el principio las ilusiones de la mente mortal. No podemos esperar hasta llegar a casa, tomar los libros y sentarnos en una silla cómoda; debemos actuar inmediatamente que aparece la primera sugestión de desarmonía. Entonces, cuando nos hayamos afirmado en la ley de Dios, debemos mantenernos firmes en nuestros esfuerzos, elevándolos constantemente más alto.
A veces viene la tentación de usar el método de la montaña rusa, subiendo un momento cuando se tiene una percepción de la realidad, y luego bajando hacia las profundidades de la apatía, el temor y el desaliento al ver que la pretensión física está aparente aún. En cambio, en lo que parece ser un momento en que se desciende, deberíamos saber y declarar que el progreso se está realizando, sea o no visible. Esto es fundamental para que aparezca la armonía definitiva y completamente. Empezar en seguida y continuar persistiendo sabiendo exactamente que cada ápice que se comprende de la verdad es importante, es seguir el camino que lleva a la victoria. Esto es ser obediente, aplicando firmemente las leyes de Dios.
Podemos regocijarnos porque el esfuerzo que hacemos para ser fieles nunca es en vano. Con cada pensamiento y acción correctos la luz de la Verdad está iluminando los lugares oscuros de la tierra, ayudando a otros así como a nosotros mismos. La Ciencia divina, nos recuerda la Sra. Eddy, es lo que se necesita: “La necesitamos en nuestros hogares, en nuestra vida familiar, en nuestros altares, porque con ella ganamos la carrera de los siglos. La tenemos solamente en la medida en que la vivimos”.Miscellany, pág. 126.
