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El arte de la autodefensa espiritual

Del número de enero de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La gente, especialmente la juventud, no quieren quedarse en casa todas las noches después de la escuela o el trabajo. Quieren poder ir a todas partes libremente si lo desean — visitar amistades, ir al cine o salir a caminar. Y tienen todo el derecho de hacerlo. Todos debiéramos poder seguir nuestro camino a salvo, sin temor a que se nos haga daño — y podemos lograrlo si aprendemos el arte de la autodefensa espiritual, y verdaderamente lo practicamos.

La autodefensa espiritual no requiere fuerza física, pero sí fuerza moral. No tiene semejanza alguna con las hoy en día populares artes de judo, karate, y kung fu, a pesar de que debiera aprenderse y practicarse con el mismo ahínco y seriedad —¡o aún más! La autodefensa espiritual está basada en la comprensión y práctica de la ley divina del bien universal — la ley revelada mediante la Ciencia Cristiana — en la cual se sabe que la creación de Dios refleja las cualidades del Amor y está gobernada por el Principio infinito en perfecta armonía.

No es más probable adquirir destreza en la práctica de la ley divina sin labor dedicada, que lo sería el lograr merecer las altas recompensas de las artes militares con una sola y fácil lección. Uno tiene que estar dispuesto a vestirse de “toda la armadura de Dios”, como lo indicó el Apóstol Pablo en las siguientes palabras al referirse al armamento de defensa cristiana: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”. Efes. 6:11; Y en otra ocasión lo definió como “las armas de la luz”. Rom. 13:12;

Pablo estaba expresándose en metáforas. La armadura a la que se refería es espiritual. Consiste de verdad, rectitud y paz; el escudo de la fe y la espada del Espíritu. “Vestíos del Señor Jesucristo”, dijo, “y no proveáis para los deseos de la carne”. vers. 14; Nuestra defensa segura radica en nuestra confianza en Dios, el bien; en la expresión constante de Sus cualidades y en la obediencia a Su dirección. Si escuchamos y obedecemos la dirección de Dios, se nos mantendrá fuera del camino del mal o podremos vencerlo.

Bajo la dirección de Dios, Cristo Jesús caminaba libremente y a salvo, a pesar de la hostilidad y las amenazas. Su pensamiento estaba tan espiritualmente alerta que podía detectar al instante las amenazantes pretensiones del mal y, una vez detectadas, las rechazaba y destruía mediante la convicción de que sólo Dios, el bien, tiene poder. “Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”, Juan 14:30; les dijo a sus discípulos. Demostró que aun cuando el mal pareció triunfar en la crucifixión, no pudo destruir ni su vida ni su paz. Cuando mantenemos en la consciencia solamente las ideas puras y espirituales del Alma, Dios, nuestra protección está asegurada.

Refiriéndose a Jesús, la Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Él daba mucha importancia a la acción de la mente humana, invisible a los sentidos”. Y luego prosigue: “Los pensamientos y propósitos malos no tienen más alcance ni hacen más daño, de lo que la creencia de uno permita. Los malos pensamientos, las concupiscencias y los propósitos malévolos no pueden ir, como polen errante, de una mente humana a otra, encontrando alojamiento inesperado, si la virtud y la verdad construyen una fuerte defensa”.Ciencia y Salud, págs. 234–235;

Cada uno de nosotros puede construir una “fuerte defensa” en su consciencia ahora. La Biblia y Ciencia y Salud nos muestran los pensamientos que son reales y virtuosos — cuáles son los conceptos y cualidades mentales que nos es bueno abrigar. “Acordaos de la realidad del ser, — que el hombre es la imagen y semejanza de Dios, en quien toda la existencia es permanente y exenta de dolor”, escribe la Sra. Eddy. Y continúa: “Recordad que la perfección del hombre es real e intachable, mientras que la imperfección es censurable, irreal, y no es producida por el Amor divino”.ibid., pág. 414;

Se requiere una actividad mental constante para mantener nuestras defensas contra las creencias irreales y censurables del mal. Destruimos estas creencias percatándonos de su irrealidad y de la presencia misma de la perfección. Las sugestiones de perversidad, sensualidad, frustración, temor y peligro, no deben ser ignoradas, sino detectadas y deben ser rechazadas y destruidas prontamente sobre la base de su nada y de la totalidad de Dios, el Amor. No debiéramos permitir que “las asechanzas del diablo” se oculten en los rincones oscuros de nuestro propio pensamiento, o consentir en ser tentados a proveer “para los deseos de la carne”. Cuando nos vestimos con “las armas de la luz” del Cristo — la comprensión de la omnipotencia y omnipresencia del Amor — sabemos que no existe poder alguno que pueda ultrajarnos, violarnos, robarnos, o molestarnos o dañarnos en cualquier otra forma.

Los métodos humanos de autodefensa pueden ser peligrosos para otros. Mas la fuerte defensa de la virtud y la verdad bendice a todos. La consciencia del todo poder y presencia del Amor, la fe en que la ley de armonía de Dios gobierna el universo y al hombre, la convicción de la capacidad del Espíritu para destruir la aparente evidencia del mal, van lejos hacia la realización del propósito sanador de esta oración que la Sra. Eddy dio a los Científicos Cristianos: “ ‘Venga Tu reino’; haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos se establezca en mí, y quita de mí todo pecado; ¡y que Tu Palabra fecunde los afectos de toda la humanidad, y la gobierne!”.Manual de La Iglesia Madre, Art. VIII, Sec. 4.

Tal oración no sólo asegura que no habrá víctimas, sino que también ayuda a despertar a aquel que desempeña el papel de villano. Ayuda no tan sólo a mantenernos a salvo, sino también a excluir sugestiones de lujuria, avaricia, malicia u odio que parezcan existir en los pensamientos de otros — a mostrar que carecen de poder y a sustituirlos con el amor.

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