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Escribo este testimonio con la esperanza de que ayude a alguien y demuestre...

Del número de enero de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Escribo este testimonio con la esperanza de que ayude a alguien y demuestre que la gente joven puede tener buenas curaciones que ellos mismos han llevado a cabo.

Tenía una protuberancia en la cabeza, de modo que mantenía mi cabello de un determinado largo y estilo para ocultarla. Mientras cursaba el quinto y sexto grado, trabajé con distintos practicistas de la Ciencia Cristiana acerca del problema, pero sin aparentes resultados. Desde el séptimo grado he tenido la oportunidad de asistir a un colegio para Científicos Cristianos. Esto me ayudó a aclarar mi pensamiento. No estaba tan consciente de esta protuberancia, pues la mayoría de los niños ni siquiera la miraban.

Así seguí hasta el verano de 1974, cuando mi hermana y mi hermano menores se fueron a un campamento y había más tranquilidad en casa. Entonces, decidí que ése era un buen momento para organizarme y aclarar más mi pensamiento. Comencé a trabajar regularmente con un practicista de la Ciencia Cristiana, quien me ayudó y me guió en la dirección correcta. Me dio varias ideas para hacer mi trabajo, citas de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy. En especial, me gustaba trabajar con los dos poemas que la Sra. Eddy escribió a los niños pequeños y a los grandes. Se encuentran en la página 69 de Poems (Poemas).

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