Los Salmos emplean hermosas metáforas instructivas. Ellas adquieren significado cuando la Ciencia Cristiana muestra la proximidad, pertinencia, y poder sanador de la verdad que yacen a la raíz del mensaje metafórico. El Salmo 128 habla de la familia ideal, en la cual “tus hijos [son] como plantas de olivo alrededor de tu mesa”. Salmo 128:3;
En los tiempos bíblicos para que una planta de olivo fuera plenamente productiva necesitaba de diecisiete a dieciocho años de incansable cultivo y cuidado. Uno podía darse cuenta de si el país estaba en paz o en guerra observando sus huertos de olivos; si estaban cuidados, eran señal de paz en el país; si descuidados, ¡de guerra! Cuando las plantas crecían descuidadas y silvestres daban un fruto incomible. No es de extrañarse entonces que el Salmista se refiera a “plantas de olivo” para describir a los hijos que son obedientes a los mandamientos de Dios como resultado de la enseñanza espiritual recibida de sus padres.
Por algún tiempo, una madre del siglo veinte estaba desesperada a causa del comportamiento de su hijo. Sus oraciones y las de practicistas de la Ciencia Cristiana no parecían tener efecto alguno en la rebelión y desobediencia del muchacho. Su poco interés en ser bueno o en hacer lo bueno, resultó en malas notas en el colegio y en discordancia en el hogar.
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