Mi lengua dice: “¡No puedo!”
Me siento y lloro.
Mi voz grita: “¡No lo haré!”
Mamá suplica: “¡Inténtalo!”
Entonces las dos escuchamos a Dios
Para que nos diga lo que es verdad.
El discutir no me sana,
Pero los pensamientos de Dios siempre sanan.
Del número de julio de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana
Mi lengua dice: “¡No puedo!”
Me siento y lloro.
Mi voz grita: “¡No lo haré!”
Mamá suplica: “¡Inténtalo!”
Entonces las dos escuchamos a Dios
Para que nos diga lo que es verdad.
El discutir no me sana,
Pero los pensamientos de Dios siempre sanan.