El hecho de haber trabajado en un comité político me enseñó la importancia de votar. De la Ciencia Cristiana aprendí cómo debía encarar este acto con entendimiento espiritual.
No todos tienen la oportunidad de estar en contacto tan directo con la política como lo estuve yo. Posiblemente pocos habrán conocido personalmente a alguien que perdió una elección en una gran ciudad por sólo seis votos. Mi amigo me dijo que al día siguiente de la elección, mientras recorría a pie la corta distancia que lo separaba de su oficina, había encontrado a un total de ocho hombres que conocía, amigos suyos unos, otros simplemente conocidos. Todos se habían detenido a hablar con él, a expresarle cuánto lamentaban el resultado, y a disculparse por la dejación de no haber ido a votar. Todos habían pensado votar por él. Pero los ocho habían estado demasiado ocupados. La apatía, en este caso, había cobrado su precio: un hombre público meritorio se había visto privado probablemente de la oportunidad de prestar sus servicios como funcionario público.
La Sra. Eddy escribe: “Muchos son los que duermen cuando debieran estar despiertos y despertar al mundo”.Message to The Mother Church for 1902, pág. 17; La apatía es, tal vez, una de las armas que la mente carnal usa con más frecuencia, una influencia secreta que podría llegar a ser muy eficaz contra el gobierno democrático si no se está alerta para anularla. Quienes tenemos el inapreciable privilegio de participar en el gobierno mediante elecciones libres debemos esforzarnos por resistir el magnetismo animal, o sea, la creencia en una mente maligna, el cual quisiera inducirnos a la apatía y adormecernos.
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