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El inexpugnable y sólido tú

Del número de diciembre de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A medida que las investigaciones en el campo de la física continúan poniendo en duda la supuesta “sustancia” de la materia, se agudiza la pregunta: ¿Existe algo que sea sólido?

La Ciencia Cristiana dice que sí, y presenta un universo más sólido e inmutable, inexpugnable y permanente, de lo que la materia jamás ha parecido ser. Éste es el universo del Espíritu, el único universo real.

La Sra. Eddy, en una charla que dio de improviso en Chicago a fines del siglo pasado, dijo: “El Espíritu inteligente, el Alma, es sustancia, mucho más inexpugnable y sólido que la materia; pues ésta es temporal, mientras que aquél es eterno, la esencia y expresión del ser”.Escritos Misceláneos, pág. 103;

De cualquier manera que veamos la materia, encontramos preguntas que no tienen respuestas. Al ver su falta de solidez y permanencia tal vez sintamos que la existencia es algo así como hielo que se derrite. Por otra parte, aceptar que la materia es permanente significa aceptar la permanencia de sus discordancias. Podríamos exclamar con Hamlet: “¡Oh, si esta carne tan tan sólida se derritiera, / Deshelárase, y tornárase rocío!” Shakespeare, Hamlet, Acto I, escena 2;

Puede que no sea tan sencillo liberarse de la tiranía de la materia, de pensar que es sustancia, de sentir que tenemos que cambiar esa sustancia para poder gozar de salud, seguridad, o hasta para sobrevivir. Sin embargo, se puede lograr si basamos nuestro entendimiento del universo en el Espíritu. Tal discernimiento, que trae a luz al hombre verdadero y espiritual, sana y salva a la humanidad.

Lograr seguridad y curación física por medios espirituales no es esencialmente cuestión de cambiar la materia. Es el resultado de ver que la materia no es sustancia en absoluto. Pero es más importante aún comprender que el Espíritu es sustancia tangible, sólida, permanente.

El Espíritu se expresa en cualidades espirituales. El gozo es una de esas cualidades fáciles de reconocer. Cristo Jesús elevó el gozo más allá de esa emoción humana que aparentemente se nos da o se nos quita mediante personas y condiciones de la materia. En un conmovedor mensaje a sus seguidores, Jesús habló en términos metafísicos sobre el morar de ellos en el Cristo y dijo: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. Juan 15:11;

Cuando comprendemos que el gozo es una cualidad del Cristo, una cualidad inexpugnable de la verdadera sustancia espiritual, lo demostramos en nuestra vida diaria. Otras cualidades tales como la sabiduría, la bondad, el amor, constituyen la sustancia eterna, sólida, que no puede ser invadida ni cambiada por las fluctuantes teorías y sucesos materiales. Siempre podemos apartarnos de cualquier condición material que se corroe y encontrar la sólida sustancia de la cualidad espiritual exacta que ya existe.

Si bien afirmamos vigorosamente que las cualidades espirituales son sustancia y negamos la realidad de la materia y hacemos prácticas esta afirmación y negación en la Ciencia Cristiana, esta comprensión de sustancia de ninguna manera es nueva. Por siglos ha sido simbolizada por la Eucaristía. ¿Acaso no participamos nosotros de la “carne y sangre” de Cristo Jesús cuando demostramos que las cualidades espirituales que él encarnaba son nuestra sustancia? ¿No es esto parte de la sagrada lección de su crucifixión, resurrección y ascensión? Al comienzo de su ministerio, refiriéndose a su ascensión, Jesús dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”. 6:63;

A medida que se comprenden más profundamente las explicaciones y las obras de Cristo Jesús, su impacto en el mundo se ve aún más revolucionario. Él venció conceptos mortales de tiempo y espacio. Pero lo que ocasionalmente parece todavía más asombroso a un mundo a veces cínico, es el hecho de que Jesús ciertamente se mantenía gozoso y sanaba a la humanidad, alimentaba a las multitudes, enseñaba poderosas lecciones para vivir vidas nobles. Viendo lo que la vida puede ser, y lo que realmente es en Espíritu, la humanidad se aparta naturalmente de la materia. “La conformidad con el pasado y frío materialismo convencional se van desmoronando”,Ciencia y Salud, pág. vii. escribe la Sra. Eddy en el Prefacio de su obra principal, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.

A medida que nuestra conformidad con “el frío materialismo convencional” se desmorona, la teoría misma de la materia se desmorona. Y la vemos reemplazada por la totalidad del Espíritu.

Al sentir la ternura y permanencia de las verdaderas cualidades espirituales, nos volvemos hacia su origen. Nos damos cuenta de la sólida sustancia del Espíritu, que nunca puede ser transmitida a la materia y que permanece impenetrable ante cualquier invasión. Nos damos cuenta de la inexpugnable y sólida sustancia que constituye al hombre y al universo. Y esta sustancia es el Amor.

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