¡Quién no se sentiría extasiado con el recuento bíblico de los tres hebreos y la experiencia que tuvieron en el “horno de fuego ardiendo”! Debido a que estaban aliados al único Dios y se rehusaron a adorar la estatua de oro erigida por el rey, fueron echados atados al horno de fuego. ¡Ésta era ciertamente la mejor manera de castigarlos y librarse de ellos! Más tarde el rey los vio sueltos y paseándose en medio del fuego, libres. Y junto a ellos otro más: un cuarto. La Biblia nos dice: “Y la forma del cuarto es semejante al Hijo de Dios”. Dan. 3:20, 25 (según la versión King James);
La experiencia del rey al ver esta forma cambió su concepto de gobierno y de poder. La presencia del Cristo ¡qué no puede hacer! El rey debe de haber visto esta presencia del Cristo, que le fue visible como “la forma del cuarto”, abarcando, protegiendo y liberando a aquellos que viven en unidad con Dios. La consciencia a la semejanza del Cristo exhibe por siempre la verdadera identidad del hombre como la expresión del ser de Dios.
El concepto de forma penetra mucho el pensamiento de hoy en día. ¿Qué forma está tomando la economía, y cómo podemos contender? ¿Qué patrón está modelando nuestro gobierno, sirviendo de base para nuestras ideas de moralidad, estableciendo normas para nuestra salud? Aun el cristianismo ¿qué modalidad asumirá en el siglo veintiuno? En las artes encontramos una inquieta búsqueda de forma en los nuevos estilos de música, pintura, escultura y literatura. Los cambios se suceden tan rápidamente que pareciera difícil seguirles el paso. Oímos decir: “Es completamente una nueva historia, y el mundo se ha vuelto loco”.
¿Más, es realmente así? ¿Es que no hay un reino de estabilidad, de seguridad invariable, donde podamos encontrar vida, resguardo y un lugar en donde depositar nuestra confianza? La Ciencia Cristiana nos asegura que sí, lo hay. Esta Ciencia nos exige que pensemos de manera nueva y más elevada. La Sra. Eddy señala hacia este reino: “El Espíritu y sus formaciones son las únicas realidades del ser”.Ciencia y Salud, pág. 264; Y dice también: “Corregid la creencia material por el entendimiento espiritual, y el Espíritu os formará de nuevo”.ibid., pág. 425;
No somos dejados, entonces, en un estado de perplejidad, especulando sobre cómo nos las arreglaremos. La Mente no sólo nos forma, sino que nos informa. Con esto como guía cada uno de nosotros puede decir: “Rehuso olvidarme de quien soy, una expresión individual de la Mente. Rehuso acordarme de lo que no soy, un mortal frustrado y luchando”. Asumiendo esta posición, no perdemos el tiempo con tonterías ni experimentamos con las vagas conjeturas que las torpes teorías mortales presentan acerca de la identidad. En vez, dejamos que la inspirada acción del Cristo provea una forma y enfoque positivos para el desarrollo de nuestros conceptos.
El enfoque es algo valioso de cultivar, y se relaciona con la “forma”. Muy a menudo nuestros pensamientos parecen estar dispersados, yendo en todas direcciones. Ellos tienen que ser eficazmente acorralados, disciplinados y entonces ser definidos específicamente.
Cuando mi hermano y yo éramos niños, nos regalaron una lente de aumento y nos dijeron que si la sosteníamos sobre un papel a la luz brillante del sol, los rayos del sol quemarían el papel haciéndole un agujero. Estábamos ansiosos de probar el experimento ¡y por cierto que funcionó! La lente no creó más rayos. Ni añadió fuerza a los rayos ya presentes. Todo lo que hizo fue enfocar los rayos.
¿No es esto acaso lo que podemos hacer con nuestras oraciones y trabajo científicos, enfocar el pensamiento, mantenerlo ininterrumpido, claramente formado, seguro? Entonces comenzamos a demostrar el poder que la Verdad tiene para sanar. La Sra. Eddy nos dice: “Los rayos de la Verdad infinita, cuando se concentran en el foco de ideas, traen la luz instantáneamente, mientras que mil años de doctrinas humanas, hipótesis y vagas conjeturas no emiten tal fulgor”.ibid., pág. 504;
¡Cómo necesita el mundo de nuestro amor, de nuestro cuidado y de nuestros afectuosos pensamientos! Si nos proponemos ver al mundo como Dios lo ve — una idea espiritual gobernada por el Principio divino y por la ley espiritual — abrimos la puerta para que la presencia del Cristo traiga sus bendiciones a los corazones sedientos y a los reinos áridos, para que acabe con las guerras y establezca el amor entre la gente.
Al establecer esta norma de visión, un mejor gobierno y un sentido más amplio de lo que constituye la comunidad, comienzan a aparecer. Nuestra economía responde al pensamiento que se basa menos en la materia, que ha sido más liberado por el Espíritu, que depende menos de meras teorías mortales. A la luz de lo que el Cristo, la Verdad, revela a la consciencia humana, la Iglesia se ve como la expresión de la Mente, del Amor. Esto quiere decir que podemos liberar a nuestras iglesias de la burocracia y del formalismo que las envolverían en pañales mentales que sofocarían su poder para sanar. Nuestra salud y nuestra abundancia brillan como la sustancia misma de nuestro ser, sin acumulaciones materiales o historiales que vengan a limitar su libertad.
¡Qué gran esperanza inspiran tales percepciones! Y con ello viene un anhelo de desarrollar más esta actividad espiritual. La declaración de Cristo Jesús nos señala la respuesta. La Biblia The New English Bible interpreta así éstas sus conocidas palabras: “Si vivís dentro de la revelación que os he traído, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:31, 32. La versión Reina-Valera dice: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
De modo que se nos presenta la pregunta: ¿Cómo puedo caminar más conscientemente a la semejanza de la cuarta forma? ¿Cómo puedo atesorar más vigorosamente mi naturaleza más elevada? ¿Cómo puedo resistir al magnetismo de los ídolos del mundo y rehusarme a adorarlos? Puedo orar para que en mis relaciones con otros mi caridad sea semejante a la del Cristo; que cuando me vea enfrentado ante la necesidad de tomar una decisión importante, actúe con inteligente agudeza; que cuando me enfrente a la tentación de cambiar mi gozo y mi dominio por la desviación de mi fidelidad al Principio, cuente con fortaleza científica. La compasión, la vigilancia, la fortaleza, todas éstas indican la semejanza de la cuarta forma.
Pensando y actuando desde este punto de vista, no nos identificaremos como mortales que han sido separados de Dios y tratan de unirse a Él nuevamente. Somos ya inmortales, la expresión individual de Dios, definida y única. Conocernos de esta manera es encontrar nuestro cielo y nuestra tierra. Éste es nuestro universo real, en el que no hay odios ni guerras y en el cual podemos encontrarnos caminando con la cuarta forma y viviendo a su semejanza.
