Un estudiante de Ciencia Cristiana, cuando recién comenzaba su estudio de esta Ciencia, aprendió a preguntarse a sí mismo al enfrentar alguna dificultad: “¿Qué se descubre al invertir la creencia material?” Resolvió muchos problemas enfocándolos así y curaciones físicas resultaron.
Es útil preguntarnos: “¿Cuál es el opuesto de este problema?” Si Dios es Todo-en-todo, como lo explica la Ciencia Cristiana, entonces ¿cómo y dónde puede existir cualquier clase de mal? La respuesta absoluta y científica es que no existe. No estamos luchando contra algo real. Refutamos la discordancia al sacar a luz nuestra verdadera filiación espiritual con el Padre, el Amor divino.
En el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, la Sra. Eddy nos dice: “El mayor mal no es más que el opuesto hipotético del máximo bien”.Ciencia y Salud, pág. 368; Prestar atención a esta significativa palabra “hipotético”, puede extirpar el aguijón de todo error. Esta actitud mental puede desarraigar el error y revelar lo absurdo de creer en él, ya sea en la forma de enfermedad, temor, preocupación, escasez, peligro o cualquier otra condición otra condición discordante.
El error invertido es la verdad en cualquier situación. En Escritos Misceláneos, la Sra. Eddy se refiere a este punto con una declaración que nos alerta: “Toda creencia material sugiere la existencia de la realidad espiritual; y si se les instruye a los mortales en cosas espirituales, se verá que al invertir la creencia material en todas sus manifestaciones, se hallará el tipo y representante de verdades inestimables, eternas y justo a mano”.Esc. Mis., págs. 60–61;
Si un mal — cualquiera sea su naturaleza — no es real, uno puede comenzar a buscar qué es en cambio lo real. Y al comprobar lo que es real, hacemos una demostración sensata de la Ciencia de la Vida. El Maestro, Cristo Jesús, sacó a luz esta Vida. Más tarde, la Sra. Eddy presentó esta Ciencia cabalmente.
Un estudio de la palabra “invertir” y sus derivados, con la ayuda de las Concordancias de las obras de la Sra. Eddy, puede arrojar gran luz a nuestro camino. Puede acabar con mucha de la aparente solidez y tenacidad de cualquier determinado error que nos hallemos enfrentando.
Moisés, temeroso de seguir adelante con la misión que se le había encomendado de sacar a los hijos de Israel de la esclavitud del materialismo evidenciado en despotismo egipcio, vio la nada de lo que presentaba la materia. Comprobó que la lepra y una vara que se convirtió en culebra eran ilusiones inofensivas. La naturaleza hipotética de estos dos errores le fue mostrada a Moisés mediante la dirección del Padre, y esto le trajo un gran despertar. Le permitió seguir adelante con percepción, fortaleza y confianza. Igualmente ahora nuestro camino es mucho más claro en la medida en que comenzamos a desafiar las distintas manifestaciones del mal. Una comprensión de lo que es la Ciencia Cristiana, adquirida mediante el estudio profundo de los escritos de la Sra. Eddy, abrirá la puerta del pensamiento a la percepción de un mayor bien, un bien que parece invertido por los sentidos mortales engañosos. El resultado ilusivo de la inversión que el error hace de la verdad no es dos realidades, no es el bien y el mal disputando, sino que es un cuadro fuera de foco y dado vuelta al revés.
“La gran verdad en la Ciencia del ser de que el hombre real era, es, y siempre será perfecto, es incontrovertible; porque si el hombre es la imagen o el reflejo de Dios, no está invertido ni subvertido, sino que es recto y semejante a Dios”,Ciencia y Salud, 200; dice el libro de texto. Entonces, para llevar la situación a una conclusión victoriosa, necesitamos invertir la creencia material y descubrir la realidad. ¿Cuál es? Es la filiación espiritual del hombre, su identidad actual y perfecta de acuerdo con el Principio, su compleción como hijo de Dios. El hombre es amado y ama. El hombre es completamente bueno. El hombre es íntegro, puro, justo, sincero y humilde; sano, no enfermo. Estas condiciones están ahora y aquí. Son reales. Se pueden demostrar. ¿Por qué? Porque expresan a Dios, que es sólo el bien. No incluyen ningún elemento discordante. Gradualmente estas verdades de valor inestimable saldrán a la superficie del pensamiento y se irán demostrando paulatinamente.
Momento a momento, todos tenemos el privilegio de desafiar los errores de la mente y del cuerpo. Podemos imponernos la tarea de encontrar qué es lo que realmente está presente allí donde parece estar la horrenda mentira. Todo en el Principio divino apoya este propósito.
En cierta ocasión viví en una localidad en que había varios dínamos enormes cerca de una represa destinada a generar energía eléctrica para una gran área. Era la época de las Navidades. Un árbol de Navidad chispeaba sus luces en la sala. De pronto pensé que detrás de cada pequeñísima luz que irradiaba en ese árbol estaba el gran poder de esos enormes dínamos. Luego, profundizando más, percibí que el poder del Principio divino estaba detrás de cada idea correcta. También percibí que el Amor infinito estaba detrás de hasta la más pequeña manifestación de amor. Este razonamiento abrió el camino a una gran inspiración.
Al descubrir lo opuesto de un problema — al invertirlo — podemos saber que el Principio divino es lo que impulsa este proceso de denuncia del error para destruirlo. Se puede comprobar que el error no tiene poder real para molestar, enfermar y mermar. Nadie necesita revolcarse en la discordancia, como un cerdo se revuelca en un charco de barro. La Ciencia Cristiana revela magníficas percepciones espirituales, las cuales aumentarán y brillarán al apoyarnos en ellas en nuestra vida diaria en forma genuina, sagrada y sincera.
Lo opuesto de cualquier error es la verdad acerca de él. ¿Dónde podría existir cualquier error si Dios llena todo el espacio? En ninguna parte, sino sólo en la sugestión, en la ilusión. No somos suponedores. Somos en realidad la imagen misma de Dios, expresiones individuales de Su ser activo. Somos de Él. No somos de nosotros mismos. El amado apóstol Pablo pregunta concisamente: “¿Ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” 1 Cor. 6:19. Con esta identificación correcta podemos comenzar a encontrar qué se descubre al invertir la creencia material.