Desde que mi familia conoció la Ciencia Cristiana, hemos recibido muchas bendiciones. Hemos sanado relaciones tirantes, resuelto diferencias personales de manera armoniosa, y nuestros ingresos han sido amplios. Cuando, debido a la construcción de una nueva autopista, fue necesario mudarnos de casa, encontramos una más hermosa todavía. Esto fue el resultado de nuestras oraciones para alcanzar una comprensión más espiritual de lo que es el verdadero hogar.
En cierta ocasión, nuestra pequeña hijita tenía unos verdugones rojos por todo el cuerpo. Juntas hablamos sobre el gran amor de Dios por Sus hijos, y además reflexionamos sobre la declaración que hace la Sra. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 463): “Una idea espiritual no tiene ni un solo elemento de error, y esta verdad elimina debidamente todo lo que sea nocivo”. Nuestra hija pronto se recuperó. Una vez, en un sólo día sané de lo que parecía ser pulmonía. Casi no podía hablar con el practicista de la Ciencia Cristiana que accedió a orar por mí, pero con su ayuda, al día siguiente ya pude hablar sin dificultad.
Lo que me condujo a la Ciencia Cristiana fue un difícil problema personal que necesitaba resolverse en mi matrimonio. Oré “sin cesar” para comprender a Dios y la relación espiritual del hombre con Él. Pronto pude ver evidencias del amor de Dios obrando en muchas situaciones, incluso en mi matrimonio, que necesitaban ser sanadas — y que fueron sanadas — en aquel momento.
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