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La oración y la votación

Del número de noviembre de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cada año millones de personas a través del mundo son llamadas para que participen en su gobierno mediante la votación. La votación es ciertamente una responsabilidad importante. También es una oportunidad para que pueda ejercerse sobre el gobierno humano la dirección divinamente derivada y que se obtiene mediante la oración inspirada. El recurrir a Dios dirige nuestro pensamiento a la Mente única, y, por ello, podemos afirmar la inteligencia divina de nuestra naturaleza verdadera y actuar de acuerdo con nuestro concepto más elevado del Principio. Aprendemos a evitar que se nos influya indebidamente por medio de encuestas o arengas políticas, y a confiar más en la inspiración, sabiduría y dirección divinas.

Seguir la dirección de la Mente, ¿significa acaso que oremos para que triunfe el candidato que hemos elegido o para que se haga nuestra voluntad? Por supuesto que no. Oramos y después actuamos de acuerdo con nuestro concepto más elevado de justicia. La Ciencia Cristiana enseña que Dios está siempre activo y siempre presente. Cuando ponemos en armonía nuestros pensamientos y actos con Su ley benéfica, somos capaces de hacer elecciones sabias.

Conociendo los hechos del gobierno de Dios en todo, uno podría preguntarse: “¿Por qué molestarme en votar si Dios cuidará de todas las cosas? Sólo con saber intelectualmente que todo está en manos de Dios, no es suficiente. Por ejemplo, podríamos saber mediante el estudio de Ciencia Cristiana que Dios es Mente y que el hombre refleja los atributos de la Mente, tales como inteligencia, sabiduría y comprensión. Pero tenemos que poner este conocimiento en práctica para expresar estas cualidades en nuestra vida. Hasta que todos tengamos una Mente — unidos en el propósito de Dios — necesitamos esforzarnos por elevar a la humanidad mediante cualquier acción que sea necesaria. La colaboración mayor y más fundamental que podemos hacer es la oración, y las obras que nacen de ella.

Ahora bien, la siguiente pregunta que puede surgir es: “¿Si Dios gobierna y la humanidad generalmente está bajo Su dirección, por qué hay opiniones divergentes, incluso opresión y dominación?” Porque no toda la humanidad ha aceptado la realidad de la Mente única ni ha escuchado a Dios. La voluntad humana dirige con demasiada frecuencia las acciones de los gobiernos. La avaricia y la ambición de poder parecen tomar posesión. ¿Significa esto que nuestras oraciones han fracasado? No. Pero sí significa que tenemos que ser tan afirmativos en declarar la verdad, y tan determinados en doblegar las pretensiones de la mente mortal o carnal, como ese error quisiera serlo en sus afirmaciones erróneas. El esfuerzo persistente traerá resultados armoniosos. Manteniendo nuestro pensamiento firmemente en armonía con Dios, y escuchando pacientemente a la Mente única y después obedeciéndola, purificamos y elevamos nuestros esfuerzos. La manera de pensar y de actuar correcta y persistente es eficaz. Después de describir un estado de consciencia humano profundamente regenerado, la Sra. Eddy escribe: “Al purificar el pensamiento humano, este estado de ánimo penetra con acrecentada armonía todas las minucias de los asuntos humanos”. Escritos Misceláneos, pág. 204.

Todo lo que tenemos que hacer es dejar que la ley de Dios influya en todas nuestras actividades. Esto exige la purificación de nuestro pensamiento y la elevación de nuestras acciones, viviendo así nuestras oraciones mediante la actividad correcta.

Tanto Cristo Jesús como la Sra. Eddy sabían que todo estaba bajo el gobierno de Dios. Sabían también que la humanidad tiene que ser incitada para que renuncie a las pretensiones de la mente mortal de poder y dominio. Esto no se logra mediante la complacencia o ignorando el problema, sino viviendo activamente el gran mandamiento de la Biblia: tener un solo Dios y amarlo supremamente. Este mandamiento significa que no aceptemos ninguna otra Mente sino la de Dios. A medida que obedezcamos este mandamiento con comprensión, se nos proveerá de la inteligencia, inspiración y valor para actuar sabia y valientemente, para expresar nuestra libertad otorgada por Dios.

Amar a Dios supremamente significa que reconocemos que Dios es el único poder y la única presencia. Sabemos, además, que Dios es Mente que todo lo sabe y que es del todo activa; en consecuencia, el resultado final está siempre en manos de Dios. Ésta no es una actitud de triste resignación a la voluntad divina. Es, más bien, evidencia de nuestra libertad espiritual individual de aceptar el gobierno de Dios y obtener las bendiciones que esto confiere. Logramos esto mediante consagrada oración en procura de sabiduría e inspiración de manera que nuestras acciones están basadas sobre la obediencia a la ley de orden del Principio. El saber que todo está bajo el gobierno de Dios nos da libertad para actuar sin temor o frustración y expresar valor y confianza.

Debemos cuidarnos también de la presunción o la complacencia. Cristo Jesús jamás obró con apatía. Su misión iba contra la hipocresía, la avaricia, y la degeneración de los jefes de su comunidad. Como el representante humano más elevado de la idea-Cristo, insistía en la obediencia a las leyes humanas. Dijo: “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios”. Marcos 12:17. Las acciones de Jesús, que evidenciaban la ley divina, ofendían a sus enemigos. No obstante, valiente y persistentemente siempre seguía la dirección de Dios.

La Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, fue educada en Nueva Inglaterra, el suelo nativo de la Revolución de los Estados Unidos. De niña, escuchaba discusiones no sólo sobre religión, sino también sobre democracia y política. Obedecía las leyes del país y alentaba a sus seguidores a que hicieran lo mismo. A través de sus escritos hace muchas referencias a la ley y al gobierno. Presenta, también, analogías entre las leyes espirituales de Dios y las leyes del gobierno humano y la libertad. Siempre hizo hincapié en la necesidad de la oración seguida por la obediencia a los preceptos de una vida cristiana para animar y elevar la experiencia humana. Escribe: “La humanidad será gobernada por Dios en la proporción en que el gobierno de Dios se evidencie, se ponga en práctica la Regla de Oro, y se sacramenten los derechos del hombre y la libertad de conciencia”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 222.

Al decidir por quien votar, deberíamos apoyar a quienes expresen las cualidades más elevadas de honradez e integridad: verdaderas características cristianas. Se requiere también con frecuencia que hablemos abiertamente y votemos contra lo que está mal en el gobierno. Votar no es sólo expresar una preferencia; es una oportunidad para apoyar los esfuerzos humanos por obedecer la ley divina.

Mediante la Ciencia Cristiana estamos mejor capacitados para orar y actuar de acuerdo con el nivel más elevado de nuestra comprensión, siempre confiando en Dios, y sabiendo que todo está en Sus manos. Si la situación parece sombría, no deberíamos desalentarnos; y ciertamente jamás deberíamos ceder ante los caprichos del error. La Biblia sabiamente nos recuerda: “No te impacientes a causa de los malignos”. Salmo 37:1.

A lo largo de la Biblia hallamos evidencia de la dirección y gobierno permanente de Dios, los cuales jamás han cesado o cambiado. Dios proveyó a Ezequiel con la inspiradora seguridad: “A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré”. Ezeq. 21:27. La oración humilde y persistente, por medio de la cual sabemos que Dios es el único poder activo, siempre presente y siempre poderoso, elimina las creencias erróneas que pretenden tener poder, y armoniza el pensamiento y acción humanos con lo divino.

Podemos ayudar a que la humanidad avance hacia esta meta mediante nuestros esfuerzos por demostrar que todo está en manos de Dios, ahora y siempre.

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