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La Ciencia Cristiana y la labor académica

Del número de noviembre de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un preludio de vital importancia para el trabajo académico es estar diariamente en comunión con Dios. La oración y el estudio de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy nos preparan para el trabajo diario. Esta manera de limpiar nuestra consciencia nos permite discernir en toda su lozanía y pureza las ideas divinas que continuamente alborean en el pensamiento humano; ideas que pueden tener una importancia vital en nuestros estudios.

He visto que la cualidad más efectiva con la cual trabajar antes de comenzar un proyecto académico es la pureza. Conceptos relacionados — santidad, inocencia, impecabilidad e inspiración — también son útiles. Buscando esos términos en las Concordancias de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy, e insistiendo en que esas condiciones constituyen nuestro estado mental, podemos mantener el pensamiento mucho menos propenso a ser encauzado erróneamente por vías materiales. También resulta de gran ayuda descubrir lo que la Sra. Eddy quiere decir con “ángeles” e “ideas”. Este tipo de investigación nos prepara para recibir pensamientos puros del Amor, nuestro eterno patrimonio.

El reino de la Mente divina es un reino de pureza total; un reino en el cual las ideas de Dios se desarrollan en calma eterna, en prístino esplendor. Para mantenernos en armonía con este reino mientras trabajamos con alguna asignatura en particular, podría ser útil detenernos de tanto en tanto para espiritualizar nuestro enfoque. Podemos, por ejemplo, utilizar las Concordancias para buscar los aspectos claves sobre el tema que estamos tratando, a fin de profundizar sobre lo que éstos implican espiritualmente. Mientras estudiaba una corriente filosófica particularmente materialista, me resultó de gran ayuda tener a mano la Concordancia de Ciencia y Salud y usarla para buscar lo que la Sra. Eddy dice sobre los conceptos que yo estaba estudiando. De esta manera, un trabajo de investigación que de otra forma podía haber resultado aburrido y carente de inspiración, resultó ser una gozosa actividad de descubrimiento espiritual.

Una flor se abre del centro hacia el exterior y esto puede indicar cuál es la mejor manera de encarar el trabajo académico. Cuando, por ejemplo, se nos presenta una lista de libros larga y agobiante, a menudo vale la pena trabajar para lograr inspiración espiritual, y entonces escoger el libro que parece más importante para nuestro estudio. Llevando este procedimiento un paso más adelante podemos entonces elegir la parte del libro que nos parezca más apropiada en ese momento y estudiarla con calma y detenidamente. Esta técnica puede repetirse sucesivamente hasta que logremos tener una comprensión sólida acerca del tema.

De esta manera, la inspiración puede ayudarnos a enfrentar con confianza hasta el curso aparentemente más desconcertante. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “La Ciencia Cristiana presenta desarrollo, no acrecentamiento; no manifiesta ninguna evolución material de molécula a mente, sino una revelación de la Mente divina al hombre y al universo”.Ciencia y Salud, pág. 68. Mucha gente, tanto los que preparan los cursos como los que los cursan, creen en el acrecentamiento en vez de en el desarrollo; piensan en la educación solamente como un medio para absorber la mayor cantidad de datos posible. Pero si nos ceñimos al concepto central de un tema y confiamos en el desarrollo de lo que la Mente revela, veremos cómo los demás detalles necesarios se ubican solos.

El desarrollo de las ideas de Dios no es un proceso temporal; tiene lugar en la eternidad. Es tranquilo, pausado. Para ser exactos nunca podemos volvernos sabios, pues en realidad toda sabiduría es ya nuestra. Lo que es espiritualmente significativo acerca del trabajo académico es el discernimiento y la expresión de inteligencia divina, de sabiduría y de entendimiento; el gozoso descubrimiento de ideas en desarrollo. Es ser espiritual, no volverse espiritual. La comprensión de esto nos libera de un sentido agobiador de esfuerzo personal y de la tensión que lo acompaña. La Sra. Eddy escribe: “Dios descansa en actividad. El dar no ha empobrecido, ni puede jamás empobrecer, a la Mente divina. A la actividad de esa Mente no le sigue ningún agotamiento, según la aprehensión de la Ciencia divina. El descanso más elevado y dulce, aun desde un punto de vista humano, se encuentra en la labor sagrada”.Ibid., págs. 519–520.

Cuando nos sentimos tentados a dejar que el tiempo gobierne nuestra vida debido a plazos ya fijados que se aproximan, podemos recordar estas palabras de la Biblia: “Amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”.2 Pedro 3:8. En una ocasión estaba tomando una cantidad de cursos que me exigían bastante, entre ellos un curso de lectura en alemán. Aparentemente era imposible prepararme completamente del modo deseable antes del examen. A pesar de ello, razoné que habiendo hecho de mi parte todo lo posible para completar la tarea, podía confiar en Dios, el Principio, para que ajustara la situación de la manera que fuese mejor. ¡Y así fue! La noche anterior al examen, un compañero de estudios que hablaba alemán me visitó inesperadamente y ofreció ayudarme.

Al día siguiente, a pesar de que yo había orado antes del examen, me quedé estupefacto al descubrir que el texto que había que traducir era mucho más difícil de lo que yo esperaba. Sin embargo, recordé que la Mente divina es la Mente del hombre y que por medio del Cristo yo tenía acceso a toda la inteligencia que precisaba. Mientras pensaba de esta manera sucedió algo muy interesante. Normalmente hubiese comenzado por hacer una traducción aproximada del alemán al inglés para luego pasarla a un buen inglés. Pero poco después de comenzar el examen vi que no me alcanzaría el tiempo para hacer esto. De pronto, al leer el texto en alemán, fue como si comprendiera de qué se trataba sin utilizar para nada el mecanismo de la traducción; era como si las ideas saltaran de la página hacia mí. ¡Considerando el conocimiento que en ese momento yo tenía del alemán, eso era verdaderamente asombroso! Procedí a escribir directamente lo que yo sentía que era el significado. Más tarde, comprobé que hice mejor trabajo que otros cuyos conocimientos eran superiores a los míos pero que habían aplicado el método convencional de traducción y no les había alcanzado el tiempo para terminarlo.

Las ideas de la Mente existen en la eternidad; están a nuestro alcance en el preciso momento en que las necesitamos. Es bueno recordar esto cuando la perspectiva de escribir una monografía para un curso nos parece amenazadora. Las ideas espirituales básicas que requerimos están aquí mismo en la Mente, íntegras y completas. Todo lo que necesitamos hacer es acogerlas en nuestra consciencia.

“¿Quién se atreve a decir que la Mente verdadera puede agotarse por exceso de trabajo?” Ciencia y Salud, pág. 387. dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud. Percibiendo que somos en realidad el reflejo activo pero sereno de la Mente, nos liberamos de la tensión y de las presiones de los empeños mortales. Podría ser de ayuda, sin embargo, variar nuestras actividades ocasionalmente. Por ejemplo, muchos individuos encuentran que la práctica de alguna actividad mental o física tales como los deportes, la expresión artística o el ver una película inteligente y estimulante, los hace sentir mucho más restablecidos y descansados que el dedicarse a hacer algo que implica meramente pasividad y ocio. El apartarnos de nuestras tareas para contemplar otros aspectos de la hermosa y variada creación de la Mente, nos permitirá retornar a ellas con renovado vigor.

Cuando se nos presenta la necesidad de elegir cursos universitarios, podemos ponernos en manos de Dios, y estar dispuestos a dar los pasos que sean más adecuados para nosotros. Cristo Jesús dijo: “No sea como yo quiero, sino como tú”. Mateo 26:39. Algunas disciplinas y cursos tal vez parezcan tener una tendencia tan materialista que nos sentimos impulsados a evitarlos. Pero no iniciar un estudio simplemente porque el tema promulga un punto de vista materialista puede ser un gran error. Esa actitud nos podría privar de una valiosísima oportunidad para vencer diversas pretensiones de materialismo en nuestro propio pensamiento; y dejaría un campo de acción mucho más libre a los que apoyan la mentira de que hay vida en la materia. Toda elección que suscite dudas merece ser tratada a través de la oración para obtener orientación.

Mediante el estudio de la Biblia y Ciencia y Salud, podemos, en forma sistemática, invertir las pretensiones del error que se presentan en nuestros estudios, basándonos en el Cristo, la Verdad. Procediendo así, ayudamos a aliviar la imposición del pensamiento material en todo el mundo. El campo de acción académico es demasiado importante y creador como para dejar que lo controle la mente mortal.

No todos, por supuesto, estamos llamados a realizar tareas académicas ininterrumpidas. Pero cualquiera que sea la ocupación que hayamos elegido — ya sea carpintería, agricultura o participar en carreras de automóviles — podemos tener algo en común con los que se dedican a la labor académica; y ese algo es la expresión de excelencia. Hacer lo que nos sentimos inclinados a hacer mediante la dirección de la Mente, y hacerlo con inspiración, es descubrir algo del gozo de vivir en el mundo de la perfección, de las ideas divinas: el mundo del cielo, la armonía.

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