“¡Dios es mi vida!” Esta verdad debe reconocerse diariamente, cada hora, no sólo en momentos de extrema necesidad o temor. Este reconocimiento significa rendirse ante la ley de la Vida, Dios, que todo lo abarca, que protege y salva al hombre.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!