Deseo hoy expresar mi gratitud por la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) y por una vida llena de felicidad, satisfacción y armonía. Hace años, cuando era muy chica, me enfermé gravemente. Un médico diagnosticó la condición como pulmonía doble, pleuresía e inflamación en ambos oídos. Se ofreció poca esperanza de que me restablecería. En esos momentos, una amiga, que era Científica Cristiana, visitó nuestro hogar y oró por mí. Pronto sané, y mis padres adoptaron inmediatamente esta religión. Más adelante compartieron el relato de mi curación al publicarlo en la edición alemana del Heraldo.
Concurrí a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana desde los cuatro hasta los los veinte años. Con el apoyo de la oración de mis padres tuve una hermosa niñez, libre de enfermedades y otras discordancias.
Mi matrimonio con un Científico Cristiano nos proporcionó mutuas oportunidades para practicar esta religión. Con infinita gratitud y gozo me es posible en retrospección pensar en los muchos años de relación feliz y armoniosa con mi esposo.
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