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Sometidos a Dios

[Original en alemán]

Del número de febrero de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hoy en día es posible percibir un retorno a los valores previamente rechazados tales como la lealtad, la obediencia y la solicitud motivadas por el amor. La lucha contra la autoridad, sin embargo, continúa en maneras tanto deseables como indeseables. Pero en verdad tiene razón la Biblia en decir: “Sométase toda persona a las autoridades superiores”. Rom. 13:1.

Podemos comprender la ley espiritual cuando recurrimos a la fuente de toda existencia — Dios — a quien la Sra. Eddy define de la siguiente manera: “Dios es Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad y Amor, incorpóreos, divinos, supremos, infinitos”. En la misma página pregunta: “¿Hay más de un Dios o Principio?” Y responde: “No lo hay. El Principio y su idea es uno, y ese uno es Dios, el Ser omnipotente, omnisciente y omnipresente, y Su reflejo es el hombre y el universo. Omni es tomado del adjetivo latino que significa todo. Por tanto, Dios reúne en Sí todo poder o potencia, toda ciencia o conocimiento verdadero, toda presencia. Las variadas manifestaciones de la Ciencia Cristiana indican Mente, jamás materia, y tienen un solo Principio”.Ciencia y Salud, págs. 465–466.

La ley de Dios es incondicionalmente verdadera, ya sea que la persona esté más o menos — o que en el momento no lo esté— consciente de este hecho. El hombre verdadero no puede hacer menos que estar sometido a su origen, a su Padre-Madre Dios, la Verdad, el Amor y la Vida divinos. Esto es la autoridad que tiene poder sobre nosotros. Todos somos ideas de este único Dios, la Mente omnímoda. ¡Qué glorioso privilegio es estar sometido al bien divino, estar gobernado y motivado por él! En la proporción en que esto se comprenda y se reconozca más claramente, desaparecerá lo que sea dictatorial en la experiencia humana.

Puesto que Dios es Mente y todo-presencia, la materia no es una entidad; es un falso concepto, un sentido erróneo y material de las cosas. Estos hechos nos colocan en la gloriosa posición de poder distinguir entre la obediencia a lo genuino y verdadero, a Dios, y la ciega adherencia a conceptos erróneos, los cuales prometen una libertad que finalmente terminará en libertinaje o esclavitud mental. Todos tenemos la capacidad, gracias a nuestra verdadera naturaleza espiritual, para ver a través del engaño de las ilusiones materiales. Podemos percibir la voz de Dios, que nos habla como habló a Moisés, prometiendo liberación de las plagas de la tierra de esclavitud: “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”. Éx. 15:26.

La obediencia a los mandamientos de Dios es el remedio más seguro para los problemas, temores, inquietudes y enfermedades que azotan a la humanidad. Los Diez Mandamientos, que Moisés posteriormente recibió por haber estado dispuesto a escuchar a Dios, son una revelación, para el entendimiento humano, de la ley divina. El cumplimiento de estas reglas confiere una libertad que va en aumento constantemente, como lo muestra la vida de Moisés. Moisés aprendió por experiencia a confiar en Dios y fue fiel a su más elevado concepto de justicia. Esta obediencia lo capacitó para sacar de la esclavitud al pueblo hebreo.

Cristo Jesús enseñó al mundo que al hijo de Dios, el único hombre verdadero, nada puede separarlo de su Padre. Enseñó y demostró que la obediencia absoluta a la ley espiritual del Amor aporta poder ilimitado. Su absoluta firmeza en la Verdad, su expresión incondicional del Amor que bendice a todos, venció al último enemigo, la muerte.

En nuestra época, la Sra. Eddy fue obediente al mandamiento de Jesús: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”, Marcos 16:15. y “Sanad enfermos”. Mateo 10:8. Ni las tentaciones ni las adversidades pudieron apartarla de su deseo de alcanzar la meta elevada de dar a la humanidad una comprensión práctica de la ley divina del Amor. Innumerables personas han sido liberadas del yugo de los sentidos materiales gracias al amor y a la obediencia de esta mujer. Los testimonios en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana y en las reuniones vespertinas de los miércoles hablan elocuentemente de esta liberación. Los Científicos Cristianos en muchas partes del mundo gozosamente siguen a su Guía en el camino ascendente.

Someterse — obedecer — a Dios significa dejarse guiar en todas las decisiones por la Verdad, la Vida y el Amor divinos y proceder de acuerdo con nuestro concepto más elevado de justicia en el momento. En un país gobernado por una dictadura me hicieron ofertas profesionalmente tentadoras, las cuales rechacé. Las condiciones y las consecuencias no hubieran estado en armonía con la comprensión espiritual que había hecho mía mediante la Ciencia Cristiana. Durante esta situación pude mantener por completo mi calma interior porque sabía que mi familia y yo estábamos a salvo y seguros en las manos de Dios. Todos los intentos de tomarnos por sorpresa fueron en vano y pudimos salir del país a salvo y armoniosamente. En mi vida profesional posterior se esperaba que yo hiciera una declaración a ciertas autoridades donde se adulteraba la verdad. Nuevamente, convencido de que el mal es contranatural y que no beneficia a nadie, rehusé. En esta ocasión tampoco sufrí daño alguno, sino que me dieron un puesto en otro lugar con un sueldo más alto.

Rehusar estar sometido a tentaciones y adversidades — que no son sino sugestiones de la mente mortal o sentido material — favorece, de hecho, a todos. Exige la entrega de nuestra vida entera, que se haga un esfuerzo enérgico por espiritualizar el pensamiento. El amor al bien conduce al triunfo en el cumplimiento de esta tarea.

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