¿Aceptar la redención? ¿Por qué? ¿De qué? Si esto significa volverse verdaderamente religioso, yo tendría que renunciar a muchas cosas, ¿no es así?
Estas son preguntas razonables.
Muchas personas piensan que la redención es algo así como un procedimiento santurrón, farisaico, virtuoso. Muchos de nosotros no nos damos cuenta de que nos dejamos redimir de maneras sencillas varias veces al día. ¿Tenemos que cocinar? Dejamos que las reglas para cocinar bien nos rediman de un desastre culinario. ¿Tenemos algún problema de negocios? Si somos sabios, dejaremos que las reglas para hacer buenos negocios rediman nuestros esfuerzos y nos den la solución correcta. Hay una armonía que sostiene las cosas; si se desobedece, surgen la confusión, las dificultades y las equivocaciones. Si se obedece, esta armonía, que nos sostiene, siempre viene a rescatarnos. ¡Nada más que ganancias por todas partes! No tenemos por qué renunciar a nada que sea bueno; tenemos que vencer nuestra renuencia a hacer el esfuerzo necesario.
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