Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La moneda de curación espiritual

Del número de abril de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Camino al templo, Pedro y Juan fueron detenidos por un limosnero, un hombre cojo de nacimiento. ¿Cómo respondieron ellos a su pedido de ayuda? ¿Apresuraron el paso, ignorándolo, temiendo que podrían llegar tarde para la oración en el templo? ¿Le arrojaron algunas monedas, pensando que habían cumplido con su deber humano? No, se detuvieron lo necesario para ofrecerle la moneda de curación espiritual.

“No tengo plata ni oro”, dijo Pedro. “Pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. Hechos 3:6. Y el cojo saltó inmediatamente, aceptando gozoso el obsequio de dominio espiritual, y entró en el templo con ellos, alabando a Dios.

¿Qué habrían hecho la plata y el oro por el cojo? Tal vez le hubieran provisto de alimento sumamente necesario. O, por un tiempo, abrigo más adecuado. Tal vez le hubieran permitido reducir sus diarios viajes al templo. Pero ¿qué hubiera hecho al terminársele el dinero? Hubiera regresado, pidiendo limosnas nuevamente, aún sentándose afuera del templo de Dios.

Mas Pedro y Juan vieron claramente la verdadera necesidad de ese hombre y la satisficieron: ese toque del Cristo sanador que lo despertaría a reclamar su primogenitura de libertad, su herencia eterna como un precioso hijo de Dios. El sentido iluminado que los dos discípulos tenían del Cristo venció la creencia de que el hombre estaba fuera del reino de Dios, privado de su dominio y naturaleza espirituales.

Pedro y Juan ayudaron a elevar la consciencia de este hombre por encima del concepto que él tenía de un cuerpo lisiado y corpóreo, a un sentido espiritual más verdadero. Dieron prueba de que el cuerpo verdadero es el templo de Dios, la incorporación de las ideas espirituales de la Verdad y el Amor, la manifestación misma de Dios. Como Pablo escribió: “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;... un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”. Efes. 4:4, 6.

La moneda de curación espiritual no fue un don especial conferido sólo a los discípulos o a su Maestro, Cristo Jesús. Es la posesión justa de todos los que reclaman y utilizan la herencia espiritual con la cual Dios nos ha dotado a cada uno de nosotros. Examinemos detenidamente esta “moneda”.

Si bien cada lado de una moneda puede que tenga una inscripción diferente, ambos se refieren a la misma denominación. Si pudiéramos partir una moneda por la mitad ¿qué tendríamos? Dos mitades, teniendo cada una de ellas algún valor intrínseco propio, pero ninguna de ellas sería aceptada por sí misma como moneda corriente de curso legal. Nuestra moneda de curación espiritual también tiene dos lados, dos aspectos indivisibles e inseparables cuyo valor está en la unidad.

¿Cuál es la inscripción de esos lados? Lo que la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), Mary Baker Eddy, describe como “las dos palabras más grandes en el vocabulario del pensamiento: “Cristiano” y “Ciencia”. Ella escribe: “La primera es el concepto más noble del hombre; la última revela e interpreta a Dios y al hombre; agrega, amplifica, desarrolla y expresa el Todo que es Dios”.No y Sí, pág. 10. Examinemos cada lado de esta moneda.

Escribiendo acerca de su descubrimiento de la Ciencia divina de la curación por la Mente, la Sra. Eddy dice: “La llamé Cristiana porque es compasiva, útil y espiritual”.Retrospección e Introspección, pág. 25. Hay algunos que confunden la Ciencia Cristiana, que la ven fuera del cristianismo. ¿Cómo podemos corregir semejante concepto tan equivocado en cuanto al descubrimiento de nuestra Guía? No mediante meras palabras o argumentos. Únicamente demostrando más la cara “compasiva, útil y espiritual” de nuestra moneda sanadora. Puliéndola más brillantemente, estaremos seguros de que todos podrán ver el resplandor de su luz que es reflejo del Amor divino.

¿No es significativo que la Sra. Eddy comience el capítulo “La práctica de la Ciencia Cristiana” en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras hablando del compasivo tratamiento del Maestro hacia María Magdalena, como se la llama con frecuencia? Como introducción a la Ciencia de la curación metafísica, la Sra. Eddy primero subraya los requisitos cristianos de dicha curación. Hace hincapié en la necesidad de que el sanador sea de ánimo espiritual, útil y compasivo. Ver Ciencia y Salud, págs. 362–367.

La verdadera caridad cristiana sana al destruir el temor que es, con frecuencia, una causa fundamental de la enfermedad y la discordia. Le asegura al sufriente del cuidado omnipresente y tierno del Padre. Le habla de la autoridad suprema de la Mente divina y de su habilidad infinita para destruir todo error y satisfacer cada necesidad de la humanidad. Este verdadero amor cristiano ejemplifica la naturaleza divina manifestada en el Cristo sanador, en la divinidad abrazando a la humanidad en el resplandor de la Vida.

La Sra. Eddy comienza haciendo hincapié en el lado cristiano de la moneda sanadora, y prosigue dando instrucción específica en la Ciencia de la curación: el otro lado de la moneda. Un aspecto de la práctica científica que se ha explicado es el papel que asume el argumento en el tratamiento. “Por los argumentos verídicos que uséis, y especialmente por el Espíritu de Verdad y Amor que abriguéis, curaréis a los enfermos”,Ibid., pág. 418. escribe la Sra. Eddy. Puliendo este lado de nuestra moneda a medida que profundizamos nuestra comprensión de la Verdad y el Amor, que son la base del argumento, seremos más hábiles en el método del argumento.

El uso eficaz del argumento está bien ilustrado en la alegoría del juicio, con el cual la Sra. Eddy finaliza el capítulo “La práctica de la Ciencia Cristiana”. Allí la Ciencia Cristiana se presenta como el consejero competente y confiable para el mortal que ha sido acusado injustamente de estar enfermo. Ante la Suprema Corte del Espíritu, la Ciencia eficazmente argumenta y exitosamente gana el caso en favor del acusado. Mediante enérgicas declaraciones de la verdad e intrépido desenmascaramiento del error, la Ciencia reduce al acusador, Sentido Personal, a nadie y a nada. El único posible resultado es el veredicto “Inocente”. Ver ibid., págs. 430–442.

El sanador cristiano es un abogado para la defensa. Tiene que comprender y obedecer por completo las leyes morales y espirituales que expresa el Principio divino. Tiene que vivirlas en su vida y hablar enérgicamente en favor de ellas en sus tratamientos. Tiene que afirmar que estas fuerzas espirituales son las únicas leyes para el caso y que gobiernan por completo todo aspecto. Al mismo tiempo, tiene que desenmascarar y denunciar sin temor toda sutil creencia de error, negándoles realidad e identidad. Sus afirmaciones de la verdad tienen que ser claras y poderosas, sus rechazos del error enérgicos e irrefutables.

El Evangelio según San Juan registra la profecía de Cristo Jesús de la venida de la Ciencia divina. En la versión “King James” leemos: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad ...” Juan 14:16, 17. La palabra “Consolador” en la versión mencionada está traducida en The New English Bible “Abogado”.

Un abogado es el que aboga por la causa de otro, un jurisconsulto para la defensa. En términos de los dos lados de nuestra moneda sanadora, vemos que hay un lugar para ambas de estas traducciones. La palabra “Consolador” por cierto que sugiere las cualidades cristianas útiles y compasivas del primer lado; la palabra “Abogado” sugiere los firmes argumentos de la Verdad implícitos en la Ciencia del segundo lado. Juntos, e inseparables el uno del otro, presentan la compleción de la curación en la Ciencia Cristiana.

Para ser sanadores más eficaces, debemos consagrarnos a ser cristianos más dedicados y Científicos más peritos. Tenemos que pulir ambos lados de nuestra moneda sanadora. Tenemos que trabajar para reflejar más a la Verdad y al Amor, el único sanador. Y tenemos que estar dispuestos a compartir este precioso tesoro.

Desemejante a las monedas de curso legal, la moneda de curación espiritual jamás es devaluada por la inflación, jamás se gasta por el uso, y jamás se pierde al circularla. Cuanto más libre y extensamente se distribuya, mayor es su recompensa. Como dijo Jesús a sus discípulos: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando... porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”. Lucas 6:38. Interés sobre interés de bien espiritual es agregado a medida que libremente compartimos las monedas de curación espiritual con el mundo.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 1983

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.