Camino al templo, Pedro y Juan fueron detenidos por un limosnero, un hombre cojo de nacimiento. ¿Cómo respondieron ellos a su pedido de ayuda? ¿Apresuraron el paso, ignorándolo, temiendo que podrían llegar tarde para la oración en el templo? ¿Le arrojaron algunas monedas, pensando que habían cumplido con su deber humano? No, se detuvieron lo necesario para ofrecerle la moneda de curación espiritual.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!