Al hablar con cristianos de otras religiones, los Científicos Cristianos podrían descubrir que persiste cierta confusión entre sus amigos respecto a lo que se enseña en la Ciencia Cristiana sobre la naturaleza de la oración. No obstante, para el Científico Cristiano, su concepto de comunión con Dios corresponde directamente con lo que enseña la Biblia.
La oración expresa el deseo sincero que el corazón siente de conocer y amar a Dios, de sentir Su tierno cuidado y dirección. Nuestra íntima comunión con Dios es un acontecimiento bendito. La oración alcanza su meta sanadora y redentora en la proporción en que tratamos desinteresadamente de descubrir y hacer la voluntad del Padre. Dios, la Mente divina, nos revela a cada uno exactamente lo que se necesita para cumplir con Su sagrado propósito.
La inspiración y el entendimiento, la espontaneidad, la humildad y el amor desinteresado, son las cualidades que forman la base de la oración. Su esencia no se encuentra en ritos aburridos, dogmas, credos, antiguas supersticiones, o fórmulas. La novedad y la vitalidad deberían brillar cada vez que recurrimos a Dios. Comprender el infinito poder y la autoridad de la Mente enciende la chispa del ánimo divino en nuestras oraciones individuales. El resultado: la actividad del Cristo, la Verdad, transforma la consciencia humana, regenera, sana. Y todo el mundo tiene habilidad para orar. El inteligente reconocimiento de la ley divina y de la eterna presencia del Espíritu está a disposición de todos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!