Cuando un problema no ha cedido al tratamiento en la Ciencia Cristiana, ¿entonces qué? No hay fórmula metafísica. Cada desafío requiere que se ore inspiradamente, que se escuche a Dios con humildad y que se responda activamente a la Verdad. Pero cuando un caso se prolonga demasiado, quizás sea necesario que hagamos frente a lo que la Sra. Eddy llama “la dureza adamantina del error” y que la tratemos de manera terminante.
Ella escribe: “En paciente obediencia a un Dios paciente, laboremos por disolver con el solvente universal del Amor la dureza adamantina del error — la obstinación, la justificación propia y el amor propio — que lucha contra la espiritualidad y es la ley del pecado y la muerte”.Ciencia y Salud, pág. 242.
Por derivación, la palabra “adamantina” indica algo inflexible o imposible de dominar. En la antigüedad, la palabra se refería a una sustancia imaginaria que se creía era impenetrablemente dura. ¡Qué descripción tan apropiada para el error, o el mal!
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