Ternura, participación, vigilancia, y amor desinteresado son algunas de las cualidades divinas en el amor maternal, y todas ellas se necesitan en la enseñanza en la Escuela Dominical. Estas cualidades tienen una influencia sanadora, iluminadora y liberadora; una alegría al alcance tanto de hombres como de mujeres en sus respectivas expresiones de la paternidad y maternidad de Dios. En tanto que los superintendentes, matriculadoras, ujieres, bibliotecarios y organistas contribuyen en este aspecto de la Escuela Dominical, los maestros especialmente necesitan desarrollar en sí mismos su sentido de las cualidades de la maternidad de Dios.
La Biblia ofrece muchos ejemplos de amor maternal. La “mujer virtuosa” mencionada en Proverbios se levanta temprano, trabaja con gusto, es sabia en sus compras y práctica en el manejo de su casa. Se compadece del pobre, habla con bondad y sabiduría, y recibe “del fruto de sus manos”. Prov. 31:31. Del mismo modo, el maestro al preparar la lección de la Escuela Dominical mediante investigación y oración está alerta a las necesidades especiales de los alumnos y se regocija por el progreso espiritual que obtienen.
Estas características maternales son nuestro reflejo de Dios, el Alma. Ellas despiertan en los alumnos atención, reflexión y receptividad. Con la certeza de que el hombre es la amada imagen del Padre-Madre Dios, el maestro está preparado para compartir con los alumnos su comprensión de esa unidad, y ayudarlos a glorificar a Dios.
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