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El mensaje de las flechas

Del número de mayo de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Jonatán era el hijo de Saúl, que era rey de Israel. David era el hijo de Isaí, un granjero de Belén. Un libro de la Biblia llamado 1 Samuel nos relata la historia de ambos.

Después que David mató al gigante Goliat, el rey Saúl decidió que David debía estar a su servicio en vez de regresar a su hogar. David y Jonatán se hicieron muy buenos amigos.

Aun de niño y de joven, David se sentía muy cerca de Dios. El rey Saúl tuvo celos de David porque Dios ayudaba a David en todo lo que hacía, y el pueblo lo amaba. David tuvo que alejarse de la corte del rey Saúl para esconderse de él, pero se reunía en secreto con Jonatán de modo que su amistad continuara. Se acercaba la fiesta de la luna nueva, en la cual el rey Saúl esperaba que David se sentara a su lado durante la cena. David tuvo miedo de ir. Él y Jonatán formularon un plan secreto sin contárselo a nadie.

El rey Saúl notó que por dos días el sitio de David en la mesa había permanecido vacío.

—¿Por qué no vino David a la fiesta ni ayer ni hoy? — preguntó.

Jonatán no reveló a su padre que David se estaba escondiendo porque temía por su vida. En vez de eso, contestó: — David me rogó que lo dejase ir a Belén, pues tenía una reunión muy importante con su familia.

—¡Que lo traigan de inmediato! Merece la muerte — gritó el rey muy enojado al oír esto.

Jonatán se dió cuenta entonces de que su padre odiaba a David y que David tendría que continuar huyendo del rey para permanecer a salvo. Era imprescindible, sin embargo, que él hiciera llegar ese mensaje a David, de modo que puso en práctica el plan que él y David habían concertado en secreto.

Llevó consigo a un muchacho pequeño hasta el campo donde David estaba escondido detrás de unas piedras.

— Corre y busca las flechas que voy a tirar — dijo Jonatán al muchacho.

Él y David se habían puesto de acuerdo de antemano para entenderse mediante una señal: si Jonatán tiraba las flechas de modo que pasaran de lado al muchacho, David podía regresar sin peligro a la corte del rey Saúl. Pero si las flechas pasaban muy alto, por encima de la cabeza del muchacho, esto era señal de que el rey Saúl estaba aún celoso de David y que, por lo tanto, no debía regresar.

Jonatán tiró las flechas. Pasaron silbando por encima de la cabeza del muchacho. Luego Jonatán envió al muchacho de regreso a la ciudad, y David salió de su escondite detrás de las piedras. Él y Jonatán lloraron y se despidieron.

La lealtad de Jonatán hacia David tiene un mensaje actual para nosotros. Nos dice que Dios nos cuidará. El Amor divino siempre tiene alguna señal o un plan o algún amigo que es bueno para nosotros. No importa lo temible que el mal pueda parecer, el Amor ya nos está dando alguna idea que nos protegerá y que nos servirá de guía.

Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.Ciencia y Salud, pág. 494. Hace mucho tiempo, la advertencia de Jonatán a David mostró el cuidado del Amor. También en la actualidad podemos verlo comprobado de diversas maneras en nuestras vidas.

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