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La estabilidad de la realidad

Del número de mayo de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los cambios vienen generalmente en forma progresiva y los aceptamos con agrado. Pero la mayoría de nosotros hemos suspirado, alguna vez, ante el flujo continuo de acontecimientos.

El corazón humano por naturaleza anhela estabilidad — el bien permanente — pero tal estabilidad está fuera del razonamiento humano. El bien permanente puede discernirse sólo por el sentido espiritual, el cual revela la estabilidad de la realidad, la invariabilidad de la bondad de Dios. Esta facultad natural está, por definición, afirmada en la estabilidad: “El sentido espiritual es una capacidad consciente y constante de comprender a Dios”,Ciencia y Salud, pág. 209. escribe la Sra. Eddy en Ciencia y Salud.

La realidad es constante y la habilidad del hombre para percibirla también es constante. Ni la realidad ni la habilidad para percibirla incluyen fluctuación o elementos que produzcan fricción. A medida que ponemos en práctica el sentido espiritual, éste actúa como una protección contra los cambios violentos que se nos presentan en la experiencia humana, armonizando nuestra vida y demostrando la abundante bondad de la realidad.

Tenemos que cambiar el concepto de que Dios se encuentra en un cielo lejano, si es que Lo hemos situado allí, y estar conscientes de Él como la presencia misma en que vivimos. Él es el origen y la totalidad de nuestro ser; la inteligencia no material, siempre presente, es causativa, es la base de toda existencia verdadera. Es el tierno y bondadoso Padre-Madre de la creación.

Nunca podemos quedar fuera de Su bondad que nos rodea y que no cambia. No hay condición alguna más allá de Su influencia, que trae armonía. Sin embargo, el sentido mortal, atemorizado por lo que ve y oye, se resiste a esta realidad divina. El mundo que percibe el sentido mortal es caótico e imprevisible, como sus dioses. Pero ese mundo puede también cambiar o corregirse lo mismo que el pensamiento. Refiriéndose a la naturaleza ilusoria e inestable del punto de vista mortal y limitado, Ciencia y Salud declara: “La mente mortal ve lo que cree tan ciertamente como cree lo que ve. Siente, oye y ve sus propios pensamientos”.Ibid., pág. 86.

Para liberarnos de los laberintos del temor humano, las teorías y los conceptos erróneos, necesitamos ejercer nuestro sentido espiritual en la oración, en comunión con el conocimiento que Dios tiene de la realidad. Esto nos estabiliza, protege, dirige, y provee a todas nuestras necesidades.

El universo de Dios no varía. La realidad es estable. Siempre apacible, saludable y alegre. Dios no cambia, pero los pensamientos, las actitudes y las creencias humanas sí cambian. Entender la bondad invariable de Dios y la identidad del hombre como la expresión misma de esa bondad, es encontrar la solución para la inestabilidad de la existencia material. Este entendimiento tiene relación directa con nuestro diario vivir.

Por ejemplo, ¿es natural que esperemos mantener un buen estado de salud? El razonamiento mortal entiende por salud algo que depende de lo físico y su interminable lista de variantes, ya sean condiciones climáticas, virus, bioquímica, para nombrar sólo algunas. Estos elementos sitúan la salud en una posición precaria y a menudo fuera de nuestro alcance.

Pero un sentido más divino — el sentido espiritual — revela que la salud nunca ha sido ni nunca será una condición del cuerpo físico. La salud, enseña la Ciencia Cristiana, es una cualidad permanente de la Mente, la única Mente, la Mente que el hombre manifiesta, nuestra Mente.

Para tener buena salud es necesario rechazar la persistente sugestión, a la cual generalmente no se le hace frente, de que nuestra salud está a merced de factores materiales (muy a menudo más allá de nuestro control) y estar conscientes de la realidad divina de la salud como espiritual y, por consiguiente, inalterable. Silenciar las preocupaciones sutiles del miedo y llevar el pensamiento hacia la realidad espiritualmente estable de la salud, es la mejor manera de cuidar de nuestro cuerpo. Con siete palabras cortas la Sra. Eddy establece la esencia de la salud: “La consciencia verdadera es la salud verdadera”.Escritos Misceláneos, pág. 298.

Por otra parte, en cuanto al estado de la economía, el sentido espiritual nos permite discernir y demostrar con inquebrantable firmeza la constante abundancia de la Vida divina, que Cristo Jesús manifestó. Él dijo: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”. Lucas 12:32. El Cristo, la naturaleza divina manifestada por Jesús, le permitió percibir y probar que la bondad de Dios es infinita, ilimitada y estable. Y ese mismo Cristo está con nosotros hoy en día, sin haber sido afectado por condiciones económicas poco favorables, que son el resultado del pensamiento basado en la materia. La bondad de Dios está al alcance de todos al obedecer la ley espiritual, que no varía en su constante provisión, disponible para satisfacer las necesidades de la humanidad. En Ciencia y Salud encontramos las consoladoras palabras que muchos aman de corazón: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.Ciencia y Salud, pág. 494.

La provisión generosa e inagotable de Dios para Sus hijos no incluye ni requisitos ni demoras. Esto es más que alentador. Comprender plenamente el profundo significado de lo que Dios da sin restricciones es encontrar el mensaje sanador del Cristo para el sentido crónico que tiene el mundo de carencia y limitación, fluctuación y frustración. La bondad de Dios es constante y nuestra habilidad para expresar Su infinitud invariable está siempre presente. En un mundo que cambia continuamente, esta verdad es nuestra roca.

Podemos empezar cada día con una consciencia renovada de nuestra unidad con Dios. Estamos aquí para demostrar Su bondad completa e invariable, para expresar salud, abundancia, gozo, belleza, dominio, inteligencia. Estas cualidades son espirituales. Bajo ningún concepto dependen de la materia o de condiciones materiales. Derivan del Espíritu y son sostenidas por el Espíritu. Son tan estables como Dios.

Cualesquiera que sea la necesidad, hay una ley espiritual — una ley basada en el Principio estable — que puede mostrarnos lo que necesitamos ver. Nunca debemos temer o impresionarnos por lo que perciben los sentidos físicos; esa percepción es un efecto material. La verdadera causa es divina; su verdadero efecto es siempre perfecto.

Si nos vemos acosados por el miedo y las dudas, podemos hacer una pausa por un momento y recordar la certidumbre de la bondad de Dios, de todo lo que es real. Podemos escuchar el sentido espiritual y permitirle que gobierne nuestros pensamientos y acciones. Puede que nos sorprenda mucho ver con qué rapidez los acontecimientos y las circunstancias cambian cuando el pensamiento se basa en la verdad.

Lo que aparenta ser materia y condiciones materiales es solamente la mente mortal exteriorizada. La inteligencia divina disuelve estos conceptos erróneos, y la belleza, la majestad y el orden de la creación de Dios aparecen.


Yo Jehová no cambio.

Malaquías 3:6

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