Tener un genuino sentido de dirección es un requisito previo para actuar correctamente. La Ciencia Cristiana explica que la única dirección infalible se origina en Dios, la Mente divina. La voz de la Mente divina habla a la consciencia humana como el poder que concibe, juzga y razona correctamente.
Durante parte de mi carrera comercial, tuve que hacerme cargo de un grupo de oficinas profesionales y consolidarlas en una sociedad mercantil, eficiente y armoniosa, basada en comprensión, confianza y respeto mutuos. Algunas oficinas tuvieron que trasladarse a locales más apropiados; en otras, hubo que llenar vacantes de puestos principales. Se requirieron varios años para hacer los ajustes necesarios. Éstos ocurrieron gradualmente a medida que yo escuchaba la dirección divina en cuanto a lo que debía decir y hacer.
Me di cuenta de que las cualidades que yo estaba buscando ya estaban incluidas en la manifestación de la Mente siempre presente. A medida que fui abandonando nociones preconcebidas, se fue abriendo el camino para que la acción ordenada de la Mente divina y sus ideas apareciera en mi consciencia y, por consiguiente, en mi experiencia. Me di cuenta de lo que se requería, y pude discernir quiénes eran las personas indicadas para llenar esos requisitos.
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