En 1948, mientras mi esposo y yo vivíamos en Londres, una señora inglesa nos invitó a concurrir a un culto religioso en una iglesia de la Ciencia Cristiana. Al finalizar el servicio religioso, se nos ofreció un ejemplar gratis del Christian Science Sentinel para que lo lleváramos con nosotros. Mi esposo no mostró interés en leer el Sentinel, pero a mí me impresionaron mucho los artículos y testimonios de curación. Sin embargo, en aquella época pertenecíamos a otra religión, y yo no estaba interesada en hacerme miembro de una iglesia de la Ciencia Cristiana.
Al regresar a Nigeria a comienzos de la década del sesenta, trabajé en Lagos. Todos los días al ir a trabajar pasaba en el autobús por un lugar donde había un cartel indicando que allí se celebraban cultos religiosos de la Ciencia Cristiana. Si bien lo había visto, no me había decidido a entrar. Tiempo después en 1968, cuando estaba sin empleo, se me ocurrió pensar que la Ciencia Cristiana podría ayudarme; recordé los testimonios que había leído en el Sentinel en 1948. (Acababa de llegar a la edad en que era obligatorio jubilarme y no sabía qué iba hacer en el futuro.)
Ese domingo por la mañana concurrí por primera vez en Nigeria a un culto de la Ciencia Cristiana y los miembros me dieron una cálida bienvenida. Me siento feliz de saber que ese día tomé una decisión correcta. Después de esto no hubo razón alguna para volver a mi antigua religión.
Un experimentado miembro de la iglesia — un estudiante que había recibido instrucción en clase en la Ciencia Cristiana — me ayudó por medio de la Ciencia Cristiana a resolver el problema que mencioné anteriormente. Al cabo de un mes tenía un empleo de media jornada, y más adelante trabajaba todo el tiempo en mi propio negocio. Por todo esto estaba muy agradecida a Dios.
Desde entonces he tenido muchas curaciones. Una de ellas fue de las heridas causadas por la mordedura de un perro. Mis vecinos creían que podría ser fatal si no recibía pronto tratamiento médico en un hospital. Pero yo no busqué ninguna ayuda médica. En vez de ello, sané completamente por medio de la declaración de la verdad y mi fe en la totalidad de Dios.
En 1976 me invitaron a una actividad en las afueras de Lagos. Al llegar al pueblo, salí del auto y, para mi sorpresa, sufrí un repentino ataque de convulsiones, algo que nunca me había ocurrido antes. Comencé a orar, y varios pasajes de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy inundaron mi consciencia. El temor desapareció y mis pensamientos se llenaron de paz. Afirmé mi unidad con Dios como Su hija. Yo sabía que no podía estar separada de la vida y el amor de mi Padre-Madre Dios. Mientras hacía esto, mi anfitriona estaba ocupada tratando de encontrar otra clase de ayuda. Me trajo varios medicamentos y trató de convencerme para que los usara. Como no acepté tomarlos, se molestó bastante; puesto que los síntomas físicos eran tan alarmantes, ella temía que yo pudiera fallecer esa misma noche.
Sin embargo, tarde en la noche el dolor cesó, y cuando estaba por quedarme dormida oí a mi anfitriona acercarse a mí. Me escuchó respirar y lanzó un suspiro de alivio diciendo: “Gracias a Dios todavía respira”. Pocos minutos después me quedé dormida y al despertarme por la mañana me sentí completamente bien y pude tomar parte en las actividades del día.
En otra oportunidad, un domingo por la mañana mientras me preparaba para ir a la iglesia, me lastimé una rodilla. Negué la realidad de la lesión, sabiendo que Dios no la había causado. También declaré que me era posible estar en mi lugar en el culto de esa mañana. Y así fue como ocurrió. Llegué a la iglesia a tiempo y completamente curada. Ésta es una de las tantas curaciones instantáneas que he tenido.
He comprendido que la Ciencia Cristiana es un modo de vida, y que el vivirla asegura nuestra victoria sobre cualquier clase de dificultades. El estudio de la Ciencia Cristiana ha transformado, enriquecido y elevado mi vida. Mi mayor interés ahora es progresar en la comprensión y demostración de la Verdad. Mi deseo sincero es poder escuchar más a Dios, la Mente divina, para saber cómo poder ayudar mejor a mis semejantes y la Causa de la Ciencia Cristiana.
Estoy agradecida de todo corazón a Dios por Cristo Jesús, nuestro Mostrador del camino, y por la Sra. Eddy, que compartió su descubrimiento de la Ciencia Cristiana con el mundo entero. Me siento feliz por la oportunidad que ahora tengo de poder participar en la obra sanadora de nuestra iglesia filial.
Ikeja, Lagos, Nigeria
