Expuesto en los términos más sencillos posibles, la economía tiene como objetivo el responder a las necesidades más básicas de la humanidad. Por lo general pensamos acerca de estas necesidades prácticas — alimento, albergue, ropa — y las fuerzas que actúan para producirlas, en términos materiales.
Teniendo que hacer frente a una desenfrenada inflación, a la distribución desigual de recursos mundiales, a la desorganización y al temor, es obvio que el mundo requiere un concepto de economía que vaya más allá de las hipótesis materiales.
Hace más de cien años, la Fundadora y Descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, mencionó que el hambre y la enfermedad se manifestarían mundialmente. Su discernimiento espiritual percibió esa calamidad como el desenmascaramiento y la autodestrucción de la materialidad mediante la acción leudante de la Verdad. Ver Ciencia y Salud, pág. 96.
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