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Una lección de amor

Del número de julio de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Dibujo por Benjamín Fortmiller, primer grado

Cuando la familia de Débora se mudó a otra casa, a ella le dieron un nuevo dormitorio. Aun con la lámpara de noche encendida, había unas sombras extrañas que la asustaban. Le costaba dormirse, y se despertaba muchas veces durante la noche.

Una noche, Débora contó a su mamá cuán asustada estaba y lo mucho que deseaba regresar a su antiguo dormitorio donde todo le resultaba tan familiar y amistoso.

La mamá la abrazó y se quedó silenciosa por un rato. Débora pensó que probablemente estuviera preguntando a Dios qué debía hacer. Su mamá hacía eso muy a menudo.

Finalmente le dijo: — Débora, tú sabes que la Biblia dice que Dios es Amor.

Débora asintió. Por supuesto que ella sabía eso. “Dios es Amor” Ver 1 Juan 4: 16. es lo que estaba impreso en la pared de su Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Ella podía leerlo por sí sola.

— Entonces, tú sabes que el amor de Dios está a tu alrededor, en todo momento, llenando todo el espacio. Dios está siempre cuidándote, de modo que no hay nada de qué asustarse.

Débora asintió, pero no estaba del todo satisfecha. Todavía se sentía asustada de las sombras y de los ruidos diferentes, aunque no hubiera querido estarlo.

— La Biblia dice que no hay temor en el Amor. Nos dice que el perfecto Amor echa fuera el temor. Ver 1 Juan 4: 18. ¿Sabes lo que significa “echa fuera”?

Débora sacudió la cabeza en señal negativa.

— Significa “deshacerse de algo”, por lo tanto, el perfecto Amor se deshace del temor. Si tú estás llena del amor del Amor, no hay lugar para el temor; en ningunas parte.

Débora se incorporó y miró a su mamá. Empezaba a sentirse mejor.

— Débora, no podemos estar asustados y amar al mismo tiempo. El amor y el temor no se mezclan. No hay lugar para los dos.

— Pero yo amo — dijo Débora.

— Yo sé que sí.

— Entonces, ¿cómo puedo estar asustada? — preguntó Débora.

Su mamá sonrió, y luego le dijo con firmeza: —No puedes estarlo.

De pronto Débora comprendió. —¡Eso me hace sentir bien! — dijo, acurrucándose bajo las frazadas mientras su mamá la arropaba.

A la mañana siguiente, Débora tenía algo maravilloso que compartir con su familia. —¡adivinen lo que ha pasado! ¡He tenido una curación!

Entonces les contó que había pensado acerca del modo en que el Amor la cuidaba y se había quedado dormida de inmediato. Había dormido toda la noche sin sentir miedo. ¡Ni siquiera un poquito!

Les curaciones que aparecen en todos los artículos del Heraldo son comprobadas cuidadosamente.

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