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La importancia de orar por uno mismo

Del número de julio de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Quién de nosotros no ha pensado a menudo en un defecto de carácter del cual le gustaría liberarse? Pero solemos decir: “Yo sé que debería orar por esto, y lo voy a hacer, pero ahora no tengo tiempo”. Hace poco aprendí lo necesario que era trabajar y orar a diario por mí misma.

¿A qué se refieren los Científicos Cristianos cuando dicen que están trabajando por ellos mismos? La Sra. Eddy explica el objetivo básico: “Simplemente debéis preservar un sentido científico y positivo de unidad con vuestra fuente divina, y demostrar esto diariamente”.Pulpit and Press, pág. 4.

Cristo Jesús nos dio su ejemplo. Él sabía que siempre era uno con el Padre — no su cuerpo físico, sino su ser espiritual y verdadero, la imagen y semejanza de Dios. Él también dijo bien claro que su Padre es también nuestro Padre. Leemos en Mateo: “No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos”. Mateo 23:9. Esto explica claramente nuestra relación con Dios.

Lo más valioso que podemos hacer por nosotros mismos es comenzar cada día estudiando la Lección Bíblica semanal, que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. ¿Por qué es esto tan importante? Porque nos permite volver a establecer el hecho de que somos enteramente espirituales y, por tanto, no estamos sujetos a nada que sea desemejante a Dios, el bien. Si cada día dedicamos el tiempo necesario para identificarnos correctamente con la verdad, comenzaremos a experimentar cada vez más el bien que nuestro Padre-Madre Dios nos da perpetuamente como Su reflejo, y haremos nuestro trabajo con más facilidad. Descubriremos que, en realidad, es Dios quien lo hace todo. Por ser Su imagen, lo reflejamos a Él, Su amor y acción.

Siempre deberíamos comenzar nuestro trabajo por nosotros mismos eliminando el temor. Dios, siendo Amor infinito, no puede conocer ningún temor. La Biblia nos dice: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”. 1 Juan 4:18. Razonando desde el punto de vista de que el Amor divino es realmente infinito, desenmascaramos al temor como algo que no es parte de la creación de Dios.

En cierta ocasión, me resultaba muy difícil ser amable con uno de mis compañeros de trabajo. Comencé a sentir temor, pues parecía imperativo que me llevara bien con esta persona si quería continuar en ese trabajo. Entonces, un día, descubrí en el Himnario de la Ciencia Cristiana un himno cuya letra en parte dice: “Al corazón has dado amor y humildad” Himnario, No. 151. (la letra bastardilla es un agregado). Me di cuenta de que no era yo quien originaba el amor que necesitaba expresar. Ni era yo quien tenía que crearlo. Dios es Amor. Yo simplemente debía liberarme del temor y del falso sentido de discordancia, y dejar que Su amor se expresara. Al hacerlo, comenzó a desarrollarse una relación amistosa con esa persona.

Tal vez nos sintamos inducidos a creer que no es necesario dedicar tiempo diariamente para estudiar y orar por nosotros mismos. Tal concepto nos da otra oportunidad para reconocer que Dios en la fuente de todos nuestros pensamientos y para negar que el mal pueda tener algún poder para gobernarnos. Cuando nos damos cuenta de que cualquier sugerencia perversa de ese tipo no proviene de Dios, y que, por tanto, no tiene poder ni realidad, no puede obstaculizar nuestro progreso.

No sólo es importante reconocer la verdad de Dios y del hombre como Su expresión infinita, sino vivir esta verdad, hacerla florecer plenamente en nuestras acciones y transacciones diarias. Cuanto más practiquemos el amar a los demás, mejor comprenderemos que Dios es la única Mente infinita, el Amor divino, nuestra única fuente.

La Biblia nos dice: “Orad sin cesar”. 1 Tesal. 5:17. Solía preguntarme cómo podría lograrse esto. La Sra. Eddy lo explica en Ciencia y Salud: “El olvido de sí mismo, la pureza y el afecto son oraciones constantes”.Ciencia y Salud, pág. 15. Al expresar activamente el Amor divino, no sólo nos elevamos a nosotros mismos sino que también elevamos a los que nos rodean. Al identificarnos con firmeza como la expresión del amor de Dios, e incluir a los demás, es imposible dejar de expresar este amor de un modo imparcial, y lo veremos recíprocamente expresado hacia nosotros.

No hay nada más valioso que esa oración diaria y la inspiración que ella trae. Ambas nos permiten sentir la proximidad de Dios; saber que en realidad nunca podemos estar separados de Él.

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