Un lugar
de nuevos comienzos
donde el Verbo de Dios
traza nuevos caminos
en la consciencia —
tranquila, inexorablemente,
consumiendo la escoria
hasta que el brillo del oro se percibe —
donde el ser halla al Hijo
en el sagrado sacramento
del “sea hecha Tu voluntad”,
y el corazón que cede
se regocija al descubrir
que ceder
y curación
son una misma cosa.
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