Para quienes se adhieren a la tradición, podría parecerles que existe un vacío en la Iglesia de Cristo, Científico, cuyos únicos predicadores son la Biblia, y el libro de texto de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Algunos podrían sentir que no hay lugar a dónde recurrir cuando uno necesita ayuda para demostrar que, como declara Ciencia y Salud, “toda realidad está en Dios y Su creación, armoniosa y eterna”.Ciencia y Salud, pág. 472.
No obstante, a medida que uno logra una comprensión más plena de la Ciencia Cristiana, se evidencia que el singular pastor de la Iglesia provee a cada estudiante ayuda sobre una base permanente, ayuda que siempre está disponible para satisfacer la necesidad del momento. En un mensaje a La Iglesia Madre, la Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, lo explica de esta manera: “Vuestro pastor dual e impersonal, la Biblia y ‘Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras’, está con vosotros; y la Vida que éstos dan, la Verdad que enseñan, el Amor que demuestran es el gran Pastor que alimenta a mi rebaño, y lo pastorea ‘junto a aguas de reposo’ ”.Escritos Misceláneos, pág. 322.
Por difícil que parezca la dificultad — grande o pequeña — nuestro pastor está allí para consolarnos, fortalecernos y alentarnos. Lo que tenemos que hacer es recurrir con corazón humilde y pedir la ayuda de Dios; y el pastor que la Verdad ha ordenado nos dará la dirección específica que necesitamos para que se efectúe la curación. De esta manera creceremos en nuestra comprensión de cómo vivir el espíritu de la Verdad más firmemente en todo aspecto de nuestra vida. Para ilustrar, permítame decirle cómo una estudiante de esta Ciencia logró su curación cuando ella pidió ayuda al pastor.
Temprano una mañana, esta estudiante estaba hojeando las páginas del periódico internacional el The Christian Science Monitor y vio el artículo religioso diario sobre el tema del perdón. Se detuvo de pronto, y recordó un incidente sobre el cual ella había estado alimentando sentimientos de agravio y de justificación propia en vez de perdonar a las personas de las que se trataba. Después de leer el artículo con intenso interés, sintió un gran deseo de curar la situación, y una voz suplicante dentro de ella clamó: “¡Oh Dios, realmente estoy tratando!”
Después se sentó a leer la Lección-Sermón semanal que se publica en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, pidiendo al pastor que la ayudara a que su corazón estuviera dispuesto a perdonar y que ella sintiera paz sobre la situación. También resolvió escuchar lo que cada cita de la Biblia y del libro de texto de la Ciencia Cristiana estaba diciéndole sobre cómo la desdichada relación humana podía ser sanada. Ésa no era la primera vez que leía la Lección Bíblica de esa semana, cuyo tema era “La Verdad”, pero era la primera vez que específicamente buscaba la ayuda de Dios para resolver esta dificultad.
La Lectura Alternativa contenía selecciones de la Biblia sobre cómo Cristo Jesús fue llevado por sus acusadores y entregado a Pilato para ser crucificado. Relataba cómo Pilato les preguntó: “¿Qué acusación traéis contra este hombre?” y terminó con la pregunta de Pilato a Jesús: “¿Qué es la verdad?” Juan 18:29, 38.
Fue en ese momento, al terminar la Lectura Alternativa, que la mujer oyó una voz interior que le decía: “Aquí está tu respuesta”. Al no comprender la “respuesta”, meditó sobre la conocida historia de la Biblia en vista de la dificultad. Razonó que en ese momento en particular, su pensamiento no podía realmente asemejarse al de los acusadores de Jesús, puesto que ella no trataba de lastimar o castigar a nadie. Por otra parte, ciertamente no sentía que había logrado el pensamiento propio del Cristo que Jesús mantenía, puesto que alimentaba sentimientos de agravio y justificación propia. De manera que se preguntó: “¿Cómo se relaciona esto exactamente conmigo y mi situación?”
La respuesta fue que viera el relato de la Biblia de una manera en que nunca lo había visto antes. Se dio cuenta de que su pensamiento concerniente al problema que tenía en ese momento era, en cierto sentido, como el de Pilato: confundido, pero deseoso de hacer lo que era justo, deseoso de saber “¿Qué es la verdad?” Siguió razonando que ella, como Pilato, tenía que decidir qué creer. Pero aquí la similitud con Pilato terminó.
Ella sabía que no tenía que creer en las acusaciones de los cinco sentidos físicos, ni confiar en la voluntad humana, para resolver este problema. Podía aceptar que era la Verdad lo que el Cristo estaba revelando a sus sentidos espirituales; podía aceptar que en esta situación sólo la evidencia del Espíritu era verdadera y rechazar como irreal todo pensamiento y acción contrarios a Dios y a Su armoniosa y eterna creación.
En ese momento, antes de continuar con la Lección-Sermón, reexaminó las “acusaciones” específicas hechas por los sentidos físicos e influidas por la voluntad humana: durante los últimos seis meses, los nuevos vecinos al lado de su casa habían obrado frecuentemente con recelo y envidia. Y habían atado a un perro guardián afuera de la casa de ellos que ladraba y ahullaba con frecuencia, y que era arisco con los extraños. A pesar de que sus dueños lo alimentaban y le daban agua, el perro estaba hambriento de afecto. La Científica Cristiana se había esforzado por ser amable y amistosa tanto con los vecinos como con el perro. Después que el perro se desató varias veces, los vecinos decidieron que no era necesario atar más al perro. Entonces el perro hizo del patio y del pórtico de la casa de esta señora su hogar.
A medida que la Científica Cristiana se daba cuenta de que la solución descansaba en escuchar lo que el Cristo, la Verdad, le estaba diciendo acerca de la creación de Dios, y luego proceder desde esa base, la inspiración empezó a fluir. Dios no hizo una identidad a la cual le faltara amor, que fuera despreciada, que estuviera fuera de lugar o llena de bestial ferocidad. Y Él jamás hizo a un hombre que fuera descuidado e irresponsable o envidioso. Ciencia y Salud explica: “El Amor es imparcial y universal en su adaptación y en sus dádivas”.Ciencia y Salud, pág. 13. El pequeño acto de bondad de la Científica Cristiana, el amor expresado, tenía que bendecir a todos: a los vecinos, a la mujer y al perro. La Científica Cristiana declaró que las ideas de Dios sólo pueden expresar Su bondad. Vio que la armonía, el verdadero estado del hombre, podía ser comprendido y, por tanto, demostrado en toda relación en la cual ella estaba interesada.
La respuesta estaba allí, y ella la reconoció y la comprendió. Sus súplicas por un corazón afectuoso y dispuesto a perdonar, y por una sensación de paz, encontraron respuesta inmediata. Las acusaciones cedieron lugar al amor por la bondad de Dios y Su cuidado por cada una de Sus ideas, y a una mejor comprensión de cómo el poder gobernante de la Mente puede influir todo aspecto de nuestra vida. Pensamientos sobre cómo pensar y proceder, partiendo de una base más espiritual en esa situación en particular, siguieron desarrollándose a medida que ella escuchaba y respondía al pastor mediante el estudio de las seis secciones de la Lección Bíblica. No sólo recibió aliento y dirección, sino que toda la situación fue resuelta de repente.
Más tarde esa mañana, al hablar la Científica Cristiana con sus vecinos, le dijeron que estaban preocupados porque no sabían qué hacer para mantener al perro en el patio de ellos. Entre las varias opciones mencionaron la de llevar al perro a la Sociedad Protectora de Animales. Considerando esa posibilidad, la mujer reafirmó el gobierno de la Mente sobre cada idea espiritual, y se negó a aceptar la noción de que cualquier idea podía ser destituida, quedar sin hogar o ser destruida.
Esa tarde los vecinos, contentos y amistosos, le dijeron que habían llevado al perro a ese refugio, y que al llegar al lugar llegó una mujer que estaba buscando un perro. Y justamente había elegido al perro de ellos y se lo había llevado a su casa. ¡Cuánta alegría sintió la Científica Cristiana y sus vecinos por el feliz resultado! Y ¡cuán agradecida estaba la Científica por la ayuda que ella recibió esa mañana al leer la lección!
Siempre que recurrimos a nuestro pastor con un corazón anhelante, por cierto que encontramos la inspiración que responde a nuestra necesidad. La curación completa puede evidenciarse rápidamente o puede tomar algún tiempo. De cualquier manera, desde el comienzo podemos descansar en la firme convicción de que no estamos solos en nuestra lucha. Cuando surgen obstáculos en una curación, nuestro pastor nos dará el aliento preciso y la dirección que necesitamos para despejar el temor obstructivo, la frustración, la confusión, el sentido de ineptitud, o lo que sea. Y, escuchando con un sentimiento de anticipación y descubrimiento, daremos prueba de la verdad de la promesa de Jeremías: “Os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia”. Jer. 3:15.