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“Un sermón de su Dios personal”

Del número de noviembre de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Ha escuchado usted últimamente la prédica en La Iglesia Madre? ¡Es extraordinaria! Por supuesto, es igual que la “prédica” de los domingos en su iglesia filial, en dondequiera que usted se encuentre. Pero, ¿ha pensado últimamente que la Lección Sermón En el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. es una prédica? Trate de escucharla como si estuviera dirigida especialmente a usted, presentada en un esfuerzo generoso y abnegado por ayudar. (¡Lo es!)

Escúchela como si su vida dependiera de ella. (¡Sí depende!) Escuche la Biblia y Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy como si estuviera oyendo palabras que arden con un significado espiritual, un mensaje renovador de vida, que puede sanarlo. Porque eso es exactamente lo que usted está oyendo.

La Sra. Eddy pone esto en términos más simples en su Message to The Mother Church for 1901: “Es cierto, he hecho de la Biblia y de ‘Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras’ el pastor para todas las iglesias de la religión de la Ciencia Cristiana, pero esto no hace que sea imposible que este pastor nuestro ¡predique! ... La Palabra de Dios es un predicador poderoso, y no es demasiado espiritual como para no ser práctico, ni demasiado trascendental como para no ser oído y comprendido. El que diga que no hay sermón sin un predicador personal, se olvida de lo que los Científicos Cristianos no olvidan, es decir, que Dios es una Persona, y ¡debe estar dispuesto a oír un sermón de su Dios personal!” ’01, pág. 11.

¡Qué vitalidad y fervor poseen estas palabras de la Sra. Eddy! Es obvio que ella esperaba que su pastor predicara a la congregación, es decir, que inspirara y transformara la vida de quienes lo escucharan. Y lo hace, si quienes lo oyen están despiertos y realmente escuchando.

Por ejemplo, poco después que la Biblia y Ciencia y Salud fueron ordenados pastor de La Iglesia Madre, un hombre llamado Henry Eaton, que había sido herido gravemente en un accidente, y sin éxito había sido tratado por catorce o quince médicos, pidió ser tratado en la Ciencia Cristiana
Christian Science (crischan sáiens). Recibió tratamiento durante cerca de un año, y mejoró de tal manera que pudo salir para asistir al culto religioso de La Iglesia Madre.

Dijo que cuando asistió por primera vez, su cabeza casi tocaba el banco frente a él, pero la iglesia, la gente, la música y la lección, todo esto le ayudó a ver que Dios es Amor. Continuó recibiendo tratamiento en la Ciencia Cristiana y asistiendo a los cultos. Después de dos años, sanó de la herida original y de la deformidad y sufrimientos relacionados con ella. Uno puede sentir la alegría y el vigoroso y renovador sentido de vida en su artículo “ ‘Free indeed’ ” (Por cierto libre), publicado en el The Christian Science Journal de julio de 1898.

Podemos preguntarnos: ¿De qué manera Henry Eaton y tantos otros escuchaban al pastor durante los cultos? ¿De qué manera escucho yo? ¿Cuál es la diferencia?

Tal vez podríamos decir que la diferencia — si hay alguna — reside en la actitud mental, en la perspectiva, en la expectativa. ¿Qué esperamos de los cultos religiosos de nuestra iglesia? ¿Estamos francamente tratando de alcanzar una nueva visión espiritual, un cambio en nuestra manera de pensar y la curación física que esperaríamos si supiéramos que Dios nos está hablando? Sí, nos está hablando, y Él lo hace mediante la revelación de la Verdad en la Biblia y Ciencia y Salud.

Ciencia y Salud comparte con nosotros el descubrimiento espiritual de la Sra. Eddy y la experiencia que ella tuvo al adquirir una vasta y nueva comprensión del Amor divino como Principio, que trae como resultado la irresistible curación de la enfermedad y del pecado. Este descubrimiento da vida a la Biblia, vivifica la comprensión de lo que el Libro de libros realmente contiene y de lo enteramente práctico que es en la actualidad. Como nunca antes, el pensamiento es sacudido para que sienta el poder del mensaje bíblico de la relación del hombre con un Dios infinitamente bueno. De pronto, los relatos de las obras sanadoras de Cristo Jesús se muestran con tanto realismo como las noticias sobre los acontecimientos públicos de ayer.

En el momento de su descubrimiento, la Sra. Eddy estaba abandonando las opiniones humanas por el impulso divino. Escribió sólo aquello que ella sabía con certeza Dios le estaba capacitando para escribir. Su disposición para hacer esto con la más rigurosa obediencia la capacitó de manera única para ser la descubridora de la curación cristiana y científica. Fue una experiencia carente de misticismos, de lo sobrenatural o de distorsiones del sentido personal, que son los signos de la mente humana que trata de asir o imaginar lo divino.

Y en ese momento en que lo humano se abandonaba por lo divino era que, por supuesto, lo divino estaba siendo revelado o descubierto a la compresión humana. La Sra. Eddy escribe acerca de esta Ciencia divina y su efecto curativo: “Impera a través de todos los siglos como la revelación de la Verdad, la Vida y el Amor, hecha por el Cristo y que permanece intacta para que toda la humanidad la comprenda y practique”.Ciencia y Salud, pág. 98.

Cuando el pensamiento es profundamente sincero y receptivo al sentido espiritual, percibe que es natural que el libro llamado Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras esté íntimamente relacionado con la Escrituras en una Lección-Sermón. Un acrecentado progreso espiritual aporta la convicción de que Ciencia y Salud confirma y explica la Biblia como ningún otro libro en la historia humana.

Y la creciente comprensión espiritual de la humanidad percibirá la lógica irresistible de enlazar los dos libros sin interpolación o comentarios personales, dejando que la pureza de la Palabra de Dios guíe a la humanidad hacia la comprensión espiritual.

La Sra. Eddy ciertamente estaba convencida de que la sencilla presentación del mensaje de los dos libros sería más poderoso de lo que podría ser la prédica personal. En cierta ocasión, al comentar acerca de la posibilidad de que la gente viniera a oírla predicar, y luego se sintiera desilusionada al ver que ella estaba ausente, escribió: “Vuestro pastor dual e impersonal, la Biblia y ‘Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras’, está con vosotros; y la Vida que éstos dan, la Verdad que enseñan, el Amor que demuestran es el gran pastor que alimenta a mi rebaño, y lo pastorea ‘junto a aguas de reposo’. Ni mi presencia personal, ni mi palabra debe desviar o divergir vuestro pensamiento, satisfacer vuestros sentidos o justificar el yo”.Escritos Misceláneos, pág. 322.

¿Necesitamos cambiar alguna cosa respecto a nuestros cultos para hacerlos más dinámicos y contemporáneos? Sí, nuestro pensamiento necesita cambiar. ¡Sólo nuestro pensamiento! La ordenación de los dos libros más notables del mundo, es uno de los pasos más intrépidos y progresistas en la historia religiosa. Ayuda a que salgamos de la conmemoración pasiva en cuanto a Jesús, llevándonos a la acción, a la comprensión de que podemos obedecer los mandatos de Jesús, a la comprensión de que su cristianismo exige nuestro compromiso activo y nuestra vida entera. Nos eleva de depender de la inspiración limitada de otros hacia el gozoso reconocimiento de que el mismo Cristo, la Verdad, está aquí hoy en día hablándonos directamente a cada uno, y está curando.

Puede que surja la pregunta: ¿Cómo puede el pensamiento de alguien desviarse tanto de la percepción exacta de lo que verdaderamente está ocurriendo en nuestros cultos religiosos como para considerarlos estáticos o fríos? ¿Cómo es posible no comprender su carácter profundamente innovador, su reconfortante revelación del Amor, la Vida y la Verdad divinos, su capacidad para depurarnos del sueño de la existencia y mostrarnos a Dios y Su creación?

En realidad, no debiera sorprendernos que la creencia de que hay vida e inteligencia en la materia — el magnetismo animal, que específicamente resiste toda espiritualidad — intente hipnotizarnos para que accedamos a la creencia en lo diametralmente opuesto a la verdad en cuanto al pastor y nuestros cultos de la iglesia. Pero cuando mesméricamente arguye que son monótonos, el pensamiento espiritualizado puede percibir que son siempre variados y nuevos. Cuando sugiere frialdad, podemos descubrir la cordialidad y presencia del Consolador. Cuando presenta el cuadro de inactividad, resistiremos la sugestión mentirosa y responderemos a la poderosa acción sanadora del Cristo viviente.

Podemos estar unidos en la denuncia que la Verdad hace de estas imposiciones evidentes. Entonces, ¡qué despertar, qué sentido de renovación y gozo percibimos! Entonces nosotros, también, sentimos la quieta admiración de las palabras del poema de la Sra. Eddy: “¿A Cristo viste? ¿Su voz oíste? / ¿Sientes del Verbo el poder?” Ibid., pág. 398. Y nuestra respuesta es: “¡Sí!”

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