¿Alguna vez has caminado por el bosque o por un camino solitario en primavera? Todas las plantas y flores están brotando, asomando sus cabecitas a través del pasto viejo y hojas del año anterior. A veces tienes que arrancar las hojas secas para poder ver las florcitas. ¡Hasta puedes encontrar violetas que no sabías que estaban allí!
Lo mismo puede suceder cuando queremos escuchar a Dios para que nos diga qué debemos hacer. Él es nuestro Padre-Madre, siempre está con nosotros, mostrándonos el camino. Pero, a veces, estamos tan ocupados preocupándonos de otras cosas o simplemente hablando o haciendo ruido, que no escuchamos a Dios. Es como si dejáramos que las violetas siguieran cubiertas por hojas viejas.
En la Biblia leemos: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Salmo 46:10. Y la Sra. Eddy nos dice en Ciencia y Salud: “El Espíritu, Dios, se oye cuando los sentidos guardan silencio”.Ciencia y Salud, pág. 89. Los buenos pensamientos siempre nos están viniendo de Dios. No nos gustaría dejar de escucharlos, porque ellos son los que nos hacen realmente felices. Por eso debemos acallar los malos pensamientos.
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