Mi esposa y yo acabamos de adquirir una nueva perspectiva. Hemos abierto la pared del costado de nuestra casa y hemos puesto una ventana. Y lo que antes era una lisa pared al final de un oscuro corredor, nos ha dado una agradable vista hacia un árbol de durazno que queda al fondo del jardín de nuestro vecino.
En la Biblia leemos que el profeta Eliseo oró para que su criado pudiera tener una percepción más clara en medio de las más adversas circunstancias. El criado se levantó una mañana y vio que la ciudad donde ellos estaban viviendo estaba rodeada por fuerzas hostiles. Y estaba temeroso de lo que vio.
El profeta lo consoló diciéndole que no tuviera miedo. Entonces oró y dijo: “Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea”. El relato continúa: “Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”. 2 Reyes 6:17.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!