Mi esposa y yo acabamos de adquirir una nueva perspectiva. Hemos abierto la pared del costado de nuestra casa y hemos puesto una ventana. Y lo que antes era una lisa pared al final de un oscuro corredor, nos ha dado una agradable vista hacia un árbol de durazno que queda al fondo del jardín de nuestro vecino.
En la Biblia leemos que el profeta Eliseo oró para que su criado pudiera tener una percepción más clara en medio de las más adversas circunstancias. El criado se levantó una mañana y vio que la ciudad donde ellos estaban viviendo estaba rodeada por fuerzas hostiles. Y estaba temeroso de lo que vio.
El profeta lo consoló diciéndole que no tuviera miedo. Entonces oró y dijo: “Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea”. El relato continúa: “Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”. 2 Reyes 6:17.
Ejemplos como éste nos enseñan que un punto de vista mental, espiritualmente iluminado, puede cambiar por completo nuestra perspectiva y armonizar nuestra vida.
La Sra. Eddy nos dice: “La circunstancia misma que tu sentido sufriente considera enojosa y aflictiva, puede convertirla el Amor en un ángel que hospedas sin saberlo”.Ciencia y Salud, pág. 574.
Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana hacen que lo que pensamos de la vida cambie de un concepto material a uno espiritual, de lo que es impío a lo divino. Aprendemos de la Biblia que Dios es Espíritu y Amor, totalmente bueno. La verdadera naturaleza de su creación es, entonces, totalmente buena, aunque esta certeza no sea aparente para un limitado punto de vista mortal de las cosas. Manteniendo en nuestro pensamiento la verdadera naturaleza del universo, y ajustando nuestra vida al hecho divino, obtenemos una nueva perspectiva. En lugar de ver a las personas como acosadas por el temor, o estimuladas por el miedo, comenzamos a verlas como son en verdad: las amorosas y amadas expresiones del Amor divino.
En ninguna parte del universo de Dios existe un solo elemento, o individuo, con características distintas a la naturaleza de Dios. La Biblia nos relata: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. Gén. 1:31. La esencia misma del universo de Dios es la totalidad del bien.
El gran Maestro, Cristo Jesús, demostró por su obra sanadora, la absoluta bondad de la creación de Dios. Él trajo a la luz el ser perfecto y espiritual que siempre existe como la verdadera entidad espiritual de cada persona. Cuando resucitó a los muertos, consoló a los afligidos, alimentó a los hambrientos, regeneró a los pecadores y sanó a los que estaban enfermos, trajo a la percepción de los humanos algo de la verdad espiritual de que el hombre es completo y puro. La verdad había existido todo el tiempo. Simplemente necesitaba ser reconocida.
El mensaje que Jesús ha dado al mundo es el de las ilimitadas posibilidades que tenemos todos nosotros cuando vemos la vida desde un punto de vista espiritual en vez de material. Entonces, discernimos al hombre como semejante a Dios, la perfecta semejanza de un amoroso Padre-Madre.
Cuando el cuadro que se presenta ante nosotros es oscuro y sombrío — cuando nos parece que estamos aislados y separados del bien — podemos aprender del ejemplo del Maestro y estar conscientes de una mejor y más brillante perspectiva por medio de la oración y una vida a la semejanza de Cristo. Esto no es ser ingenuo, ni es una escapatoria de la realidad; es un punto de vista cristiano y práctico que trae curación a los dolores humanos. En un espíritu de amor y comprensión, podemos reconocer la realidad de que el único creador, Dios, sólo hizo lo que es bueno, y que no hay otro creador o poder que gobierna. Podemos percibir que Dios es Amor y que Él hizo al hombre completamente amoroso; hizo un universo lleno de paz, amor y belleza divinos.
Por medio de la oración podemos responder a Dios, oír la verdad que Él imparte constantemente, y reconocer que el bien está siempre presente. Abriendo nuestro corazón y nuestra mente a la realidad, en vez de estar mesmerizados por pensamientos de limitación, podemos obtener la necesaria inspiración para liberarnos de la esclavitud mental y física. Podemos ver de nuevo, de una manera diferente, y disfrutar de lo que vemos.
Bendito tú, oh Jehová;
enséñame tus estatutos ...
Haz bien a tu siervo;
que viva, y guarde tu palabra.
Abre mis ojos, y miraré
las maravillas de tu ley.
Salmo 119:12, 17–18
