Una joven tenía un arrendamiento que constituía un posible problema legal, y su preocupación era si su caso sería favorablemente resuelto o si resultaría en un pleito. Deseaba mucho solucionar la situación según la oración en la Ciencia Cristiana, a fin de que todas las partes se beneficiaran y fueran bendecidas. Llamó a un practicista de la Ciencia Cristiana, y en el curso de la conversación, le leyó una copia de la carta que su abogado había enviado a favor de ella. Comenzaba así: “Estimado Sr.: Le agradecemos su anticipada cooperación...”
¡He aquí la respuesta misma a la pregunta que la joven se formulaba acerca de cómo debía orar más eficazmente! Ella podía comenzar inmediatamente su oración agradeciendo a Dios Su ayuda anticipada. Podía iniciar su oración con esta gozosa afirmación, puesto que confiaba en Dios plenamente y esperaba que Él impartiese Su infinita bondad a Su creación. La solución que se presentaría como resultado de recurrir a Dios, sólo podía aportar el mayor bien para todos.
La Ciencia Cristiana nos asegura que el hombre y el universo son espirituales, creados por Dios y eternamente gobernados por Él. En este universo todo se mantiene protegido y seguro. Todo está por siempre bajo su inteligente cuidado. A medida que discernía espiritualmente esta realidad, la joven esperaba confiadamente que la ley de Dios, la ley del bien omnipotente, se evidenciara en una bendición total para todos. También se dio cuenta de que la solución de este caso no dependía de la gente y sus opiniones, sino de Dios. Al confiar sinceramente en Su sabiduría, pudo afirmar como el Salmista: “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación. Él solamente es mi roca y mi salvación; es mi refugio, no resbalaré mucho”. Salmo 62:1, 2.
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