Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Las brillantes y hermosas vislumbres de Dios

Del número de diciembre de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


No podía encontrarlo a Él. Mis reiterados intentos para orar me hacían sentir tristemente apartada del Dios que había conocido. Entonces, una amiga me sugirió que dejara de luchar y que simplemente supiera que Dios es Todo. Este cambio en la oración me abrió los ojos a la presencia misericordiosa de Dios que nos rodea. Sentí Su toque. El gozo se hizo presente.

Aquellos que están conscientes de la gracia interminable de Dios, sienten el toque del Cristo, que actúa como un bálsamo en el corazón humano. Este Cristo es la manifestación divina del Amor que viene a la consciencia humana.

Cristo Jesús, el Hijo amado de Dios, fue divinamente designado y ungido para traer a la tierra el conocimiento salvador del poder, la presencia y la gloria de Dios. Como representante de Dios en la tierra, Jesús comprendió en forma total lo que nosotros parecemos vislumbrar apenas tenuemente. Pero nuestra comprensión crecerá a medida que humildemente deseemos expresar más de ese carácter santo vivido por el gran Maestro, y nos esforcemos por revestirnos de este carácter.

Podemos cultivar las cualidades de Dios ejemplificadas por nuestros antepasados espirituales: la fidelidad de Abraham, el afecto puro de José, la justicia de Moisés. Podemos encender nuevamente el mismo espíritu de reverencia y de gozo que henchía el corazón del Salmista al exclamar: “¡Cuán amables son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo”. Salmo 84:1, 2.

Al igual que los venerables personajes bíblicos, nosotros también podemos tener la esperanza de conocer a Dios a medida que busquemos conscientemente Su sabiduría. En vez de lamentarnos por los problemas no resueltos, ¿por qué no convertir las pruebas en valiosas oportunidades para conocer más intimamente a Dios, la Verdad infinita?

Al verse frente a una empresa en decadencia y a cuentas morosas, una ejecutiva se paseaba de un lado a otro. La bancarrota parecía inevitable. “Con nuestra falta de experiencia, no debimos habernos expandido en esta época y ponernos a manufacturar”, se lamentó. Con desesperación se volvió a Dios en oración. “¿Dónde está la solución?”, exclamó. Descorazonada y rendida, se puso a leer una conferencia sobre Ciencia Cristiana. Muy pronto sintió la inspiración de una nueva y enaltecedora comprensión de Dios.

Comenzó a comprender que Dios es Vida, la única Vida del hombre. Vio que, a pesar de cuánto ella apreciaba y confiaba en esta empresa, fundada por su familia, nunca podía ser la suma total de su vida. En cambio, sí podía reflejar la actividad espiritual en la medida en que la empresa se basaba consistentemente en el Principio divino. En vez de buscar en la materia tanto la causa como el efecto, ella comprendió que debía apartarse de esta difícil prueba y buscar en Dios, la Mente divina, alivio, ánimo y la dirección correcta.

Al reconocer que su gozo, su bienestar y su vida no dependían de esta empresa, se sintió liberada instantáneamente de la sensación de desaliento. Comenzó a percibir el poder y la eternidad de la Vida divina, que trasciende los asuntos humanos. Sabía que el Principio podía ajustar las cosas, y que lo haría de una manera apacible y perfecta.

Con el pensamiento liberado para discernir en cierto grado el potencial ilimitado de la Vida, se dio cuenta de que la especialidad de su empresa podría llegar a ser un buen negocio como distribuidora en la costa occidental del país para una compañía manufacturera ya establecida. Actuando impulsada por esta nueva confianza que había hallado, se comunicó con varias empresas del país, y al poco tiempo, logró vender su empresa. Los nuevos propietarios contribuyeron con su pericia al negocio, y el resultado fue una valiosa expansión para el negocio.

La gratitud superó la aflicción producida por tener que vender su empresa, ya que de ese modo se pagaron todas las deudas y se evitó la bancarrota. Las lecciones que aprendió se sumaron a su fortaleza espiritual y demostraron ser de incalculable valor en sus posteriores actividades comerciales.

En el aposento de la oración humilde es donde ganamos las brillantes y hermosas vislumbres de Dios. Allí el Espíritu se nos aparece como más tierno, más real. El Alma suavemente nos asegura que la totalidad de Dios desplaza la supuesta conspiración del mal. El Amor infinito nos habla de nuestro valor intrínseco como ideas espirituales de Dios. El Amor nos ampara; nunca nos degrada o cuestiona nuestra importancia frente a Dios. La Mente infalible oye nuestras oraciones sinceras y, por medio del sentido espiritual, nos dice no sólo el curso que debemos tomar, sino también el curso que no debemos tomar.

La fe ilumina nuestra visión espiritual y es la sustancia de nuestro deseo sincero. Contrariamente, la incredulidad opaca nuestra búsqueda de Dios. La incredulidad es una murmuradora, y pone al descubierto la confianza que tenemos en la materia en lugar de tenerla en Dios. Pero, ¡qué reconfortante es saber que la fe es realmente la más fuerte, que es lo superior, cada vez que las circunstancias humanas parecen estar en lo peor! Deberíamos estar agradecidos no sólo por la esperanza y la fe, sino también por nuestros desengaños, ya que nos aguijonean en nuestra búsqueda de Dios.

En Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe: “Ofuscados en las nieblas del error (el error de creer que la materia pueda ser inteligente para bien o para mal), podremos obtener claros destellos de Dios sólo a medida que las nieblas se disipen, o que gradualmente se vayan haciendo tan transparentes que percibamos la imagen divina en alguna palabra u obra que indique la idea verdadera — la supremacía y realidad del bien, la nada e irrealidad del mal”.Ciencia y Salud, pág. 205.

Ciencia y Salud señala claramente que sólo se puede conocer a Dios a través de los sentidos espirituales y no de los materiales. Por ejemplo: “Las varias creencias mortales, formuladas por la filosofía humana, la fisiología y la higiene, están principalmente basadas en la materia y no ofrecen sino débiles destellos de Dios, o la Verdad”.Ibid., pág. 144. Y más adelante dice: “Las mal concebidas creaciones del pensamiento mortal tienen que ceder el lugar finalmente a las gloriosas formas que a veces vemos en la cámara oscura de la Mente divina, cuando el cuadro mental es espiritual y eterno. Los mortales tienen que mirar más allá de las formas finitas y perecederas, si quieren obtener el concepto verdadero de las cosas”.Ibid., pág. 264.

Aunque la gloria de Dios es ilimitada, la inmensidad de Dios no es ni fría ni nos hace sentir sin importancia. La receptividad espontánea nos lleva ante la misma presencia de la Deidad. Las intuiciones espirituales, ilimitadas y eternas, son reveladas a través del Cristo y son puestas de manifiesto en la carne en formas prácticas que bendicen y sanan. Cuando afirmamos en oración la supremacía del Espíritu, estamos confirmando nuestra comprensión del lazo espiritual e inquebrantable entre Dios y el hombre. Esto arraiga nuestra fe en aquello que no hemos visto, pero que esperamos. También nos impulsa a purificar nuestros deseos y afectos y a obedecer la regla cristiana: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Hebr. 12:14.

Incluso si las vislumbres que usted tenga de Dios le parecen ahora tenues, manténgase firme en lo que ya ha visto. Continúe con oraciones que contengan peticiones puras, con oraciones simples como las de un niño, pero maduras en la expectativa del bien. La revelación del Amor es siempre fresca, perdurable. Nos deleitará a medida que luchemos por seguir el estilo de vida de Cristo Jesús y realzará nuestra percepción espiritual a través del estudio de la santa Palabra de Dios.

Nuestra búsqueda para saber más sobre Dios se volverá cada vez más dulce a medida que cosechemos los frutos de Su promesa: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. Jer. 29:13.

Y aquí hay otra vislumbre de Dios: Él siempre cumple Sus promesas.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / diciembre de 1984

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.