No podía encontrarlo a Él. Mis reiterados intentos para orar me hacían sentir tristemente apartada del Dios que había conocido. Entonces, una amiga me sugirió que dejara de luchar y que simplemente supiera que Dios es Todo. Este cambio en la oración me abrió los ojos a la presencia misericordiosa de Dios que nos rodea. Sentí Su toque. El gozo se hizo presente.
Aquellos que están conscientes de la gracia interminable de Dios, sienten el toque del Cristo, que actúa como un bálsamo en el corazón humano. Este Cristo es la manifestación divina del Amor que viene a la consciencia humana.
Cristo Jesús, el Hijo amado de Dios, fue divinamente designado y ungido para traer a la tierra el conocimiento salvador del poder, la presencia y la gloria de Dios. Como representante de Dios en la tierra, Jesús comprendió en forma total lo que nosotros parecemos vislumbrar apenas tenuemente. Pero nuestra comprensión crecerá a medida que humildemente deseemos expresar más de ese carácter santo vivido por el gran Maestro, y nos esforcemos por revestirnos de este carácter.
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