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Entrando en el gozo de la curación

Del número de diciembre de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¡Qué gozo nos trae una curación espiritual! Pero, ¿acaso no podríamos — y no deberíamos, si estamos en procura de curación divina — considerar también que la curación espiritual resulta del gozo?

Espiritualmente comprendido, el gozo es más que una meta. Es un precursor de la presencia de la Verdad, una realidad invencible. El gozo es una vitalidad incontenible, divinamente sostenido. El hombre espiritual — incluso la individualidad verdadera de cada uno de nosotros — refleja a Dios como Su semejanza y expresa el gozo más elevado y más santo.

Cristo Jesús, ejemplificando el estado verdadero del hombre, expresaba gozo espiritual. ¿Es una mera coincidencia que él también estuviera seguro de la autoridad sanadora? Si bien los acontecimientos de su vida lo identificaban como el “varón de dolores” profetizado en Isaías (ver 53:3), el Maestro puso en claro su propia naturaleza verdadera, su semejanza al Cristo, cuando resumió sus profundas y gloriosas enseñanzas a sus discípulos antes de su crucifixión. Dijo: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. Juan 15:11.

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