¡Regocíjate! No hay otra voz para ti
O para mí que la voz de Dios, la única Mente.
Ni anatema ni maldición adámica,
Ni embate hipnótico que pueda invertir
O nulificar el poder del perfecto Amor.
No eres polvo, tierra, barro, ni estás sujeto
Al vaivén sin sentido de la mente mortal
Ni al oscilar de la inercia, pues eres uno con Dios
En Cristo, que sabe y muestra la verdad: el camino
De vida, de amor. Perfección: la meta
Ya es tuya en el Espíritu, la Ciencia, el Alma, donde Dios
Es totalmente bueno y el hombre totalmente sano.
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