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¡No más malas noticias!

Del número de marzo de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El informativo en la televisión dio una mala noticia tras otra. Mi marido y yo nos reímos mucho cuando el locutor dijo: “Más malas noticias después del mensaje de nuestros patrocinadores”.

Aunque las malas noticias no son para reírse, si un informe enfoca más el lado malo de las noticias, podemos obtener un panorama distorsionado de lo que sucede. Sería más provechoso equilibrar las malas noticias con el lado positivo, o sea, las buenas noticias. Pero podemos ir mucho más allá mediante la oración científica. Esta oración realmente trae la curación.

Tenemos el requisito cristiano de ser testigos activos de la realidad del ser; es decir, siempre que se nos presente la discordia, debemos orar para discernir la totalidad y bondad de Dios exactamente donde parece estar la situación problemática. El mandato de Cristo Jesús hace alusión a este requisito: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Marcos 16:15. La palabra “evangelio” es la traducción de una palabra griega que significa “buenas noticias”.

Al tratar de cumplir con este deber, me he tropezado algunas veces con sugestiones que fue preciso refutar antes de poder continuar difundiendo las buenas noticias. Aquí presento algunas de ellas y las verdades que me ayudaron a contrarrestarlas.

Me encantaría orar por el mundo, pero estoy demasiado ocupada cuidando de mi familia, atendiendo mi casa, trabajando...

Lo que llamamos “el mundo”, como si fuera algo aparte de nosotros mismos, es realmente “nuestro mundo”, una percepción mental que responde a nuestro pensamiento. Nuestro mundo requiere atención constante, lo mismo que nuestro hogar, nuestra familia y nuestra iglesia. Cualquier desorden o enfermedad que consideremos que está afuera en el mundo, en realidad, se nos está presentando para que la sanemos. Como dice la Sra. Eddy en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud: “La enfermedad es una imagen de pensamiento exteriorizada. El estado mental es llamado estado material”.Ciencia y Salud, pág. 411.

Es imperativo que encaremos cualquier sugestión de discordia — venga de donde venga — con rapidez, seguridad e inteligencia.

No es necesario que ore acerca de esa situación. Todo lo que esa gente tiene que hacer es (a) elegir un nuevo gobernante; (b) dejar de pelearse entre sí; (c) ponerse a trabajar; (d) no dejarse pisotear por los demás; ... y sus problemas se terminarán.

Por supuesto que una o más de estas posibilidades pueden ser válidas. Pero lo que las teorías humanas (económicas, teológicas, filosóficas o científicas) nos puedan ofrecer son causas falsas y nos inducen a considerar una solución simplista como la única respuesta. Esta perspectiva nos impediría recurrir sinceramente a la verdadera solución para todas las penurias humanas: la luz sanadora del Cristo.

Cristo Jesús reprendió esta tendencia cuando sanó a un hombre ciego. Sus discípulos pensaron que se podía encontrar una causa material para explicar la ceguera del hombre en los pecados que él o sus padres hubieran cometido. La “solución” de ellos fue culpar y así explicar la situación de acuerdo con las creencias teológicas de su época. No hace falta mencionar que ellas no hicieron nada para sanar al hombre.

Jesús vio más allá de la explicación material falsa, vio la naturaleza verdadera del hombre. El Maestro declaró: “No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”. Juan 9:3. Su comprensión de la verdadera naturaleza del hombre produjo la curación.

Si se nos sugirieran estas causas y soluciones falsas acerca de un querido miembro de la familia o un amigo, rechazaríamos rápidamente toda solución falsa como impostora, reconoceríamos las verdades de la naturaleza espiritual del hombre y su inseparabilidad de Dios, y con ello contribuiríamos a la curación.

Por otra parte, es necesario vigilar para que no nos vayamos al otro extremo cuando la situación mundial necesite curación y oremos específicamente por las personas comprometidas. Nuestras oraciones deben ser impersonales, o sea, deben corregir nuestro concepto del hombre pero no dirigirse al pensamiento de personas específicas. Así, en una situación en que la falta de honradez parece excesiva, podemos saber que el hombre, la idea del Principio, Dios, siempre es puro y sabio. Este reconocimiento de los hechos espirituales servirá como ley para la situación, sin quebrantar los derechos mentales de quienes están en dicha situación.

Puesto que es posible que nuestra información u opinión sobre una determinada situación sea incorrecta, es mejor dejar que las palabras de Ciencia y Salud nos guíen: “Se quebranta la ley celestial al infringir el derecho individual del hombre de gobernarse a sí mismo... En la práctica mental no debéis olvidaros que las opiniones humanas erradas, los móviles egoístas contradictorios y los intentos ignorantes por hacer el bien, pueden incapacitaros para conocer o juzgar con exactitud la necesidad de vuestros semejantes”.Ciencia y Salud, pág. 447.

He tratado de orar por el mundo, pero no consigo inspirarme, por eso he dejado de hacerlo.

La oración científica por el mundo es impulsada y dirigida por Dios. El impulso que nos lleva a orar en primer lugar es divino. La sugestión de que después no tengamos inspiración es la imposición del error. Podemos tener la certeza de que esta sugestión, que no tiene valor, no puede bloquear la inspiración de la Verdad.

Por lo general, antes de orar por el mundo, debiéramos hacer trabajo metafísico por nosotros mismos. Este trabajo puede incluir el orar diariamente y estudiar la Lección-Sermón en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.

Una razón para orar por uno mismo primero es que los problemas del mundo a menudo parecen abrumadores cuando se los encara desde un punto de vista humano no iluminado y sin inspiración. El trabajo emprendido desde este punto de vista, fácilmente puede parecer pesado e ineficaz. Además, la inspiración que obtenemos cuando oramos por nosotros mismos puede ser muy útil para trabajar por el mundo. A medida que oramos por las situaciones mundiales, vemos que lo que ya afirmamos que es verdadero para nosotros es verdadero para todos.

Por ejemplo, nuestras oraciones por nosotros mismos nos pueden ayudar a comprender más claramente que el hombre no tiene otro Ego o Mente aparte de Dios. Esta verdad también se aplica a situaciones mundiales.

La Mente, inseparable de su hijo, el hombre, está alimentando constantemente al hombre con ideas espirituales. Este hombre no puede pasar hambre. Nuestro reconocimiento de este hecho a través de la oración, contribuye a traer alivio y soluciones permanentes a quienes padecen hambre.

La Mente, Dios, siempre imparte pensamientos puros y afectuosos a su idea, el hombre. Este hombre no puede estar encerrado sin esperanza en el odio suicida. El comprender esto y afirmar que es la ley para nuestro mundo ayudará a aliviar las tensiones en zonas en las que hay disturbios.

La Mente es la fuente de la consciencia del hombre, el hogar del hombre. Las creencias de hambre, guerra, discriminación despiadada, no pueden alejar al hombre espiritual de la consciencia de la Mente omnipresente, porque ellas no tienen lugar en Dios, el bien.

Estas verdades, entendidas y aplicadas a la situación humana, desenmascaran las creencias falsas de que estamos separados de Dios y sanan.

Este problema parece tan complicado que no puedo ver claramente cómo enfocar mi oración.

La Sra. Eddy nos ha dado una herramienta muy valiosa para enfocar los problemas del mundo con el propósito de sanarlos: el The Christian Science Monitor. El Monitor proporciona información oportuna sobre temas que necesitan ser sanados. A veces singulariza la causa o causas específicas del problema. Otras veces simplemente informa sobre la necesidad. En ambos casos, la información suministrada nos puede dar justamente la idea que necesitamos para enfocar nuestro trabajo. Una investigación más profunda utilizando las Concordancias de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy, puede ayudarnos a obtener ideas inspiradoras.

En ocasiones, el Monitor puede presentar opiniones contrarias a las nuestras. No se debe permitir que estas diferencias empañen nuestro reconocimiento del propósito sanador del Monitor y nos impidan hacer el trabajo metafísico necesario.

El Monitor es una herramienta útil. Pero no hay sustituto para nuestra propia e inspirada comunión con Dios. Una actitud devota nos permite discernir las verdades espirituales correctas respecto a una determinada situación. Debido a que Dios, la Mente divina, es la única Mente, Él está siempre en foco, nunca dividido ni confundido. Su imagen, el hombre, refleja esta unidad perfecta de inteligencia y sabiduría. El entender esta verdad nos permite dar tratamiento específico, ordenado y eficaz mediante la Ciencia Cristiana.

Sólo soy una persona. El problema es demasiado grande para que mis oraciones surtan efecto.

Recordando que Dios es el poder que sostiene toda oración justa, no vacilaremos en orar, aun cuando pensemos que el problema es muy grande. Es muy probable que no seamos los únicos en acudir a Dios en busca de ayuda. Pero aunque lo seamos, la cantidad no tiene nada que ver con la eficacia de nuestras oraciones. El siguiente relato ilustra cómo el tratamiento en la Ciencia Cristiana puede ser eficaz para aclarar una situación que parece de gran magnitud y fuera de control.

En un acontecimiento deportivo una multitud irrumpió en el campo de juego. Algunas personas empezaron a prender fuego, arrancar el pasto y a caminar sin dirección fija, buscando hacer daño. Al principio miré la televisión fascinada. Los cronistas deportivos expresaron su consternación por el uso de estratagemas promocionales mal concebidas para atraer a un número de jóvenes que evidentemente no tenían mucho interés por el evento deportivo en sí. Muchas personas que permanecieron en sus lugares también parecían molestas por la interrupción sin sentido.

Finalmente dejé de poner atención a lo que mostraban. Aunque no puedo recordar exactamente mis pensamientos, razoné en estos términos: El hombre real está presente aquí mismo donde este sueño falso de interrupción parece estar. El hombre de la creación de Dios es inseparable de la ley divina. Conoce sólo el bien. El hombre que Dios creó jamás ha descendido de la perfección. No puede estar confundido ni ser inducido por la mente carnal, sino que se gobierna a sí mismo porque está gobernado por Dios.

Por la inspiración que provino de estos pensamientos, me sentí segura de que el orden y la armonía eran la realidad. Pronto llegó la policía. Las personas que estaban en las gradas se pararon y aplaudieron mientras se formaba un cordón policial en el campo de juego. La multitud se dispersó. También personas que estaban en las gradas bajaron para ayudar a los que estaban recogiendo los escombros. Se restauró el orden. Para mí, esto fue la respuesta a la oración. Estaba también agradecida al ver el amor y el orden que muchos de los espectadores demostraron, primero, negándose a tomar parte en la violencia y, segundo, al hacer todo lo que estuvo a su alcance para ayudar a que las cosas volvieran a la normalidad.

Más tarde, hablé con otro Científico Cristiano que también había visto el partido. Él también había estado orando. En aquel momento cada cual estaba en su casa, pero habíamos sentido la necesidad de recurrir a Dios para restablecer nuestro sentido de armonía. No me sorprendería saber que otras personas hubieran dado atención a lo sucedido de la misma manera que nosotros.

He orado diligentemente sobre esta situación y, sin embargo, los problemas siguen sin resolverse.

No hay que desistir. Cuando esta sugestión nos tienta, podemos reconsiderar lo que haríamos si nosotros o un querido amigo estuviéramos enfrentado un problema persistente. Por supuesto que continuaríamos orando.

Cuando un problema parece no ceder, el discernimiento mediante la oración puede guiarnos a considerar el concepto acerca de Dios abrigado por la mayoría en alguna región o país en particular. El concepto que un grupo tiene acerca de Dios ayuda a determinar su concepto acerca del hombre. En el pequeño libro La idea que los hombres tienen acerca de Dios, la Sra. Eddy escribe: “Las épocas y los pueblos se caracterizan por sus ideales más elevados o por sus ideales más bajos, por su Dios y por su diablo”.La idea que los hombres tienen acerca de Dios, págs. 6–7.

La repetida violencia posiblemente surja de la creencia de que Dios es una deidad propensa a la ira, y que exige represalias. La injusticia repetida dirigida a un grupo minoritario puede señalar la opinión mayoritaria de que algunos han sido escogidos por Dios pero otros no. El hambre y la carencia pueden insinuar una creencia en muchos dioses materiales, ninguno de ellos lo suficientemente poderose como para proveer el sustento necesario. La falta de honradez y la corrupción extendidas pueden tener su causa arraigada en la creencia de que el bien y el mal pesan lo mismo en la balanza del universo y que, por ello, ambos son legítimos. A medida que se van desarrollando en nosotros percepciones sobre las bases fundamentales de las actitudes predominantes, las verdades opuestas que traerán curación se irán desarrollando también.

Cuando las pretensiones del error son erradicadas sistemáticamente, no deberíamos sorprendernos al escuchar que se está progresando en la escena humana donde antes la reforma parecía imposible.

A medida que refutemos persistentemente las malas noticias que se presentan ante nosotros, iremos sanando de la creencia de vivir en un mundo aparte de Dios. Veremos que nos elevamos a contemplar la ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén, descrita en el libro del Apocalipsis. Al mismo tiempo estaremos ayudando a otros a verla de la misma manera. Finalmente nos damos cuenta de que no hay más malas noticias, porque de la ciudad celestial la Biblia declara: “No habrá allí más noche”. Apoc. 22:5.

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