Tal vez haya ocasiones en que nos parezca que hemos entrado en un callejón sin salida. El cielo puede parecernos muy lejano cuando las desavenencias matrimoniales han llegado a un punto en que toda reconciliación parece imposible; o cuando trabajadores en huelga y la gerencia están en gran desacuerdo y todo esfuerzo por solucionar el conflicto encuentra obstáculos insuperables; o cuando alguna disputa con el vecino llega a ser tan confusa que se rompen las relaciones.
En cierto modo, estos ejemplos ilustran las limitaciones de la mentalidad humana. Muy a menudo la tal llamada mente material es más una colección de restricciones e incertidumbres que una fuente de inspiradas soluciones. En realidad, durante un conflicto, el punto más importante puede que no sean los factores en disputa en los que todos han puesto su atención, sino ver cómo las personas creativas logran elevarse sobre el estancamiento de la mente humana. En otras palabras, tal vez lo que esté a prueba sea nuestra capacidad de innovación para poner fin a la arraigada obstinación mental y percibir nuevas posibilidades, soluciones enteramente inesperadas para una mente mortal tenazmente convencida de que no hay solución.
¿Cómo puede una persona terminar con el hábito mesmérico de poner énfasis en los detalles de un desacuerdo y obtener, en cambio, un punto de vista más amplio y perceptivo? ¡Oh, si tan sólo tuviéramos la sabiduría de Salomón! Si realmente somos sinceros en este deseo, la Biblia nos muestra el camino. Salomón, en sus oraciones, podía haber pedido cosas materiales: larga vida y riquezas. Tal vez, en nuestros esfuerzos por salir de un callejón sin salida, nuestras oraciones hayan estado matizadas con soluciones preconcebidas sobre cómo nos gustaría que se desarrollaran los aspectos materiales.
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