Algunas veces los miembros dudan de su capacidad para resolver los desafíos que les presenta la organización de sus iglesias. Sin embargo, cualquiera que haya corregido una condición discordante en su cuerpo físico tiene el suficiente conocimiento como para ayudar a sanar una organización. Básicamente en muchos respectos el procedimiento es idéntico.
¿Acaso no es cierto que en la iglesia todos trabajamos y funcionamos unidos como un todo, como un solo cuerpo? Pablo nos dice: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. 1 Cor. 12:12, 13.
A medida que vamos más allá de la rutina en las actividades de la iglesia, aprendemos que las creencias que ocasionan los problemas en un cuerpo eclesiástico, a menudo son las mismas que ocasionan los problemas en el cuerpo humano.
Por ejemplo, la mente mortal pretende que cada identidad tiene un cuerpo físico en el cual mora y al cual está sujeta: que el hombre es material y finito. Del mismo modo, la mente mortal dice que la Iglesia, la idea de Dios, existe en un organismo. Pretende que la Iglesia es física y que está sujeta a leyes materiales de “salud” y “enfermedad”, semejantes a aquellas que rigen a los cuerpos físicos. A medida que vemos esto, el gran tesoro de la experiencia y comprensión que se obtiene de comprobar el dominio que la Mente ejerce sobre nuestros propios cuerpos, puede también aplicarse para demostrar el dominio de la Mente sobre los organismos.
Por medio de la curación y el estudio de Ciencia Cristiana todos hemos aprendido a no confiar en el sentido físico de las cosas como en una realidad esencial. Estamos aprendiendo y demostrando — paso a paso — que el hombre realmente no vive en un cuerpo material. Él vive en la Mente como la consciente incorporación de todas las ideas. El hombre no tiene vida, sustancia, ni inteligencia propias, sino que refleja todo lo que la Mente es y hace. Todas las funciones del ser son espirituales e indestructibles, y por siempre se expresan en el hombre: nuestro verdadero ser.
Lo mismo ocurre con la Iglesia. Para el sentido espiritual, la verdadera idea de iglesia está allí mismo donde parece estar la organización humana. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy define la Iglesia divina como: “La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él”.Ciencia y Salud, pág. 583. La sustancia, la vida, la inteligencia y todas las funciones vitales de la Iglesia están en la Mente y proceden de ella, y eternamente se reflejan en una estructura espiritual. La Mente sostiene eternamente a su idea, la verdadera Iglesia, en un estado de perfecta salud y compleción.
Mediante la práctica sanadora, hemos aprendido que a medida que el pensamiento humano es imbuido de verdades espirituales, sus errores son corregidos y el cuerpo expresa armonía. ¿Por qué? Porque el cuerpo humano es realmente la objetivación del pensamiento y expresa un estado presente de la consciencia humana. Al saber que las enfermedades físicas son creencias erróneas impuestas en el cuerpo, dirigimos el efecto sanador hacia la eliminación de las creencias y no a medicinar el cuerpo material.
¡Cuánta similitud hay en esto con el organismo de la iglesia! Éste está sujeto a los pensamientos de sus miembros, es bendecido por ellos y expresa lo que los miembros van comprendiendo del gobierno de la Mente divina. Cuando el pensamiento humano cede a las realidades espirituales del ser, el cuerpo eclesiástico funciona normalmente y cumple con su propósito.
A veces, las iglesias filiales enfrentan creencias de vida en la materia tales como: parálisis, problemas de circulación, miembros irritados, restricción de acción, mal comportamiento de sus adolescentes, problemas relacionados con la edad, falta de niños, orgullo en el adorno del cuerpo, etc. Sabiendo cómo tratar estas mentiras individualmente, sabremos cómo sanarlas en la organización. Ciencia y Salud nos dice: “El gobierno científico del cuerpo tiene que lograrse por medio de la Mente divina. Es imposible obtener el dominio sobre el cuerpo por otro medio. En ese punto fundamental, el tímido tradicionalismo es absolutamente inadmisible. Sólo por medio de una confianza radical en la Verdad puede realizarse el poder científico de la curación”.Ibid., pág. 167.
Digamos, por ejemplo, que una iglesia filial tiene que enfrentar la inactividad por parte de algunos de sus miembros; por lo cual se están restringiendo las funciones normales del organismo de la iglesia. Si el problema fuese individual — como el de un órgano inactivo en el cuerpo — ¿nos sentiríamos tentados, como Científicos Cristianos, a medicinar el cuerpo? ¿Lo estimularíamos con inyecciones, o lo operaríamos para remover el órgano? ¡No! En vez veríamos y afirmaríamos que la idea compuesta de Dios está presente en toda Su perfección, y que no necesita ser medicinada. Si supiéramos que las funciones del ser no están en el cuerpo sino en la Mente y que por siempre se expresan independientemente de la materia, no esperaríamos interrupción en la normalidad del ser. Haríamos valer los argumentos principales respecto al caso y corregiríamos las funciones anormales como creencias falsas. Y continuaríamos con un tratamiento científico hasta que el cuerpo recuperara su acción normal.
¿Hay alguna diferencia cuando se trata del cuerpo eclesiástico? ¿Radica el problema en esto, es decir, en algunos de sus miembros, o es una creencia impuesta en la iglesia? ¿Necesitamos “medicinar” una iglesia enferma para convertirla en una iglesia sana, como si la vida y el funcionamiento dependieran de caminos y medios humanos? ¿Deberíamos “inyectar” la voluntad y opiniones humanas u “operar”, de acuerdo con las teorías materiales, para mejorar las organizaciones? ¿Esperamos interrupción de la función normal y de la armonía mientras corregimos la creencia? No; por el contrario, demostramos la verdad de que la idea perfecta, la Iglesia, está presente y es completa, y que sus funciones individuales están protegidas por la Mente.
Esto no quiere decir que no hacemos nada por los miembros y que meramente aprendemos a “vivir” con la falta de armonía o que la toleramos. El entendimiento espiritual, actuando para transformar la consciencia humana, se manifestará en más amor, en mayor cristianismo, compartiendo un apoyo y cuidado mutuos. Un mejor funcionamiento, más armonía entre los miembros y decisiones más inspiradas por Dios resultarán cuando el gobierno del Espíritu sea manifestado. Ciencia y Salud explica: “La consciencia construye un cuerpo mejor cuando la fe en la materia se ha vencido. Corregid la creencia material con la comprensión espiritual, y el Espíritu os formará de nuevo”.Ibid., pág. 425.
Si tratamos los problemas como si realmente fueran parte del cuerpo, perdemos el Principio y la regla de nuestra práctica en la Ciencia Cristiana y caemos bajo el dominio de las creencias médicas. Éstas pretenden que la vida y el ser están en una organización material donde la salud es regida por la distribución, movimiento, cantidad y calidad de sus partes integrantes. Así como en nuestra práctica individual estamos alerta para defendernos contra las creencias médicas, también debemos estarlo para defendernos contra la intrusión de creencias similares en la práctica de nuestra organización. Si analizamos cuidadosamente nuestros planes para solucionar los problemas de la iglesia, descubrimos que a veces no son otra cosa que un tratamiento médico disfrazado.
¿Debería una iglesia filial que está luchando con problemas mirar con ansiedad a otras iglesias filiales que están prosperando? ¿Deberían desear el transplante de un miembro “activo” del organismo de otra iglesia al organismo de la iglesia de ellos? La verdadera necesidad está en percibir más claramente la verdad de lo que la Iglesia es. No es posible que una idea de Dios tenga más vida y más inteligencia disponibles que otra. Dios no se subdivide a Sí mismo en pequeños pedacitos de vida e identidad, llamándolos hombre; ni tampoco lo hace colectivamente, llamándolos iglesia. Todo lo que necesitamos de Iglesia, entera y completa, está aquí ahora mismo. Las funciones vitales de Iglesia no son una posesión personal, sino que son una reflexión divina.
Cuando Cristo Jesús aplicó el hecho espiritual de la plenitud del hombre a uno que tenía la mano seca, la mano fue restaurada. Lo que la Sra. Eddy nos dice sobre la manera en que Jesús abordó la situación, de cierto nos guiará a demostrar curación en nuestro cuerpo eclesiástico: “El exigió un cambio de consciencia y de evidencia, y efectuó este cambio mediante las leyes superiores de Dios. La mano paralizada se movió, a pesar del sentido jactancioso de la ley y el orden físicos. Jesús no se rebajó al nivel de la consciencia humana ni al testimonio de los sentidos. El no hizo caso cuando provocándole, éstos le insinuaron: ‘Esa mano paralizada parece muy real tanto a la vista como al tacto’; mas él silenció esta vana jactancia y destruyó el orgullo humano al suprimir la evidencia material”.La Unidad del Bien, pág. 11.
Así como los móviles son de gran importancia en lo que hacemos como individuos, es igualmente importante en lo que hacemos como organización. Sentimos compasión por aquellas personas que buscan ayuda por medio del tratamiento de la Ciencia Cristiana movidas por hallar bienestar en la materia, porque hemos aprendido que el mero deseo de bienestar material es continuar en el sueño de que hay vida en la materia. El deseo de demostrar el ser espiritual es el móvil más alto para la curación, y si el caso no es así, la Verdad y el Amor elevarán y modelarán nuestros móviles. Hemos aprendido esto en nuestra práctica individual; también lo aprendemos en la demostración colectiva.
Aquellos miembros que han corregido su concepto de organización de iglesia a menudo han obtenido para ellos mismos impresionantes curaciones físicas. Lo que aceptamos para el cuerpo de nuestra iglesia, lo aceptamos, en cierto modo, para nuestro concepto individual del cuerpo. ¿Qué es lo que creemos acerca de la organización de nuestra iglesia? Si rehusamos la demostración del dominio que ejerce la Mente sobre el organismo de la iglesia, ¿podemos demostrar completamente el dominio de la Mente sobre nuestro concepto individual del cuerpo? ¿Estamos aceptando que hay algunos aspectos de la vida fuera del gobierno de Dios?
A medida que obtenemos más experiencia en la organización de la iglesia, nos damos cuenta de que cualquier cosa que arguya la mente mortal que le puede suceder al cuerpo — individual o colectivamente — puede ser invertida por medio de la Mente divina y mediante una “confianza radical en la Verdad”.
