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Pagando lo que nos debemos a nosotros y a los demás

Del número de marzo de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Si Nehemías no hubiera dejado la relativa seguridad que le ofrecía el palacio real en Susa, probablemente Sanbalat y Tobías no habrían sabido que él existía. Pero como respondió al llamado de Dios para reedificar los muros de Jerusalén, esto provocó la furia de ellos, una furia tan intensa que, en cierto momento, Nehemías exclamó: “Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio”. Neh. 4:4. Mas a pesar de las diferentes tácticas que sus enemigos usaron para derrotarlo, la firme convicción de Nehemías de que Dios estaba gobernando la situación y que haría prosperar su trabajo, le permitió finalizar su obra.

Aquella misma convicción fue la base de la incomparable carrera de Cristo Jesús. Debido a su maravillosa demostración del poder de Dios, al sanar a los enfermos y a los lisiados, al redimir a los pecadores, resucitar a los muertos y hacer otras obras maravillosas, Jesús parecía constituir una amenaza para los miembros del sistema religioso establecido. Por consiguiente, maquinaron su crucifixión.

Que Jesús esperaba que sus seguidores enfrentarían la resistencia del mundo, se puede ver en su advertencia: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros”. Juan 15:18. Por lo tanto, los Científicos Cristianos no deben sorprenderse cuando enfrentan oposición. El desafío básico es siempre el mismo: el desafío que presenta el materialismo.

Los sistemas políticos consideran que la fuerza material es casi lo único de importancia, en tanto que la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) se adhiere a las enseñanzas de la Biblia de que todo el poder pertenece a Dios y que es eternamente espiritual.

En cuanto al cuidado de la salud, el consenso general es que el hombre es un organismo material y que la salud se mantiene sólo por medio de tratamiento médico, aun cuando se admite que en algunos casos la mente humana puede producir beneficios limitados mediante la sicología y la siquiatría. Por el contrario, la Ciencia Cristiana insiste en que la acción de la Mente divina, Dios, en la consciencia humana sana dolencias físicas y mentales.

En la religión, los virulentos ataques contra la Ciencia Cristiana a menudo brotan de la explicación de que Dios no crea ni conoce la materia, y que el hombre no es un mortal pecador, sino que, en la verdad absoluta, es el reflejo puro y perfecto de Dios, no material sino espiritual.

En las ciencias físicas, a pesar de que ha habido cierto progreso en derribar las limitaciones de la materia y del tiempo, no hay ninguna correlación real con la posición que asume la Ciencia Cristiana de que la materia y el tiempo son fundamentalmente conceptos mortales que deben superarse totalmente.

La Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, claramente indica la responsabilidad que tienen los Científicos Cristianos de afrontar estos desafíos del materialismo. Después de explicar que la declaración del Apóstol Pablo: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos”, es idéntica a la declaración de ella: “No hay vida, verdad, sustancia ni inteligencia en la materia”, la Sra. Eddy dice: “Si la Ciencia Cristiana reitera la enseñanza de San Pablo, nosotros, como Científicos Cristianos, debiéramos dar al mundo prueba convincente de la validez de esta declaración científica del ser. Habiendo percibido, con anticipación a otros, esta verdad científica, nos debemos a nosotros mismos y debemos a los demás una lucha por su demostración”.Retrospección e Introspección, págs. 93–94. Ver Hechos 17:28 y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, 468:9–16.

La Biblia y los escritos de la Sra. Eddy muestran cómo perseverar en esta lucha y cómo hacer frente a la persecución que esta perseverancia puede traer. Jesús persistentemente enseñó que el odio debe ser enfrentado con clemencia. Cuando los habitantes de una aldea samaritana se negaron a recibir a Jesús y a sus discípulos, Jacobo y Juan propusieron hacer descender fuego del cielo para consumir a los aldeanos. Pero el Maestro los reprendió con esta advertencia: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas”. Lucas 9:55, 56.

El salvar a la humanidad de la enfermedad, del pecado, de la pobreza, de la muerte — de todos los males de la mortalidad — fue lo que el Maestro con tanto amor anheló llevar a cabo. Que Jesús fue capaz de despertar este amor en sus discípulos se evidencia en el gran gozo que vemos expresado en sus vidas cuando salieron a predicar y a sanar como Jesús les había enseñado. Aun cuando narran severas persecuciones, el libro de los Hechos y las epístolas del Nuevo Testamento resplandecen con el reconocimiento del privilegio que estos primeros trabajadores sintieron al llevar adelante la obra de Jesús. Con la ayuda de Dios, los discípulos convirtieron las injusticias en oportunidades para probar el poder del Padre.

En una de las epístolas del Apóstol Juan, el autor habla por su propia experiencia del amor que protege al cristiano devoto: “Nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el Amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”. 1 Juan 4:16–18.

¿Qué otra cosa sino una profunda comprensión del amor de Dios pudo haber sido lo que sostuvo a Pablo en las persecuciones que sufrió, inclusive apedreamientos, azotes, naufragio y encarcelamiento? Pablo se refirió a Dios como el Principio divino que opera por medio de una ley cuando dijo: “Sabemos que los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Por consiguiente, añadió: “Si Dios es por nosotros ¿quién contra nosotros?” Rom. 8:28, 31.

Nosotros también podemos reconocer el amor de Dios y mantener nuestra alegría, aun en medio de persecuciones. Esta demostración requiere que veamos que no hay una mente malvada que pueda dar comienzo a hostilidades porque Dios, la única Mente y el único creador, sólo crea el bien. Aunque el mal parezca real, no puede penetrar el amor de Dios que nos circunda. A medida que reconocemos la presencia del Amor divino, el odio deja hasta de parecer que tiene existencia, así como la oscuridad no puede coexistir con la luz. Puesto que nuestro verdadero ser es espiritual, es invulnerable, inmune al mal. La Sra. Eddy explica que la seguridad deriva del ser espiritual: “El ‘abrigo del Altísimo’ del cual cantó David es, sin duda alguna, el estado espiritual del hombre creado a la propia imagen y semejanza de Dios, el íntimo santuario de la Ciencia divina, en el cual los mortales no pueden entrar sin lucha o sin dura experiencia, y en el cual sustituyen lo humano por lo divino”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 244.

Sustituir “lo humano por lo divino” es realmente lo único que tenemos que hacer. Si las persecuciones desarrollan nuestro progreso espiritual porque nos obligan a deshacernos del materialismo, entonces el resultado es la bendición. Esta bendición se proyectará al mundo a medida que nuestras vidas den prueba del dominio que se adquiere con la creciente comprensión de lo que es el ser espiritual del hombre verdadero.

La urgencia de demostrar la verdad de la Ciencia Cristiana en nuestras vidas se hace sentir en estas palabras de la Sra. Eddy: “Jamás se hizo un llamado más solemne e imperioso que el que nos hace Dios a todos nosotros, aquí mismo, por una devoción ferviente y por una consagración absoluta a la más grande y más santa de todas las causas”. Y en el párrafo siguiente pregunta: “¿Qué haréis vosotros al respecto? ... ¿Os entregaréis por entero e irrevocablemente a la gran causa de establecer la verdad, el evangelio y la Ciencia, los cuales son necesarios para salvar al mundo del error, del pecado, la enfermedad y la muerte?” Escritos Misceláneos, pág. 177.

Respondemos: Sí. No un sí de entusiasmo ciego, sino una afirmación humilde de nuestra disposición a dejar un ancla relativamente segura, como lo hizo Nehemías, y a seguir adelante en la tarea que Dios nos ha designado. Las enseñanzas y el ejemplo de Cristo Jesús señalan el camino. La gozosa resolución de los primitivos cristianos nos muestra que los rigores de la persecución nos desmoralizan menos a medida que comenzamos a comprender la magnitud de la verdad que tenemos para compartir. El valor y consagración que la Sra. Eddy demostró en su tarea como Guía del movimiento de la Ciencia Cristiana demuestran lo que puede lograr una sola persona cuando se dedica por entero a una santa y gran causa.

Dios, la Mente divina, siempre proveerá la necesaria sabiduría para establecer Su reino en la tierra. La Verdad inmortal siempre ha sido, y siempre continuará siendo, la roca sobre la cual se basan el valor, la firmeza y la integridad de aquellos que son fieles a Dios.

El Espíritu infinito, al igual que una fuente inagotable, está eternamente vertiendo energía espiritual, vitalidad, lozanía y espontaneidad. Puesto que nuestra Causa está sustentada por la Vida divina, triunfa sobre el materialismo. Avanza, demostrando progresivamente armonía y compleción en su misión para con el mundo.

La influencia del Alma omnisciente abrirá los ojos y los oídos de la humanidad para que ya no esté ciega ni sorda a la Ciencia del Cristo. Por medio del sentido espiritual, la gente percibirá su lógica y sentirá la curación que viene con el despertar espiritual.

El Amor divino es nuestro compasivo Padre-Madre, que continuamente nos ama, nos protege y nos apoya. A medida que la gente comience a comprender mejor a Dios, reconocerá más cabalmente el poder sanador del Amor y verá este poder disipar las brumas del temor y del odio.

Es posible que continuos trastornos caractericen el período que procede a la desaparición de esas brumas a medida que se desvanecen las diferencias que separan la Ciencia Cristiana de la medicina, de las ciencias fisicas y políticas, y de las variadas formas de religión. Si éste es el caso, necesitaremos armarnos más cabalmente con las realidades científicas claramente señaladas en nuestros libros de texto — la Biblia, y Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy — y con amor para con Dios y para con nuestro prójimo. Al confiar en Dios, y al apoyarnos en Su amor para hacer frente confiadamente a las exigencias del diario vivir, pagaremos lo que nos debemos a nosotros y lo que debemos a los demás.

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